Ridículo que es, la palabra del día?
Porque veo a los habituales -que solo reaparecen milagrosamente en los momentos que creen señalados- utilizar la palabra una y otra vez.
Hasta donde yo veo los presos siguen presos, los fugados siguen fugados, la causa sigue adelante, la lista de imputados no hace más que aumentar y oye, la republiqueta sin proclamar, nen.
Mariano fumándose sus puros, Rivera haciendo zapa a todos, Arrimadas que ganó las elecciones en Cataluña y Vox, pues bueno, a lo suyo, meter presos a los separatas. ¿Acaso ha ocurrido algo realmente trascendente que justifique su infantil y efímera euforia? Yo diría que no.
No veas lo bien que se duerme sabiendo que muchos de los cabecillas no volverán a ver sus pueblos en la vida, ya sea porque la palman en el talego o porque andan fugados. Nunca volverán esos días en los que los bedeles de los ayuntamientos les hacían una reverencia al entrar, ni los invitarán a las fiestas, ni comerán butifarra en sus plazas.
Se me pone dura solo pensar el careto de los Estremeros al ver que pasan los días y ni negociaciones, ni reconocimientos, ni interlocuciones, ni platanos en vinagre. La única perspectiva, el hormigón del muro, que eso si que es un muro y no lo de la Tania, coronadito de espinas.
Cualquier día, o mejor, noche me acerco con un megáfono a reirme de ellos.
Así reflexionarán.
Y los de siempre, pues nada, a meterse con Llarena o con Lamela o con quien se ponga. Pero estos están a esta hora a puntito de irse a sus casas con sus familias y les importa tres narices lo que ha dicho un belga o un alemán no sé donde.
Se acabó la fiesta, guarros.