Creo que hay que esperar para comprar y tener claras algunas ideas clave.
Comprar solo para vivir puesto que el negocio inmobiliario en general ya no va a ser un negocio solvente salvo en microambientes. El inversor tiene que pagar el precio, tiene que pagar un 10% aprox de impuestos, tiene que pagar algo de reforma y amueblarlo algo, tiene después que asumir una comunidad, un seguro, un IBI, el gas, internet, agua, luz y seguramente costes de financiación. Después cuando vende a pagar plusvalía municipal y enriquecimiento ..... si lo hay.
Segunda vivienda es un tanto peligros porque de facto supone asumir unos 6000 euros de gastos año sin contar si hubiera financiación .... además de haber soltado el pastizal en la compra y haber pagado los impuestos. Si te echas la cuenta fácilmente sale que es más barato y de más nivel irse al mejor hotel en el destino durante las vacaciones ...... porque olvídense de que el piso se revalorice por encima de los gastos.
El problema de la venta. Cuando vendes .... más importante que el precio es si hay compradores al otro lado. Un precio bajo de poco sirve si al otro lado hay cero compradores. De qué depende que haya compradores? .... pues depende lógicamente del número de personas con necesidad de vivienda y eso en España mengua porque el número de herencia ha subido muchísimo (cada vez hay más langostas que dejan dos y tres pisos en herencia) y porque la natalidad ha bajado. También depende, diría al 99%, de la capacidad de financiación porque en general el que compra un piso afronta el proceso con más ganas qué dinero y soporta un elevado entorno de incertidumbre en lo estrictamente la laboral. Tienes depende de la cantidad de financiación posible y eso está relacionado con los sueldos en el país (una fruta hez) y los tipos de interés que se vislumbran a futuro (otra fruta hez porque por ahí se fastidia España en un concierto global en el que no decide nada y no es suena de su moneda).
Viene por delante un experimento social y financiero muy curioso: se tiene que demostrar cuál es el castigo de haber vendido la soberanía nacional, la autonomía de tener moneda propia y el haber aceptado la desindustrialización como prebenda a haberse enriquecido vilmente de ello con el dinero criminal alemán.