Querida Huesca:
Lo que hoy voy a contarte me sucedió personalmente y parece
tan increíble que paso de contártelo como si fuese un drama e intentaré más
bien hacer comedia.
Tu sabes que desde que se cerró la gasolinera del Niágara
varias clases de indigentes han intentado acampar allí, pero sin éxito, ya que
el Ayuntamiento iba tirando todas las estructuras que había a ras de suelo,
hasta el al final no ha quedado nada.
Hace cosa de un par de meses más o menos fuimos con mi
marido a cargar el motocultor en la furgoneta, para lo que tuvimos que ir por
la parte de detrás de casa de mis padres. Cual no sería mi sorpresa al ver un
ford fiesta rojo que se caía a pedazos, lleno de etnianos y que además sacaban
barcas con comida. Yo , infeliz de mí, pensé que se iban a montar una lifara
por todo lo alto y aunque no me hacía mucha gracia que personas así anduviesen
tan cerca de la casa de mis padres, como no se metieron con nosotros, pues no
dije nada. Recuerdo de nuestro perro(golden
retriever) salió corriendo y al verlos empezó a ladrar. Uno de los
etnianos de un bote se subió al techo del coche. Otro de ellos decía que no era
para tanto, pero el que estaba en el techo decía: ¡Mialo!, ¡si paice un toro!
Al día siguiente, nos pararon unos conocidos por la calle y
nos comentaron:
-¡Vaya vecinos que os habeís echado!, refiriéndose a los
etnianos . Lo que me dijeron es que vivían allí y que era una vergüenza que el
Ayuntamiento consintiese en ello.
Llamé a la policía local para informarles y me dijeron que
ya tenían otra denuncia y que iban a ver que había allí.
Esto, querida Huesca, solo es para ponerte en antecedentes
de lo que ha venido posteriormente. Me explicaré.
Por estas mismas fechas, más o menos, me llama un día mi
madre a la oficina muy nerviosa:
-Estoy sin luz en toda la casa. Hemos venido de andar con tu
padre y me encuentro con todo apagado, hasta la caldera del gas se ha apagado y
no puedo hacer de comer. ¡Ya puedes venir cuando salgas de trabajar!. Así lo
hice y yo pensé que la culpa la tenía una bombilla de la habitación de mis
padres que hacía mal contacto.
Desde aquel día, esto les venía ocurriendo dos o tres veces
por semana, sin motivo aparente, hasta que el pasado sábado (19/5/07) me vuelve
a llamar con lo de siempre.
Fue Boris, mi hijo mayor el que se acercó a casa de su
abuela. A eso de las dos y media de la tarde, me llama mi madre por teléfono:
-¿No te ha dicho nada Boris?-me pregunta
-No, ¿qué tenía que decirme?
-¡Estoy muy nerviosa!. Ha descubierto un cable que me han echado por la pared y
lo han enchufado a la luz de casa. ¡Por eso saltaba siempre el automático!
-Mamá, por favor ¿quién va a hacer un puente para coger luz?
-¡Los etnianos, esos! ¡Quiero que los echen! ¡Yo no estoy
conforme con que estén alli!
-Voy.
Después de hablar con mi madre no me quedó más remedio que
cambiarme de ropa y marchar a ver que pasaba.
Una vez en la puerta del jardín de casa de mi madre, me metí
por la acera donde estaba la gasolinera y miré si había algún cable. ¡Cual no
seria mi sorpresa, al comprobar que efectivamente había un cable que iba desde
la ubicación de los etnianos hasta la pared que separaba la gasolinera de la
casa de mis padres y que este cable desaparecía al otro lado de la pared,
metiendose en la casa!.
Entré en la casa y fui hasta la galería de la cocina para
ver donde había ido a parar el susodicho cable y se me quedó cara de petulante
cuando comprobé que efectivamente mi madre tenía razón. Alguien se había
introducido en su casa (esto se llama allanamiento de morada) y había
enganchado el cable a nuestra luz, con lo que mi madre estaba pagando su luz y
la de los etnianos.
Hasta aquí , querida Huesca, los hechos tal y como los
descubrimos el sábado. Ahora paso a detallarte lo que sucedió después y que es
lo más cabreante de todo este embrollo.
Nada más descubrir esto y pensar en lo que habían tenido que
hacer, llamo a la policía Local y les exigo que vengan inmediatamente a casa de
mis padres, que yo les esperaba en la puerta. Llegaron y les enseñé primero
donde moría el cable y después donde nacía.
Ellos lo vieron, tomaron nota y me dijeron que iban a hablar
con ellos y que volvían después.
Tardaron una media hora y al cabo de la misma, volvieron los
locales con la policía nacional. Ambas policías tomaron nota y para resumirte
un poco, querida Huesca, te diré lo que me vino a decir una y lo que vino a
decir otra.
La policía Local:
-Estamos hasta las narices de venir cada vez que nos llama
alguien. Continuamente están haciendo hogueras y tenemos que venir con los
bomberos a apagarlas. Nosotros no podemos echarlos. Hemos hablado un montón de
veces con el Ayuntamiento y no hay manera de que nos hagan caso. Esos bajos
deberían de estar cerrados para impedir que se ponga nadie allí. Nosotros no
podemos hacer nada.
La policía Nacional:
-Presenten una denuncia por robo de luz. Nosotros no podemos
estar todo el día aquí pegados por si vuelven a entrar. No los han visto entrar
en la casa y no los han visto hacer el empalme por lo que no pueden demostrar
que han sido ellos. Ellos dicen que no saben de donde viene el cable. Llamen a
un electricista para que les deshaga el empalme, a un albañil para que recubra
el cable de mortero con el fin de que les sea más difícil entrar y vallen
ustedes toda la parte trasera de su propiedad. De esta forma impedirán que les
vuelvan a entrar. Además estos etnianos no tienen antecedentes de robo, solo de
malos tratos.
Dicho esto se marcharon.
Sobre las siete de la tarde me presenté en Comisaría para
hacer la denuncia pertinente, pero el policía de guardia se negó a hacerla
alegando que por 20€ de incremento en el recibo de la luz no merecía la pena.
Como conclusión, querida Huesca, me siento en la más
completa indefensión ante estos hechos. Solo sé que han entrado en casa de mis
padres y que les han robado luz, por lo tanto, voy a publicar en todos los
medios posibles, mediante cartas al director la carta que a continuación dirijo
al alcalde, Sr. Elboj.
No me pienso callar.
¿Y tú querida Huesca, que piensas que debo hacer?
hay que ser menos mal pensado.....