Kevin
1,0 de 5 estrellas Poco rigor científico para un libro con mucho que contar.
Revisado en España el 18 de diciembre de 2018
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Posiblemente porque no soy español (soy inglés) acabé harto del algoritmo de victimismo español que no solo impregna el libro sino se convierte desde el principio en el objetivo del libro. Supongo que el titulo da de entender que ese es el propósito del libro y estaba advertido.
Es una pena porque hay muchos datos históricos muy curiosos e interesantes sobre los tiempos de España como imperio y está claro que hubo/hay muchísimo “ fake news” sobre el legado de España. Lo que pasa es que el hecho de que hubo “fake news” o leyendas negras, realmente no es novedad y redundar en la indignidad y el orgullo herido a lo largo del libro resulta cansino.
Mas grave, para mi, es que al perseguir este fin se genera el gran problema del libro que es una falta de rigor histórico para crear una narrativa equilibrada , más que nada por omisión, El siglo dieciséis cuando España era la super-potencia del mundo, es lo más sangrante. Los protestantes, Lutero y los territorios de Inglaterra, Flandes y “Alemania” vierten su odiosa propaganda sobre España por razones de pura maldad. Muchos atenuantes están despachados con una sentencia, por ejemplo, la corrupción rampante de la iglesia Católica que actuaba con soberbia y arrogancia y a través de instalar miedo en las masas . La masacre del día de San Bartolomé se menciona de casualidad cuando la realidad es que contribuyo de forma significativa al miedo al catolicismo. El pobre Felipe II parece una víctima sin capacidad de reaccionar a pesar de ser el hombre más poderoso del planeta con las maquinas de propaganda más efectivas (de aquellos tiempos de analfabetismo) que eran el arte y la música. No se menciona que Felipe II se casó con La reina Mary en Winchester entre fiestas y jolgorio y que su retrato como rey de Inglaterra sigue colgado en el parlamento británico a día de hoy. Si Mary hubiera dado luz a un hijo sano, la historia sería completamente diferente y es precisamente este tipo de conjetura que realmente falta en el libro.
La defensa de la inquisición es risible. Hubo pocos protestantes quemados en España precisamente por su magnífica eficacia como demuestra el episodio cerca de Sevilla cuando unos monjes quisieron emular a los protestantes del norte y traducir la biblia del latín a la vernácula. La Inquisición descubrió la “herejía” que se practicaba en el monasterio de San Isidoro del Campo en Santiponce. Algunos monjes lograron huir, pero otros fueron recluidos en el castillo de San Jorge para ser quemados en diversos autos de fe, hecho que ayudó a acabar con cualquier atisbo de la herejía protestante en España ¿Quién se atrevía a convertirse al protestantismo en España? La insinuación de que hubo un tipo de libertad de expresión en las tierras controladas por España en estos tiempos, tal y como lo podemos entender hoy en día, es absurdo. La gente ni siquiera tenía acceso a una biblia en español.
Fue Napoleón quien quito la inquisición solamente para que los españoles lo volviesen a reinstaurar en TODOS sus territorios después de que Inglaterra liberara al país del déspota francés. Irónicamente eran las tropas británicas, con algo de ayuda de los propios españoles, quienes lograron salvar la iglesia católica de España de una destrucción metódica y total por parte de los franceses. Mientras que el retrato de Felipe II cuelga en Westminster no hay un solo monumento dedicado a Wellington en España….
El siglo dieciocho vuelve con más alegaciones dudosas. Comparar las minas de carbón de la revolución industrial con las minas en América es de risa. Si, con el capitalismo salvaje entraron a trabajar mujeres y niños en condiciones penosas… cosa que no pasó en las minas controlados por España en América porque no tenían ni la fuerza necesaria para bajar a las profundidades ni desempeñar lo que exigieron los españoles. Pocos hombres superaron más de siete años de trabajo en la mina de Potosí , por ejemplo, y aunque la cifra de Eduardo Galeano de 8.000.000 muertos de indígnenos es claramente exagerado está claro que la cifra de muertos es colosal.
Se comenta que hubo muchas revueltas en el resto de Europa coincidiendo con la época de la industrialización mientras que se insinúa que España era un remanso de paz. España seguía recuperándose de la destrucción de las tropas francesas y la mayoría de la población buscaba subsistir. Aun así hubo dos guerras Carlistas.
En fin, es inevitable que España honra Hernán Cortes como héroe mientras que su nombre despierta sentimientos bien distintos en Mexico igual que es inevitable que el autor despacha a Drake como nada más que un desdeñable pirata cuando en Inglaterra le recuerdan como el primer capitán que logró circunnavegar el mundo en solitario y después defender a Inglaterra de la oleada turística que quiso perpetrar Felipe II ¿Qué vamos hacer? Las naciones necesitan sus héroes y sus némesis para poder agitar con seguridad sus banderas y la verdad siempre ha sido un tema secundario. Se ve ahora con el Brexit.
Pues una pena porque hay partes del libro que me han gustado. Solo queda recomendar a la gente a que le ha encantado este libro, el libro de Antonio Espino López “La conquista de America: Una revisión crítica” para una narrativa que, quizás, va demasiado lejos en el otro sentido.