la "apertura económica" nos os puso de rodillas ante el capital. Malvendimos nuestra capacidad productiva, nuestra industria, nuestro mercado, nuestra soberanía alimentaria, legislativa y militar...
Ni siquiera hoy somos conscientes de que fue gracias a ello que los inversores y accionistas pueden ahora disfrutar de los beneficios de aquellas brutales privatizaciones y desindustrializaciones y los políticos de sus prebendas, mientras nosotros pagamos más caros los servicios básicos.
No sólo fueron la electricidad, las telecomunicaciones, la distribución de petróleo y gas, la explotación de las minas, la metalurgia pesada, el transporte ferroviario, naval y aéreo, la producción y distribución de tabaco... había mucho más. Sectores mixtos, como el bancario; empresas públicas y de participación pública en sectores tan variados como Seguros, Alimentación, Textil, Electrónica, Informática, Ingeniería, Energía, Minería, Automoción, Rodamientos, Bienes de equipo, Construcción Naval, Armamento, Turismo, Aluminio, Metalurgia Ligera, Desarrollo Industrial, Papel y derivados de la celulosa, Fertilizantes, Artesanía, Construcción...
Empresas capaces de proporcionar servicios y productos básicos a precios asequibles, y cuyos beneficios revertían en el Estado. Es sorprendentemente abultada la lista de empresas pertenecientes al patrimonio estatal que se construyó con las aportaciones de nuestros padres y abuelos y que se fue desmantelando con la desindustrialización y posterior privatización.
Mal negocio hicimos, cuando decidimos seguir las órdenes del “Mercado” Europeo: no sólo malvendieron la herencia de nuestros padres y abuelos, sino que robaron el futuro de nuestros hijos.
Vendimos lo que daba beneficios para quedarnos sólo con lo que daba pérdidas: pan pa' hoy, y hambre pa' mañana.