Jesùs lo dijo
Madmaxista
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David Bohm, el Universo conexo e implicado
La realidad formada por entidades completamente separadas nos ha ayudado a avanzar, a establecer y asentar nuestras verdades científicas, pero quizás ha llegado el momento de considerar que la única forma de seguir adelante sea descartar esa desconexión, si queremos de verdad profundizar en la esencia de nuestro mundo.
El físico norteamericano David Bohm , antiguo colaborador de Einstein, hizo grandes aportaciones a la física cuántica y a la teoria de la relatividad. La importante cuestión que plantea la mecánica cuántica sobre la no localidad de ciertos fenómenos lo llevó a realizar una interpretación diferente a la “convencional”, también llamada de Copenhague . Para Bohm, existe una realidad conexa, que va más allá de la indeterminación cuántica. Su teoría determinista no-local de variables ocultas de la física cuántica es conocida también como interpretación ontológica y está relacionada con el llamado paradigma holográfico .
Curiosidades sobre hologramas
Además de ser tridimensional, la imagen registrada en un holograma difiere de una fotografía convencional en un sentido muy importante. Si se corta una fotografía normal por la mitad, cada parte contendrá sólo la mitad de la imagen contenida en la fotografía original. En cambio, si se corta un holograma por la mitad y se proyecta un haz de láser a través de una de las secciones, se comprobará que cada mitad contiene la imagen completa del holograma original, con menor definición. Cada diminuta parte del holograma contiene no sólo su propio “bit” de información, sino también todo otro “bit” de información correspondiente al resto de la imagen; en consecuencia, se puede cortar un holograma en pedazos y cada porción individual contendrá una versión borrosa pero completa de la imagen entera. Dicho de otro modo, en un holograma cada parte de la imagen interpenetra todas las demás partes, de la misma forma que en el universo no local todas sus partes se interpenetran.
Para Bohm, el Universo sería un inmenso holograma y el tiempo y el espacio ya no deben ser considerados fundamentales, porque en el mismo existe un nivel más profundo, donde conceptos como el de “localización” pierden su consistencia: el tiempo y el espacio tridimensional tendrían que ser vistos como proyecciones de este nivel más profundo. Al orden en ese nivel lo llamaba orden implicado y en el nivel que lo observamos nosotros orden explicado. El cerebro sería una especie de holograma intentando descifrar el super holograma que presenta toda la realidad que nos envuelve.
Precisamente, trabajando de forma totalmente independiente de Bohm, el neurofisiólogo Karl Pribram de la Universidad de Stanford propuso también un modelo holográfico de conciencia. En apoyo a sus conclusiones, Pribram menciona pruebas de que la memoria no aparece localizada en ningún área particular o célula individual del cerebro, sino que parece distribuirse de tal manera que coincide con la totalidad del cerebro.
Hay un sencillo experimento, muy esclarecedor, que le hizo reflexionar sobre los dos diferentes órdenes: Si colocamos una gota de tinta en un cilindro lleno de glicerina y le damos vueltas hasta que la gota se va deshaciendo, en un hilo cada vez más fino, hasta desaparecer, la infinidad de puntitos resultantes aparentemente desconectados los unos de los otros y situados al azar serían la realidad tal como la observamos, el orden explicado. Cuando le damos la vuelta al revés, al cilindro, y vemos que a cada vuelta se va recomponiendo la gota hasta volver a aparecer, descubrimos el orden implicado: la desconexión aparente de la infinidad de pequeñísimas gotas desaparece hasta que aparece el orden implicado subyacente.
Bohm fue un gran científico pero sobre todo un hombre valiente. La verdad científica le llevó más allá y siguió sin miedo el impulso de su mente y de su corazón. Eisntein que lo conocía bien dijo de él:” Es el único que puede ir más allá de la mecánica cuántica”.Conoció al gran filósofo J. Krishnamurti con el que entabló una fructífera amistad que le hizo ahondar todavía más en sus ideas sobre el orden implicado y la no localidad e intemporalidad del mismo.
La realidad formada por entidades completamente separadas nos ha ayudado a avanzar, a establecer y asentar nuestras verdades científicas, pero quizás ha llegado el momento de considerar que la única forma de seguir adelante sea descartar esa desconexión, si queremos de verdad profundizar en la esencia de nuestro mundo.
El físico norteamericano David Bohm , antiguo colaborador de Einstein, hizo grandes aportaciones a la física cuántica y a la teoria de la relatividad. La importante cuestión que plantea la mecánica cuántica sobre la no localidad de ciertos fenómenos lo llevó a realizar una interpretación diferente a la “convencional”, también llamada de Copenhague . Para Bohm, existe una realidad conexa, que va más allá de la indeterminación cuántica. Su teoría determinista no-local de variables ocultas de la física cuántica es conocida también como interpretación ontológica y está relacionada con el llamado paradigma holográfico .
Curiosidades sobre hologramas
Además de ser tridimensional, la imagen registrada en un holograma difiere de una fotografía convencional en un sentido muy importante. Si se corta una fotografía normal por la mitad, cada parte contendrá sólo la mitad de la imagen contenida en la fotografía original. En cambio, si se corta un holograma por la mitad y se proyecta un haz de láser a través de una de las secciones, se comprobará que cada mitad contiene la imagen completa del holograma original, con menor definición. Cada diminuta parte del holograma contiene no sólo su propio “bit” de información, sino también todo otro “bit” de información correspondiente al resto de la imagen; en consecuencia, se puede cortar un holograma en pedazos y cada porción individual contendrá una versión borrosa pero completa de la imagen entera. Dicho de otro modo, en un holograma cada parte de la imagen interpenetra todas las demás partes, de la misma forma que en el universo no local todas sus partes se interpenetran.
Para Bohm, el Universo sería un inmenso holograma y el tiempo y el espacio ya no deben ser considerados fundamentales, porque en el mismo existe un nivel más profundo, donde conceptos como el de “localización” pierden su consistencia: el tiempo y el espacio tridimensional tendrían que ser vistos como proyecciones de este nivel más profundo. Al orden en ese nivel lo llamaba orden implicado y en el nivel que lo observamos nosotros orden explicado. El cerebro sería una especie de holograma intentando descifrar el super holograma que presenta toda la realidad que nos envuelve.
Precisamente, trabajando de forma totalmente independiente de Bohm, el neurofisiólogo Karl Pribram de la Universidad de Stanford propuso también un modelo holográfico de conciencia. En apoyo a sus conclusiones, Pribram menciona pruebas de que la memoria no aparece localizada en ningún área particular o célula individual del cerebro, sino que parece distribuirse de tal manera que coincide con la totalidad del cerebro.
Hay un sencillo experimento, muy esclarecedor, que le hizo reflexionar sobre los dos diferentes órdenes: Si colocamos una gota de tinta en un cilindro lleno de glicerina y le damos vueltas hasta que la gota se va deshaciendo, en un hilo cada vez más fino, hasta desaparecer, la infinidad de puntitos resultantes aparentemente desconectados los unos de los otros y situados al azar serían la realidad tal como la observamos, el orden explicado. Cuando le damos la vuelta al revés, al cilindro, y vemos que a cada vuelta se va recomponiendo la gota hasta volver a aparecer, descubrimos el orden implicado: la desconexión aparente de la infinidad de pequeñísimas gotas desaparece hasta que aparece el orden implicado subyacente.
Bohm fue un gran científico pero sobre todo un hombre valiente. La verdad científica le llevó más allá y siguió sin miedo el impulso de su mente y de su corazón. Eisntein que lo conocía bien dijo de él:” Es el único que puede ir más allá de la mecánica cuántica”.Conoció al gran filósofo J. Krishnamurti con el que entabló una fructífera amistad que le hizo ahondar todavía más en sus ideas sobre el orden implicado y la no localidad e intemporalidad del mismo.