Con los primeros rayos de luz iluminandome la cara a traves de la ventana, me incorpore de una gran cama señorial para luego refrescarmela en una antigua pileta de laton. Vestido con ropajes de epoca, pase a descender las escaleras de maderas nobles escuchando su hipnotico crujir, mientras observaba enormes retratos de antaño, de señores distinguidos con bigotes largos especialmente atusados. Hasta llegar al gran salon principal donde unos criados me dejaron preparado el desayuno, te con leche, tostadas, mantequilla, mermelada de grosella, un huevo cocido acompañado de un salero y una cuchara de plata. Tras revisar las ultimas nuevas en el Times por aquello de no perder las buenas costumbres, y terminar de darle el ultimo sorbo a la taza de te, me limpie con parsimonia la comisura de los labios, para acto seguido, dirigirme hacia el despacho, donde en el ultimo cajon del escritorio tenia guardado mi antiguo revolver reglamentario, de cuando servi con honores como oficial de caballeria en el ejercito de su graciosa majestad durante la guerra de los boers.
Antes de salir de la mansion, me detuve por un instante a recorrer visualmente con un giro de 180 grados cada esquina, cada recoveco y cada recuerdo. Especialmente aquellos aparentemente mas intrascendentes, que por alguna extraña razon, acostumbran a ser los que se quedan grabados con mayor nitidez en la memoria. A la salida de la mansion, mis pasos recorrieron con inusitada serenidad el interminable y laberintico jardin, junto con la fuente que lo presidia, y tras atravesar tambien los prados limitrofes, camine en direccion al horizonte de la idilica y bucolica campiña, en una mañana de tonos grises y matices sobre los tenues claros que ayudaban todavia mas a resaltarlos, como siempre me habia gustado.
Tras llenarme de aquel aire tan fresco y puro, cerre los ojos. Entonces, se rompio el silencio del alba con el estruendo de un seco y fulminante disparo. El cual, provoco a ciencia cierta que repentinamente alzasen el vuelo una improvisada bandada de pajaros. Mientras en ese mismo instante, una nueva estrella comenzaba a brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhauser.