El gobierno español tuvo una oportunidad de oro de ver los toros desde la barrera cuando el caos reinaba en China y prepararse en consecuencia. Se podrían haber tomado medidas preventivas que económicamente habrían costado muy poco si se hubiesen hecho en ese momento, como cerrar fronteras temporalmente con China, poner a las personas que hubiesen llegado de allí recientemente en cuarentena, promover contactos urgentes con otros países de la Unión Europea para imponer dichas restricciones a nivel de toda Europa, establecer protocolos estrictos, hacer acopio de material sanitario y mascaras, prohibir la especulación que ha habido con las mascaras por parte de ciertos individuos (los chinos residentes en España arrasaron con casi todo el stock de mascaras, por eso ahora dicen que "no hacen falta": las pocas que hay tienen que reservarlas para los hospitales), etc.
Pero no se hizo nada. ¿Por qué? Ahhhhhh
Así que pasamos al plan B, que ese sí que es el caro, el costoso, el que España no se puede permitir: dejar que entren personas infectadas sin ningún control, que el bicho se extienda libremente, y luego si eso ya veremos qué pasa. Y lo que va a pasar es que el número de infectados va a aumentar exponencialmente como ya hemos podido ver en otros países, que las UCI se van a colapsar como ya está a punto de ocurrir en Italia, y que a este paso es cuestión de tiempo que estaremos peor que los italianos porque ellos al menos hacen cuarentenas y cierran colegios, nosotros en cambio celebramos carnavales y fallas con todo lo que eso conlleva, mientras difundimos mensajes de tranquilidad y de que esto es como una gripe. El daño que esta negligencia va a hacer a todos los niveles, no ya sólo por el número de fallecidos, sino también a la economía y el turismo, va a ser difícilmente recuperable.