El que seamos capaces de construir. Nuestra derecha quiere acompañar al EEUU WASP en su caída al infierno, cuando es algo que deberíamos estar celebrando, aunque conviene que mantengan cierta potencia para frenar a los otros. Nuestra izquierda está vendida espiritualmente al imperialismo baizuo cuyo único programa es nuestro exterminio. En nuestro país en concreto, el programa europeísta es la reducción de nuestra nación a un tamaño manejable de poco más de 30 millones de personas entregadas a trabajos de bajo valor añadido.
La revolución o reacción pendiente es transversal y debe darse en gentes que tomen todas las plataformas políticas e ideológicas y las vuelquen al bien común de la Patria Grande. La forma ideal sería un Acuerdo Estratégico entre los miembros más poderosos de cada continente (pienso en Brasil, México, España, Angola y Filipinas), nuestro "Five Eyes", al que se podrían ir incorporando los demás, y un programa esencial en materia militar, industrial, comunicativa y financiera bajo unos principios comunes compartidos.
Hablar de esto sigue siendo política ficción. El resultado es el hundimiento del proyecto colectivo, con su espejo en el hundimiento del proyecto individual y familiar de gran parte de los individuos integrantes de este espacio político. Seguimos en fase de concienciación y evangelización.
A pesar de todo, es cierto que se abre una ventana de oportunidad, igual que se abrió en el estancamiento británico, y que fue momento de grandes palabras por parte de patriotas de Este y el Otro lado del mar, fructificando en una serie de regímenes defensivos como los de Perón, Getúlio Vargas, Pérez Jiménez, Franco y Castro. Todo ello reventado por el ascenso yanki.