He observado que existen dos grandes puntos de no retorno en esta vida. Y no se trata precisamente del alcohol o cualquier otra droja. Esos mucha gente los termina dejando cuando tocan fondo, aún a costa de muchísimo sufrimiento.
Las dos cosas para las que no existe vuelta atrás en esta vida son las máquinas tragaperras y la caza.
En cuanto a las primeras, la gente es capaz de dejarse una cantidad ingente de dinero y el que las ha probado siempre, absolutamente siempre, vuelve. Hay que ser observador con la máquina y su algoritmo, de ahí que muchos dueños de los bares jueguen a la máquina cuando ya han cerrado y se lleven el dinero que ha ido acumulando.
En cuanto a la caza, pues pasa practicamente lo mismo. Conozco a muchos cazadores y puede que no vayan todos los años a disparar, pero al segundo, tercer año o el que sea, buscarán la manera de acudir. Todo eso, si no son de los que van a 10 monterías al año, que los hay. Es necesario recalcar también el pastizal por el que te puede salir una montería, que no suele bajar de los 90 euros y eso sin contar ropa específica, la escopeta y la munición.
Los propios cazadores lo dicen, que aunque se trate de quedarse quieto y agazapado toda la mañana esperando a que salga el animal, es tremendamente adictivo. En cuanto fulminas al primer animal, estás condenado a dar de baja de la suscripción de la vida el resto de tu vida.
Y si no me creéis, hablad con algún enganchado con las máquinas o algún cazador. A ver qué os cuentan.
Por estos motivos, amigos, nunca he jugado a las máquinas y nunca he ido de caza. Porque todavía son capaces de gustarme.