Se alcance o no un acuerdo con los acreedores, en Argentina toca un modelo de producción y trabajo, tanto para devolver los préstamos como para vivir de lo propio una vez agotado el modelo rentístico especulativo.
Se estima que dicho modelo estará planteado hacia finales de este año.
Atravesar estos meses hasta entonces va a ser complicado, y mientras tanto se irá definiendo quién lo conducirá, si el presidente Fernández dentro de su esquema característico del mundo que queda atrás, o algún gobernador de provincia con precios ordenadores del combustible y alimentos que contenga a todos los habitantes del país.
Qué envidia que puedas tener esa esperanza viva aún. Yo ya no le veo salida. No creo que la situación actual sea mera incompetencia. Es algo buscado.
Y por más que arreglen el modelo económico, mientras el nivel de delincuencia, impunidad y corrupción no baje, nada puede hacerse para detener la creciente brecha entre ricos y pobres que ha llegado para quedarse. Porque cada vez más, quien tiene un poco de dinero se aísla en barrios separados de quien tiene un poco menos, para salvaguardar lo suyo. Y nos alejamos de todo tipo de comunidad.
Y tampoco pueden prosperar las PYMEs, ya que uno de los limitantes a la actividad, además de los impuestos exagerados, es la dificultad para encontrar mano de obra decente en cualquier rubro. Si el empleado no falta día por medio siempre con alguna excusa, o no es un incompetente, o no es un con poca gracia que buscará la forma de causarte problemas con juicios laborales y el sindicato, es un con poca gracia que te relojeará la planta para luego vender el dato y que te entren a robar. No falla.
Incluso los más progres tratan de ponerse a resguardo de la negrada y no confían en ellos más que para darles changas de parquero de vez en cuando, o alguna limosna o conseguirles planes sociales, pero lejos y fuera de casa.
El país está bananizado totalmente, y lo poco que queda se mantiene gracias a la generación que ahora se está jubilando, que se morirá con sus conocimientos.
Hace poco llevé el coche al mecánico, el hombre tiene más de 70 años. Me contaba cómo comenzó en su oficio, la cantidad de cursos que estudió, en Buenos Aires y otras ciudades. Lo mandaban las empresas a capacitarse. Es capaz de hacer magia con los motores. El contraste con un mecánico de <50 años es notorio. Lo mismo en casi cualquier oficio. Lo mismo en los docentes universitarios.
Lo poco que queda de Argentina, sea infraestructura, sea capital social, tiene más de 60 años. En 10-20 no queda nada. Y cualquier modelo económico, por bueno que sea, se implementará sobre una base nueva, partiendo de gente nueva, de cero knowhow, de cero infraestructura, de cero capital social.