Esa y otras pelis se encuadran en lo que se llama marxismo sociológico: son un puñado de chavales de buen corazón que, debido a la injusta división de clases, se ven empujados a delinquir.
Entronca también con la doctrina de la ontología social del mal, es decir, que la gente hace el mal porque la sociedad es injusto. Si la riqueza estuviera bien repartida, nadie se vería abocado al crimen.
Es un argumento potente, interesante, pero históricamente falso y lógicamente falaz, ya que no todos los pobres delinquen ni todos los que delinquen son pobres.
Es común de todas esas películas que:
1. Los delincuentes viven en zonas marginales y pobres.
2. Los chicos suelen ser buenas personas, nobles a su manera, fieles a su comunidad.
3. Los malos suelen ser la policía, el juez, el cura y personas acomodadas.
4. Las únicas personas acomodadas que se salvan de la quema son los artistas (pintores, directores, tal vez periodistas).
5. La droja es una vía de escape emocional y económica. Suele ser consecuencia de la injusticia social más que causa de la delincuencia. A menudo se presenta, simplemente, como compañera de viaje. El juicio sobre ella suele ser neutral.
6. La solución nunca pasa por la integración en la sociedad: estudiar, trabajar... Suele ser atracar más, drojarse más o morir heroicamente luchando. Integrarse en la sociedad supone aceptar la división de clases con todas sus injusticias, luego está mal visto.
7. sesso promiscuo, también gays. Los gays (artistas normalmente) se presentan como hadas salvadoras o guías que tientan al héroe con sesso. Le ofrecen un espacio de paz y comodidad, lo aíslan de un entorno violento para que se recupera de sus heridas. Sin embargo, al final el héroe vuelve a salir a la sociedad.
8. La violencia de parte del oprimido suele estar justificada. Es una respuesta a la violencia social que sufre el héroe.