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Allá por los setenta, muchos teníamos muy claro que lo más importante no consistía en más niños porque sí, para justificar a personas ancladas en los prejuicios y la vanidad . . .
. . . sino en niños mejor formados que pudiesen cambiar el rumbo absurdo que llevaba la sociedad de ese momento, hacia puertos futuros menos suicidas, más sanos y más creativo/positivos. (+ ó -).
No queráis saber la que nos cayó desde entonces a algun@s que intentamos coherencia y un poquito de sentido común -propio hasta de los animalitos supuestamente ''irracionales''- .
¡Qué panorama más desolador de la ''inteligencia'' humana! (por cierto, también ella un don divino - - para los creyentes - -).