Las deudas no son activos o de como nos vamos a la hez que han puesto un baile.

LÉZARD

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El crecimiento fulgurante del sistema financiero global en el periodo reciente, esta fundado en un timo muy sencillo: disfrazar a las deudas insolventes en activos. Estos “activos” se convierten en palancas que permiten añadir bastantes ceros a las cifras, transformando miles en millones, y los miles de millones en trillones. Así, cada año que pasa, crece un poco más el abismo que separa al sistema financiero de la realidad.

Endeudarse puede resultar útil, siempre y cuando exista la condición de que el crédito obtenido sirva para aumentar la capacidad productiva de una sociedad. Pero, cuando esta deuda no es mas que un sustituto de una actividad productiva real, esta no hace más que agravar la situación. Este es el problema al que debemos hacer frente hoy. A día de hoy casi toda la actividad económica se hace gracias al dinero prestado. Cada fallo en el pago lleva en sí el riesgo del inicio de una avalancha de perdidas y de una reacción en cadena capaz de conducir al sistema a un fallo total. Cada nueva bancarrota nos acerca a esta reacción en cadena.

Después del cambio de orientación económica y política impulsada por la oligarquía financiera durante los años 1967-1970, los EEUU fueron deliberadamente desmantelados. Esta potencia, basada en una sociedad comprometida con el progreso científico y tecnológico, fue reemplazada por una economía de servicio formada por un poco de informática y mucho de especulación financiera. Bajo este régimen, los ingresos, en términos reales, para la gran parte de la población, comenzaron a bajar, en particular para aquellos que perdieron sus empleos industriales bien remunerados, mientras que el coste de la vida seguía aumentando.

Para no perder nivel adquisitivo, los ciudadanos no se pudieron resistir a la tentación del endeudamiento, vía cartas de crédito, crédito a la consumación y crédito hipotecario. Las empresas también se lanzaron sobre el préstamo bancario, colocaciones financieras jugosas y mercados de obligaciones provechosos. La deuda se convirtió en un modo de vida cada vez menos vergonzoso.

La deuda se inflaba amontonándose en nuestro sistema bancario. Los bancos estaban desbordados. Todo el mundo sabia bien que si una deuda individual podía ser pagada, estaba fuera de cuestión para la suma de todas las deudas. Un sistema complicado de refinanciamiento de viejas deudas fue puesto en marcha y los bancos empezaron la titularización, es decir, la emisión de créditos teniendo como base diferentes deudas reunidas. Esta deuda titularizada, fue vendida en cantidades fenomenales a los inversores. Si bien, estos títulos representaban deudas insolventes en términos contables eran inscritas como activos en los presupuestos de los inversores que los utilizaban como colaterales o los transformaban en otros títulos revendibles en los mercados.

Muy rápidamente, el volumen de valores de todos estos créditos, los productos derivados y otros productos financieros, sobrepasaban de lejos el volumen de la deuda nominal en el cual estaban basados y sobrepasaba mil veces más al de los activos físico sobre el que todo el edificio reposaba. A medida que el caos general se instalaba, las operaciones desaparecían de los balances para convertirse en simples acuerdos recíprocos en el no man’s land de los mercados de productos derivados y de los hedge funds, que operaran fuera de balance a partir de las indicaciones de los piratas de la city de Londres como los de las Islas Caimán.

Este casino financiero especulativo se volvió tan gigantesco que hubiera podido engullirse toda la economía mundial y desmultiplicar en el mismo tiempo que su talla, su apetito por el líquido. Así, el precio de la inmobiliaria fue artificialmente inflado en EEUU, Europa o Japón, entre otros, para hacer nacer una nueva deuda capaz de alimentar a la bestia. Como era previsible, el casino se hacia tan gigantesco que no había suficientes fichas para hacer girar la ruleta.

El mercado inmobiliario americano, uno de los componentes clave de esta burbuja, toco fondo en el 2005. Primero, el índice de incremento de los precios de la vivienda se hundió, después este índice se despeño, llegando a observarse en algunas regiones una clara caída de los precios. Finalmente, para intentar guardar las apariencias, los financieros bajaron las condiciones de obtención tanto del crédito hipotecario como del crédito inmobiliario. Para los tiburones de las finanzas, no se trataba de seguir vendiendo casas, sino de vender créditos hipotecarios con el fin de mantener los flujos financieros del casino global. La vivienda como tal, desde el punto de vista de los gerentes del casino, no es mas que un subproducto de la industria del crédito.

Puesto que el sistema financiero mundial se resume en una pirámide condenada a crecer o morir, la súbita parada de aportación de liquido, provocó pérdidas resonantes como ondas de choque a través de todo el sistema. Cuando los precios se desploman, los que compraron cuando el mercado estaba en lo más alto, son los primeros en encontrar problemas con hipotecas de un valor superior al valor de su bien.

Un buen número de compradores han firmado créditos hipotecarios a tasas variables. Mientras que las mensualidades aumentan, el valor de sus casas desciende. Los impagos comienzan a llover, las casas son embargadas. Esta potencia dinámica deja entrever problemas mayores para los miles de millones de dólares de activos financieros basados en el valor de la inmobiliaria.

Estos impagos son los que han puesto en marcha lo que hoy se conoce como crisis del crédito hipotecario de riesgo (subprime), acusado de ser la causa de las turbulencias de los mercados financieros. Si solamente los compradores hubieran sido responsables y si solamente los prestamistas hipotecarios hubieran sido menos glotones, no nos encontraríamos en esta situación, un sistema financiero infectado.

La canción esta escrita por los banqueros y los medias. Hay todo lo que hace falta para hacer llorar: los pobres bancos inocentes victimas del hombre de la calle, las familias enteras bajo la amenaza de encontrarse en la calle, todo lo que permita no decir claramente que todo esto es el resultado directo de la propia naturaleza del sistema financiero.

Ya que los activos de hoy, no son más que la deuda de otro, cada impago arruina el activo de alguien. Y cuando las perdidas se acumulen, provocaran ondas de choque que se expandirán a través del conjunto del sistema.

Para agravar el mal, hay miles de millones de dólares de activos en el sistema cuyo valor viene únicamente definido por el valor creciente de los bienes inmuebles. En claro, se estima su valor en función a la eventual venta a un tercero capaz de comprarlos a un precio que supere al de compra. Así, cuando los precios no suben más, el juego termina.

En los años recientes, con el fin de poder continuar este juego, los bancos centrales han comenzado a acrecentar el ritmo con el que inyectan dinero en el sistema. El volumen de dinero inyectado fue tan grande que la velocidad de incremento de tasa de emisión de moneda supera el incremento de la tasa de crecimiento de los agregados financieros. Así pues, el punto en el que la deuda hubiera podido ser refinanciada a sido superado desde hace ya mucho tiempo.

Esta situación se puede comprender a través del esquema de la “triple curva” de Larouche, que visualiza en una sola función continua la dinámica de una economía física decaída sometida al crecimiento hiperbólico de los agregados financieros y monetarios. A medida que el pillaje de la economía física progresa para sostener la burbuja, la base sobre la cual se sostiene el conjunto de valores financieros y especulativos, disminuye y acaba por provocar el derrumbe de todo el edificio. Si dejamos de alimentar a la burbuja, se hunde, si continuamos alimentándola, se hunde también. La realidad de estas concepciones supera con crecer los algoritmos de Wall Street.

Cuando se tratan a las deudas como activos, los activos del sistema se vuelven inciertos y toda la montaña financiera sobre la base de créditos de esta naturaleza se desmoronara rápidamente. Cada vez que uno de estos activos se derrumba, acrecienta la velocidad de caída de los otros y acelera la velocidad de caída del sistema como un todo. A día de hoy, mientras un numero de especuladores intenta vender sus títulos podridos, el valor de estos títulos caerá con cada nueva tentativa de venta. Estos créditos no tienen valor si nadie los compra y tampoco lo tiene se alguien los comprara.

La desintegración actual se esta llevando a cabo a diferentes velocidades dependiendo de cada país, pero cada una se inscribe en la lógica de la decadencia de productividad acoplada a un crecimiento hiperinfacionista en los valores monetarios y financieros. La velocidad de este hundimiento aumentará hiperbólicamente y el sistema caerá de lleno, probablemente antes de finales de octubre, Las enormes explosiones que vemos actualmente, serán seguidas de otras todavía más importantes. Si el sistema topa con una mina, podría exhalar su ultimo suspiro mucho más pronto. La inestabilidad del sistema aumentará en función de la importancia de las perdidas.

http://www.solidariteetprogres.org/spip/sp_article.php3?id_article=3298
 

pumuky

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Gracias por la traducción, lo explica de una forma muy clarita, esta teñido con ciertos tintes catastróficos y el hecho de que hablen del colapso del sistema económico de una forma tan explicita a veces me provoca cierto requemor, que no quiero decir con ello que no sea creible, pero podrian decir las consecuencias de una forma más diplomática, dejando interrogantes sobre el futuro, pero lo de anticipar debacles de semejante magnitud me crean cierto rechazo.
Saludos y gracias
 

LÉZARD

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pero entonces... cual es la salida?
Que el asunto esta feo, parece que es un hecho. Sería interesante iniciar un debate sobre posibles soluciones al panorama que tenemos delante, porque sin caer en el "catastrofismo", me temo que no hay nadie de esos a los que pagamos para que "no lo permitan" pensando en como reconducir el tema.
Se aceptan sugerencias.
 

autsaider

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pero entonces... cual es la salida?
Que el asunto esta feo, parece que es un hecho. Sería interesante iniciar un debate sobre posibles soluciones al panorama que tenemos delante, porque sin caer en el "catastrofismo", me temo que no hay nadie de esos a los que pagamos para que "no lo permitan" pensando en como reconducir el tema.
Se aceptan sugerencias.
No hay solución porque el petróleo se agota.
 

dkd

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Tico dijo:
No hay solución porque el petróleo se agota.
Soluciones hay, otra cosa distinta es que se vayan a aplicar.

Por cierto, LÉZARD, buenísimo lo que has publicado.
 
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autsaider

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Soluciones hay, otra cosa distinta es que se vayan a aplicar.

Por cierto, LÉZARD, buenísimo lo que has publicado.
Hay una relación directa entre riqueza y consumo de energía. Por eso el agotamiento de los combustibles fosiles significa recesión. Y como el sistema monetario que tenemos está basado en la deuda, la recesión significa colapso monetario.

¿Cuales son esas otras soluciones? ¿Como vamos a lograr que la produción de energía aumente de manera exponencial indefinidamente en un mundo finito?
 

Macabrón

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Mediante política fiscal pagaremos las deudas de los pepitos los no empepitados y tardará más todo en irse al carajo. Y para que el sistema financiero mundial funcione, creemos una guerra ¿Irán? ¿Venezuela? con la excusa del terrorismo USA y sus acólitos pueden intervenir donde les salga. De todos modos es un texto demasiado catastrofista aunque excelente.
 

dkd

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Tico dijo:
Hay una relación directa entre riqueza y consumo de energía. Por eso el agotamiento de los combustibles fosiles significa recesión. Y como el sistema monetario que tenemos está basado en la deuda, la recesión significa colapso monetario.

¿Cuales son esas otras soluciones? ¿Como vamos a lograr que la produción de energía aumente de manera exponencial indefinidamente en un mundo finito?
La solución: DECRECIMIENTO.
 

Glasterthum

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La solución: DECRECIMIENTO.
No, ésa no es la solución, a eso nos abocamos si no hacemos las cosas bien en su debido momento, o aun haciéndolas bien. ¿Pero cómo compatibilizas el decrecimiento con el pago de un número ingente de deudas?

El sistema se puede ir al garete de una forma brutal.
 

autsaider

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La solución: DECRECIMIENTO.
La gente no sabe que el dinero lo crea la banca privada y que la banca privada no emite moneda, lo que emiten es deuda. Por supuesto es fisicamente imposible pagar la deuda. Lo único que podemos hacer es pagar los intereses y la única manera de poder pagarlos es que haya crecimiento económico. Y el crecimiento económico depende de que seamos capaces de aumentar exponencialmente la producción de energía. Y no podemos. Lo que viene es recesión que se convertirá en depresión y finalmente un colapso monetario que reducirá la población a unos mil millones y que pasará a los libros de historia como La edad de las tinieblas.

La gente no sabe nada de todo esto que acabo de decir. Pero tú si lo sabes. Por eso no te entiendo.
 

LÉZARD

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parece pues un callejón sin salida...

existe alguna medida que se pueda tomar a corto plazo?

no bastará con sanear el cotarro?

la patata caliente esta en todos los cestos?

el cesto en si es una patata caliente?

estamos solos en el universo?...
 

autsaider

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parece pues un callejón sin salida...

existe alguna medida que se pueda tomar a corto plazo?

no bastará con sanear el cotarro?

la patata caliente esta en todos los cestos?

el cesto en si es una patata caliente?

estamos solos en el universo?...
La única solución que queda es esperar que ocurra un milagro. Rezar.
 

laduda

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Lo del petróleo me parece más fastidioso...

No, ésa no es la solución, a eso nos abocamos si no hacemos las cosas bien en su debido momento, o aun haciéndolas bien. ¿Pero cómo compatibilizas el decrecimiento con el pago de un número ingente de deudas?

El sistema se puede ir al garete de una forma brutal.
... Que el tema hipotecario. No creo que se vaya todo a la porra porque en tanto por ciento, es poca la gente que ha comprado a precios de oro.

En el pico de la hecatombe podría suceder que quien compró en el 97 su pisito por 14Millones. Si tiene que venderlo en ese futuro nefasto no gane un duro. NADA PASARÍA ENTONCES. Aparte, claro está, de la desilusión que provocaría ver como en lugar de vender algo por 70M un año, todos esos millones se han esfumado.

Es decir, el mismo trauma que pudiera pillar quien habiendo cambiado a última hora el resultado del Barca-Getafe y el cambio le resultara rana haciéndole quedarse en una de 13 y perdiendo 55M del ala.

Pues nada unas cervecitas en el bar y a levantarse al día siguiente para SEGUIR CURRANDO.

Hala saludillos y mientras nos llega la hora del caos. Disfrutemos todo lo que podamos.
 

LÉZARD

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El dilema del prisionero es un ejemplo claro, pero atípico, de un problema de suma no nula. En este problema de teoría de juegos, como en otros muchos, se supone que cada jugador, de modo independiente, trata de aumentar al máximo su propia ventaja sin importarle el resultado del otro jugador. Las técnicas de análisis de la teoría de juegos estándar, por ejemplo determinar el equilibrio de Nash, pueden llevar a cada jugador a escoger traicionar al otro, pero curiosamente ambos jugadores obtendrían un resultado mejor si colaborasen. Desafortunadamente (para los prisioneros), cada jugador está incentivado individualmente para defraudar al otro, incluso tras prometerle colaborar. Éste es el punto clave del dilema.