A ver, se lo explico despacito para que lo entienda:
Aquí hay una versión oficial con un caso judicialmente cerrado, a excepción de la desaparición de Antonio Anglés. Luego hay un padre y un criminólogo que dicen "oigan, esa verdad judicial es una farsa, lo demostraremos". Pasan los años y el criminólogo dice tener pruebas, nombres, y la famosa cinta de vídeo, la cual no enseña porque es su seguro de vida. Aun en vida, documental de Netflix mediante, todas las partes que podían dar fe de la existencia de la cinta dicen que no saben un pimiento del tema, incluso el hombre que dice que se la entregó, se ríe en sus morros. Tal es el acorralamiento que el criminólogo decide no coger el teléfono a los productores del documental.
Lamentablemente fallece el criminólogo, ante lo cual, a sus acólitos se les ponen los dientes largos porque claro, la cinta, su seguro de vida, va a salir. Ni hay cinta, ni hay nah. Y eso que no tiene hijos. A todo esto, los pocos que quedan creyendo en el criminólogo se les llena la boca diciendo que van a salir pruebas que desmontan la V.O., y paradójicamente, lo único que sale son informaciones que son verdaderas palos al conspiracionismo. Véase a Ricart mendigando por Madrid, a Aguilar desmontando lo del doble enterramiento, Etxevarría explicando la ausencia de partes del cuerpo, capitán del barco admitiendo que el polizón era Anglés, la demostración de que el propio criminólogo no estaba personado en el sumario B, etc. Los golpes y a las patas del conspiracionismo son fuertes y constantes. Así que, aplique el sentido común y piense: ¿a quién le toca presentar esas pruebas?