Para probar que Dios existe hay muchos argumentos formidables. Pero quiero enfocarme en uno en particular que ha sido monumentalmente malentendido por los contemporáneos. Se trata del argumento que alcanza a Dios como primera causa necesaria. Este argumento tiene una amplia historia en el pensamiento filosófico occidental. Desde Aristóteles, que no lo usa propiamente pero se sirve de uno muy relacionado, hasta el presente, ha encontrado defensores entre las mentes más brillantes que ha producido la humanidad.
Mi formulación del argumento es la siguiente:
1. Todo efecto tiene una causa.
2. Toda causa actúa por sí misma o depende de causas externas que le otorguen poder causal.
3. Existe por lo menos un efecto en el universo.
4. De (3) y (1) se sigue que existe, al menos, una causa en el universo para ese efecto.
5. De (4) y (2) se sigue que esa causa actúa por sí misma o depende a su vez de otra causa para actuar.
6. Si depende de otra causa para actuar entonces su poder causal es un efecto de esa causa previa
7. Pero de esta causa previa se puede afirmar igualmente que actúa por sí misma o depende de otra.
8. No puede existir una serie infinita de causas dependientes de otras. Cada miembro de la serie sería un efecto de causas previas. Tendríamos infinitos efectos sin causa que los explique. Pero esto contradice (1).
9. De lo anterior se sigue que alguna causa debe actuar por si misma y no depender de otras. Debe haber alguna causa no causada que explique finalmente el efecto considerado en (3).
Es importante entender lo que se obtiene con este argumento. La idea es sencilla pero sus consecuencias son trascendentales. Simplificando mucho más se puede condensar esta idea en lo siguiente: Todo efecto tiene causa. Pero observamos efectos diversos en el mundo que dependen de causas variadas. Esas causas, a su vez, o son efectos de otras causas o no lo son. Si son efectos entonces dependen de otras causas. Pero esto no puede seguir indefinidamente a menos que desechemos el principio de causalidad. Debe haber una causa no causada que explique la serie.
Todavía no sabemos si esta causa no causada es única o múltiple. No sabemos si es material o si es inteligente o si es una espuma cuántica u otra cosa. Este argumento nos dice, hasta ahora, que si observamos algún efecto en el universo entonces el principio de causalidad nos lleva a la existencia de alguna causa no causada. Habrá que deducir cuidadosamente qué tipo de realidad debe ser una causa no causada para poder reconocer el ella a Dios.
En este punto es importante señalar uno de los errores más comunes de los críticos que no entienden este argumento. El argumento no tiene como premisa que todo tiene una causa. La premisa correcta es todo efecto tiene una causa. Esta premisa no requiere que toda realidad sea causada. Sólo requiere que aquellas realidades que reconozcamos como efectos sean causadas. Incluso Bertrand Russell erró en este punto. Refiriéndose a este tipo de argumento decía lo siguiente:
Podría decir que cuando yo era joven y reflexionaba muy seriamente sobre estas cuestiones, durante mucho tiempo acepté el argumento de la primera causa, hasta que un día, con 18 años, leí la autobiografía de John Stuart Mill, y allí encontré esta frase: “mi padre me enseñó que la pregunta ¿quién me hizo? no tiene respuesta, dado que conduce inmediatamente a la siguiente cuestión ¿quién hizo a Dios?” Esa frase tan sencilla me enseñó, tal y como sigo pensando, la falacia en el argumento de la primera causa. Si todo debe tener una causa, entonces Dios debe tener una causa. Si puede haber algo sin causa, este algo puede ser tanto el mundo como Dios, por lo que no puede haber ninguna validez en ese argumento.
Russell asume erróneamente que algún filósofo teísta de importancia ha defendido como premisa que todo debe tener una causa. Pero ni Aristóteles, ni Sto. Tomás de Aquino, ni ningún otro teísta representativo, hubiera reconocido esa premisa como verdadera. Russell, y los que repiten esta crítica sin estudiar bien las fuentes, atacan un hombre de paja que no tiene nada que ver con la versión usual del argumento por la primera causa.
Una vez aclarado este punto podemos volver al resultado que hemos obtenido: la existencia de alguna realidad no causada. Puede parecer muy modesto este resultado pero implícitamente ya hemos demostrado que Dios existe. Veamos por qué: Una causa no causada es:
1. Simple: porque si tuviera partes, o fuera compuesta de alguna forma ,sería una realidad causada.
2. Inmaterial: porque toda realidad material es compuesta y todo compuesto es causado.
3. Eterna: porque si hubiera comenzado a existir sería causada. Nunca ha comenzado a existir. Tiene que existir por sí misma. Tener en sí misma la razón de su ser por lo que es. Toda realidad causada recibe la existencia de las causas que la produjeron. Pero una causa incausada tiene existencia por sí misma. Esto implica que tampoco puede dejar de existir. Si intrínsecamente tiene la capacidad de existir sin depender de otros, entonces no puede dejar de existir. Sería como decir que un perro puede ser perro aunque fuera gato.
4. Ilimitada, infinitamente perfecta: en las realidades causadas el ser no se posee enteramente sino que es recibido por acción de una o varias causas. Esto implica que participan parcialmente del ser. Pero una realidad que existe por sí misma no participa limitadamente de ese ser, lo posee esencialmente y sin límite alguno. Esto se puede ilustrar con una analogía imperfecta: existen muchas cosas que participan del color blanco, pañuelos, alimentos, adornos etc… pero ninguno es blanco ilimitadamente. Sólo participan parcialmente del color blanco. Pero si existiera tal cosa como el blanco en sí mismo entonces esa realidad sería la blancura misma ilimitadamente blanca. En el caso de una causa no causada lo que se posee sin límites es la existencia, la capacidad de ser. Poseer el ser sin limitaciones implica poseer en grado superlativo todas las perfecciones propias del ser. Toda realidad causada es una participación limitada del ser: un perro tiene perfecciones diferentes a un ser humano, una estrella o cualquier otra realidad finita. Esos seres son intrínsecamente limitados y finitos porque no poseen el ser que tienen por sí mismos sino que lo reciben parcialmente de sus causas. Una causa incausada no ha recibido una medida limitada de ser sino que esencialmente lo posee. Y esto sin límite alguno fuera de los límites que pone el principio ontológico de no contradicción.
5. Única: supongamos que hay dos o más. Una tendría alguna perfección o propiedad que la otra no tuviera. Pero esto es imposible porque al ser realidades no causadas gozan de la misma plenitud total y completa de ser. Coinciden perfectamente. Hay que cuidarse de no dejarse engañar por la imaginación en esto. Podemos imaginar dos causas incausadas separadas por un espacio intermedio. Pero hay que recordar que ya concluimos que la realidad no causada no puede ser material ni , por tanto, espacio-temporal. Otra manera de pensarlo es considerar la absurdidad de dos o más seres ilimitados coexistiendo. Evidentemente uno limitaría al otro en sus acciones y tendríamos seres ilimitados pero limitados. Si aceptamos que la realidad incausada tiene la plenitud total de ser no podemos admitir sino una sola realidad de ese tipo.
6. Inteligente: si admitimos que toda realidad es inteligible no se puede evitar concluir que una realidad no causada necesariamente debe ser inteligente. Inteligible quiere decir que todo ser real tiene capacidad para ser entendido por un intelecto. Las ciencias naturales y sociales asumen esto cotidianamente. El físico asume que átomos, moléculas, radiación ionizante y semejantes son realidades que podrá entender si se aplica a ello por ejemplo. Si una de las propiedades esenciales de toda realidad es su capacidad de ser captada por un intelecto entonces una realidad que exista por si misma debe poseer esta propiedad también. Pero si existe por sí misma debe poseer todas sus perfecciones en forma ilimitada y actual como se dijo antes. Esto indica que por sí misma debe ser inteligible sin depender de intelectos externos. Debe ser inteligible e inteligente de sí misma.
Es evidente que estos puntos requieren una argumentación muchísimo más detallada pero quería mostrar parte de la complejidad de estos temas y cómo se puede reconocer poco a poco a Dios en la primera causa no causada. Notemos que las propiedades que deducimos de una causa incausada echan por tierra enteramente las respuestas simples que dan los áteos y agnósticos poco formados: el universo, el espacio-tiempo, una espuma cuántica o el multiverso no pueden ser causas incausadas. Hemos razonado y alcanzado una realidad inmaterial, única, eterna, perfecta e inteligente que además es causa universal de toda otra realidad observable. Esto es un resultado formidable partiendo de un principio aparentemente trivial: todo efecto tiene una causa y ciertas premisas adicionales eminentemente razonables.
El escéptico puede quitarle fuerza a este argumento negando el principio de causalidad. Si no hay efectos y causas reales falla el argumento. Pero me parece una locura tirar por la ventana el principio de causalidad para evitar sus consecuencias necesarias