Eso no es cierto. El señor Rallo, paradigma del liberal, siempre ha abogado por cerrar, alarma dura porque así se arregla antes, según él, sin pensar que el bichito, sea lo que sea, puede estar ahí con encierros o sin ellos, como ya se ha demostrado con el arresto domiciliario más salvaje del mundo y con las tasas más altas de muertos. Ahora tocan los otros muertos, que serán muchos miles más, además de millones de vidas, de experiencias vitales, aniquiladas como fin (tal vez peor fin, estar vivo y tener que sufrir una agonía de décadas de miseria y humillación hasta que mueras en cualquier esquina abandonado porque te quitaron todo lo que antes tenías y por lo que luchaste).