Sin democracia en los Estados Unidos, ¿puede el simulacro de la democracia sobrevivir en otros lugares?
Por Alastair Crooke | Fundación Cultura Estratégica | 17 de enero de 2021
Los 'Idus de marzo' llegaron a principios de este año, el 6 de enero, al menos para un actual 'César' estadounidense. Que pasó; cómo pasó; quién inventó los eventos del Capitolio, será debatido durante mucho tiempo. Sin embargo, las dagas se habían afilado durante mucho tiempo para César, mucho antes de la oleada turística del Capitolio. En cierto sentido, el escenario ya estaba listo: Trump entró en el 'Foro' de DC y terminó 'apuñalado hasta la fin', al igual que Julius. Ha sido verdaderamente shakesperiano.
Era bien sabido que Trump bien podría rechazar los resultados de las elecciones, debido al posible fraude de las papeletas postales (ya que las papeletas postales asumieron su predominio electoral desproporcionado en 2020). El Proyecto de Integridad de Transición (TIP)
precisamente (¿intencionalmente?) se había burlado de Trump en junio pasado con su pronóstico de una elección impugnada en la que Trump perdería, después de que “se hubieran contado todas las boletas por correo”. El TIP luego se había centrado en las posibles tácticas y tareas para expulsar por la fuerza a un presidente en negación de la Casa Blanca. (Los medios de comunicación y las 'plataformas' habían participado en este juego de guerra temprano sobre cómo lidiar con un Trump, que impugnó el resultado de las elecciones y cuestionó la legalidad y autenticidad de las papeletas postales).
No tenía por qué haber sido así, pero no se intentó ningún compromiso sobre las reglas sobre el voto postal (más bien, al revés). En cualquier caso, la oleada turística del Capitolio se erige ahora como un evento psíquico importante (la "Insurrección") que abrasa la conciencia estadounidense. Además de desconcertar a los legisladores, que no están acostumbrados a experimentar una pérdida repentina de seguridad, la oleada turística se ha convertido en el sacrilegio de un "espacio sagrado" (con todas las connotaciones adicionales de la misión divina excepcional de Estados Unidos). Las dagas se hundieron alegremente: Trump es acusado nuevamente; será juzgado en el Senado después de la toma de posesión de Biden; y él y su familia pueden esperar el desmembramiento legal que seguirá.
El 'Estado Azul', desde la primera elección de Trump, ha estado decidido a aplastarlo. Eso está en marcha. Y de alguna manera sincrónica, ahora tenemos la eliminación digital Tech de Red America de las plataformas sociales, con conversaciones sobre una 'purga' y una 'reeducación' cultural para sus seguidores (y sus hijos) también. Biden ya está hablando como un presidente de guerra (y el Capitolio ahora ha tomado el aire de un teatro de guerra, con tropas y armas esparcidas por sus pasillos): “Trump”,
dijo Biden, “ha desatado un asalto total contra nuestra instituciones de la democracia, desde el principio, y ayer fue la culminación de ese ataque implacable ”.
Aquí está la primera implicación clave de ese 'evento psíquico', no solo para los estadounidenses, sino para el mundo que observa los eventos que se desarrollan: Biden ha pedido medidas contra el "terrorismo interno" y ha utilizado un lenguaje que generalmente se reserva para el combate con un Estado enemigo: lenguaje como el que acompaña a las grandes guerras. Este es material del 'ciclo de la venganza'. En el caso de dos naciones, literalmente en guerra, lo hacen. Esto es parte de eso. Esperan resolver su conflicto mediante la humillación, la represión y la sumisión forzada del otro (es decir, Japón después de la Segunda Guerra Mundial). Pero Estados Unidos es, al menos nominalmente, una nación. ¿Qué sucede cuando una sola nación se divide, y una convierte a los elementos 'sediciosos' en un 'otro extraño'?
No sabemos. Pero el repruebo es intenso, tanto hacia Trump como hacia los 'deplorables'. Y ahora, estos sentimientos son correspondidos a raíz de la humillación del presidente, en un juicio político sin contenido, alcanzado en pocas horas. Lo que parece seguro es que el curso de los acontecimientos probablemente conducirá a un ciclo de autoreforzamiento de polarización cada vez mayor.
El ascenso del trumpismo ha creado un nuevo maniqueísmo radical entre la élite liberal. La tecnología, con sus algo[ritmo]s que alimentan material de ideas afines a personas de ideas afines, tiene mucho que ver con esta brecha digital e ideológica. Pero la conclusión es que esta división se presenta
(falsamente) como una lucha a fin ahora en curso entre un liberalismo monolítico y un iliberalismo monolítico.
Esto lleva un gran mensaje para Rusia, Irán y China (y otros): Estados Unidos está profundamente dividido, pero su 'nueva misión' será una guerra de 'autoridad jovenlandesal' contra el antiliberalismo, en casa, primero, y luego en el extranjero.
Sin embargo, de mayor importancia, y más amplia, es que la "noble mentira", la máscara que oculta el cínico arreglo que es la "democracia" estadounidense, ha sido despojada. La importancia crucial fue destacada por el FM alemán, Heiko Maas, cuando
observó : “Sin democracia en los Estados Unidos, [no hay] democracia en Europa”.
¿Qué pudo haber querido decir Maas? Posiblemente, se estaba refiriendo a los enojados 75 millones de la América Roja que ahora han captado la impactante magnitud del fraude que se les ha jugado.
Por fraude no se hace aquí una referencia a las afirmaciones concretas sobre el 3 de noviembre, sino al fraude mucho mayor de un sistema manipulado en interés del establecimiento. Este ha sido uno de los puntales básicos del consentimiento diseñado sobre el que se ha apoyado el orden público y la estabilidad social en América y Europa durante décadas: la creencia ingenua en la esencia democrática del sistema.
Este pilar está siendo anulado por el 'Estado Azul' precisamente para saborear una dulce venganza contra Trump por quitarse la máscara a tantas otras cosas del 'Establecimiento de Estados Unidos'. Trump puso al descubierto cuán corrupto se había vuelto el 'pantano', y articuló las preocupaciones y frustraciones más profundas de Red America sobre los trabajos off-shored , la precariedad económica y las 'guerras para siempre'. Ellos, a su vez, habían proyectado su exasperación, amargura e ilusiones sobre él, convirtiéndolo, por defecto, en su abanderado.
Sin embargo, sorprendentemente, este derrocamiento del pilar de una 'noble mentira' diseñada lo están haciendo precisamente aquellos (el establishment), que uno podría haber pensado, tenían más interés en mantenerlo intacto. Pero no pueden resistirlo. Simplemente no pueden perdonar la intrusión del 'forastero' Trump en sus ilusiones pulcramente construidas: destrozar su elaborado 'constructo' de la realidad, simplemente inventando nuevos 'hechos' para impugnar su 'ciencia'.
¿No es esto lo que asusta tanto a Merkel y Maas? La UE tiene su propia "mentira noble", más frágil. Es esto: los Estados, al renunciar a una parte de su soberanía, podrían esperar participar en una "mayor soberanía" (es decir, el Proyecto Europeo) y seguir creyendo que es "democrática".
Este cínico acuerdo europeo solo se mantiene si Merkel y Macron pueden sostener la "democracia" estadounidense como el principio rector del Proyecto Europeo (por engañoso que sea). Pero ahora, con las '
luces apagadas' en la 'Ciudad de la Colina', y con solo un ideal democrático roto bajo el que los líderes de la UE pueden refugiarse, ¿cómo podrá la fórmula lúgubre de una soberanía diluida, sin democracia real; sin raíces en el suelo debajo; con la UE moviéndose hacia una oligarquía cada vez más cercana, y dirigida por un 'politburó' irresponsable y reservado, sobrevivir?
La cuestión es que la "democracia" europea también está manipulada hacia Alemania y las élites. Y los europeos comunes lo han notado (especialmente cuando solo una parte de la comunidad soporta una carga desproporcionada del dolor económico de el bichito). Las élites temen a Trump: puede dejarlo todo al descubierto para que todos lo vean.
Algunos líderes de la UE pueden esperar que el trumpismo sea tan completamente aplastado, y su voz silenciada, que se pueda contener el consentimiento público de fracturamiento propio de Europa. Sin embargo, deben saber, en su corazón, que el recurso a la identidad y la ideología de género (como pretexto para un mayor estatalismo) solo blindará las burbujas y las divisiones porque impiden que las personas se escuchen entre sí. Es la política de polarización post-persuasión, post-argumento.
Sin duda, el resto del mundo está tomando nota de ello. No aceptarán conferencias jovenlandesales de Europa en el futuro (aunque indudablemente las recibirán), y los estados buscarán construir un 'consentimiento público' en torno a 'polos' bastante diferentes: conciertos sueltos de estados, cultura tradicional y la historia. narrativas de sus comunidades.
Traducción google (énfasis negrita es mío)
el kraken no es un monstruo, es el sistema, no puede reformarse desde dentro. O gráficamente expresado, el kraken Trump mordió el polvo contra el leviatán DS
