David_
Madmaxista
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Interesanta artículo sobre algo que era un secreto a voces, las escuelas de negocios no buscan a veces dar la mejor formación sino quedar bien en los ránkings.
Los rankings de los MBAs: ¿información o propaganda?
Los rankings de los MBAs: ¿información o propaganda? - Cotizalia.com
Cuando Della Bradshaw habla, los decanos de las Business Schools asienten. La editora de la sección de Business Education del Financial Times, esto es, la persona que está al frente del ranking más prestigioso de las escuelas de negocios, ha acumulado un enorme poder, dado que estas clasificaciones se han convertido desde hace unos años en el referente del sector. Estar bien situados en ellos se ha convertido en una prioridad para muchas escuelas, lo que implica cultivar las relaciones adecuadas y hacer visible la marca a los ojos de personas como Bradshaw. Pero, además de a ese esfuerzo comunicativo, también ha obligado a notables cambios internos, en buena medida consecuencia de “una competencia brutal, pero también beneficiosa, que ha conseguido mejorar mucho el nivel del sector”, como asegura Juanma Roca, director de comunicación de Deusto Business School y autor de MBAs, ángeles o demonios (Ed. Gestión 2000).
Y parece que, en este nuevo mundo, las escuelas españolas saben desenvolverse muy bien: según la clasificación del Financial Times, hecha pública el pasado lunes, hay tres de ellas (IE, en 6ª posición; IESE, en la 11ª; ESADE en la 19ª) entre las veinte primeras. Un excelente resultado teniendo en cuenta, además, que (en ese estrato) estamos a la altura del Reino Unido y que países como Francia, Alemania Italia o Japón aparecen detrás. Según Gonzalo Garland, Director General de Relaciones Externas de IE Business School, hay diversas razones que lo explican. Además de una “elevada” calidad docente, “los factores esenciales que han jugado a nuestro favor han sido una buena localización (Madrid y Barcelona son buenas ciudades), el crecimiento que vivimos en años anteriores y el idioma”. Para Javier Muñoz Parrondo, Director de Admisiones del IESE, el otro elemento que ha hecho de España “una marca reconocida como una muy buena opción en lo que se refiere al MBA”, tiene que ver con la capacidad de nuestras escuelas para “atraer a empresas de primer nivel de todo el mundo. Juntamos así una enseñanza de calidad con una oferta laboral más que interesante, porque nuestros estudiantes son contratados con muy buenos sueldos por compañías de todo el mundo”.
En definitiva, la geografía, el desarrollo y la calidad, además del idioma, habrían confluido para hacer de España un vivero de nuevos MBAs. Sin embargo, hay quienes se preguntan si las escuelas han sabido adaptarse a los nuevos tiempos o si, más bien, han sabido amoldarse a los criterios de quienes hacen los rankings. Porque algunas voces críticas, como la del profesor de la Harvard Business School Rakesh Kurana, han avisado de que muchas escuelas no buscan más que embellecer su situación en el ranking utilizando un planteamiento similar al de esas empresas que sólo buscan buenos números en sus cuentas de resultados trimestrales. Así, en lugar de trabajar para que aumente la calidad de la escuela, estarían buscando la mejora sólo en aquellos parámetros que les harían subir puestos en las clasificaciones.
Por ejemplo, y dado que una de las variables más significativas en los rankings es la multiculturalidad, algunas business schools, en lugar de reclutar a los mejores estudiantes, estarían dando prioridad a los aspirantes de las nacionalidades más variopintas. Puesto que cotiza más contar con un alumno de Corea, otro de Egipto y otro de Malasia que con tres estadounidenses, dichas escuelas estarían desechando las candidaturas de aspirantes más preparados en beneficio de otros que, por su origen, puntúan en las clasificaciones. Del mismo modo, y dado que se valora mucho la presencia de mujeres en el claustro y en las aulas, podrían darse casos de discriminación positiva pero no como parte de una política de la escuela, sino con el único objetivo de ascender algún puesto en el escalafón.
La importancia de los sueldos altos
Similares críticas se profieren contra la variable principal, como es la del sueldo de salida de los alumnos. Y ello porque se estaría primando a quienes trabajan en determinados sectores (los sueldos más altos, hasta hace poco, se pagaban en el sector finanzas, por lo que las escuelas que estaban en las primeras posiciones solían ser las que colocaban a sus estudiantes en ese sector) o a quienes deciden trabajar por cuenta ajena. “Si formas a gente con un perfil más emprendedor, que quieren poner en marcha su propia empresa – asegura Roca- sus ingresos estarán necesariamente por debajo de quienes aceptan la oferta de una compañía importante. Pero eso no significa ni que la calidad de la escuela sea menor ni que ese mismo estudiante no vaya a ganar más unos años después”. Y un criterio como este tampoco beneficiaría a “quienes prefieren un perfil más social: si los estudiantes de una escuela apuestan por el tercer sector, estarán trabajando en temas con mucho interés y futuro, pero sus sueldos serán más bajos”.
Garland sí cree que los salarios son un índice adecuado, ya que “representan la forma en que el mercado valora la calidad de las escuelas”. Coincide Muñoz Parrondo en que esta variable debe ser tenida en gran consideración, y más aún en tanto recoge una información amplia, al contabilizar “cuál es la evolución del sueldo en los tres años siguientes a terminar el MBA”. Entiende además que esta es una visión más realista: “una mayoría de MBAs optan por trabajar en empresas que les ofrezcan un buen sueldo toda vez que suelen financiarse su formación con un préstamo”. Por lo tanto, es menos probable que creen una empresa propia en ese instante, ya que “tienen una deuda y cuentan con ofertas de empleo que les permitirá pagarla rápidamente”: la etapa de emprender suele llegar más tarde.
En todo caso, advierte Garland, sea cual sea la metodología elegida, siempre se encontrarán argumentos para criticarla: “se opte por ponderar más unos u otros criterios, éstos siempre serán arbitrarios. Un ranking que dé más peso a la investigación, pongamos por caso, también puede incurrir en valoraciones inadecuadas: una escuela puede tener profesores brillantísimos en su campo que cuentan con investigaciones estupendas pero que luego no saben transmitir sus conocimientos”. En definitiva, y dado que ese grado de arbitrariedad es indisociable de los rankings, lo idóneo, asegura, es tomar en cuenta una perspectiva general: “hay que reparar en la solidez de la escuela. No se trata tanto de figurar en primer lugar en un ranking cuanto que se sea consistente en la presencia”. Asimismo, hay que tener en cuenta que “hay escuelas que son muy fuertes en temas especializados, como finanzas o marketing, otras que hacen investigación de altísima calidad, etc. Hay que manejar las variables de los rankings para saber qué escuela nos puede interesar más. Cuantas más variables se consideren, mejor”
Y ese es el empleo que los futuros estudiantes de MBA suelen dar a estas clasificaciones, según Muñoz Parrondo. “Hay quien busca un MBA más internacional, otros prefieren aquellos en los que las compañías de un sector captan a sus futuros directivos, otros prefieren un MBA más corto para poder regresar antes al mercado…Y todo este tipo de información está muy a mano en los rankings”.
Aunque sea así, afirma Roca, lo idóneo es que tales clasificaciones se observen con un punto de escepticismo y se valoren de forma crítica. Sobre todo, porque los datos esenciales están “en la información que proporcionan las variables y no en la calificación final. Hay quien prefiere una escuela que tenga mejor investigación, otros las que posean un alto reconocimiento del mercado, otros se fían más de las que vienen recomendadas por los alumnos… Lo ideal es reunir toda la información disponible y luego valorar. Porque el puesto que se ocupa en un ranking puede ser irreal”.
Los rankings de los MBAs: ¿información o propaganda?
Los rankings de los MBAs: ¿información o propaganda? - Cotizalia.com
Cuando Della Bradshaw habla, los decanos de las Business Schools asienten. La editora de la sección de Business Education del Financial Times, esto es, la persona que está al frente del ranking más prestigioso de las escuelas de negocios, ha acumulado un enorme poder, dado que estas clasificaciones se han convertido desde hace unos años en el referente del sector. Estar bien situados en ellos se ha convertido en una prioridad para muchas escuelas, lo que implica cultivar las relaciones adecuadas y hacer visible la marca a los ojos de personas como Bradshaw. Pero, además de a ese esfuerzo comunicativo, también ha obligado a notables cambios internos, en buena medida consecuencia de “una competencia brutal, pero también beneficiosa, que ha conseguido mejorar mucho el nivel del sector”, como asegura Juanma Roca, director de comunicación de Deusto Business School y autor de MBAs, ángeles o demonios (Ed. Gestión 2000).
Y parece que, en este nuevo mundo, las escuelas españolas saben desenvolverse muy bien: según la clasificación del Financial Times, hecha pública el pasado lunes, hay tres de ellas (IE, en 6ª posición; IESE, en la 11ª; ESADE en la 19ª) entre las veinte primeras. Un excelente resultado teniendo en cuenta, además, que (en ese estrato) estamos a la altura del Reino Unido y que países como Francia, Alemania Italia o Japón aparecen detrás. Según Gonzalo Garland, Director General de Relaciones Externas de IE Business School, hay diversas razones que lo explican. Además de una “elevada” calidad docente, “los factores esenciales que han jugado a nuestro favor han sido una buena localización (Madrid y Barcelona son buenas ciudades), el crecimiento que vivimos en años anteriores y el idioma”. Para Javier Muñoz Parrondo, Director de Admisiones del IESE, el otro elemento que ha hecho de España “una marca reconocida como una muy buena opción en lo que se refiere al MBA”, tiene que ver con la capacidad de nuestras escuelas para “atraer a empresas de primer nivel de todo el mundo. Juntamos así una enseñanza de calidad con una oferta laboral más que interesante, porque nuestros estudiantes son contratados con muy buenos sueldos por compañías de todo el mundo”.
En definitiva, la geografía, el desarrollo y la calidad, además del idioma, habrían confluido para hacer de España un vivero de nuevos MBAs. Sin embargo, hay quienes se preguntan si las escuelas han sabido adaptarse a los nuevos tiempos o si, más bien, han sabido amoldarse a los criterios de quienes hacen los rankings. Porque algunas voces críticas, como la del profesor de la Harvard Business School Rakesh Kurana, han avisado de que muchas escuelas no buscan más que embellecer su situación en el ranking utilizando un planteamiento similar al de esas empresas que sólo buscan buenos números en sus cuentas de resultados trimestrales. Así, en lugar de trabajar para que aumente la calidad de la escuela, estarían buscando la mejora sólo en aquellos parámetros que les harían subir puestos en las clasificaciones.
Por ejemplo, y dado que una de las variables más significativas en los rankings es la multiculturalidad, algunas business schools, en lugar de reclutar a los mejores estudiantes, estarían dando prioridad a los aspirantes de las nacionalidades más variopintas. Puesto que cotiza más contar con un alumno de Corea, otro de Egipto y otro de Malasia que con tres estadounidenses, dichas escuelas estarían desechando las candidaturas de aspirantes más preparados en beneficio de otros que, por su origen, puntúan en las clasificaciones. Del mismo modo, y dado que se valora mucho la presencia de mujeres en el claustro y en las aulas, podrían darse casos de discriminación positiva pero no como parte de una política de la escuela, sino con el único objetivo de ascender algún puesto en el escalafón.
La importancia de los sueldos altos
Similares críticas se profieren contra la variable principal, como es la del sueldo de salida de los alumnos. Y ello porque se estaría primando a quienes trabajan en determinados sectores (los sueldos más altos, hasta hace poco, se pagaban en el sector finanzas, por lo que las escuelas que estaban en las primeras posiciones solían ser las que colocaban a sus estudiantes en ese sector) o a quienes deciden trabajar por cuenta ajena. “Si formas a gente con un perfil más emprendedor, que quieren poner en marcha su propia empresa – asegura Roca- sus ingresos estarán necesariamente por debajo de quienes aceptan la oferta de una compañía importante. Pero eso no significa ni que la calidad de la escuela sea menor ni que ese mismo estudiante no vaya a ganar más unos años después”. Y un criterio como este tampoco beneficiaría a “quienes prefieren un perfil más social: si los estudiantes de una escuela apuestan por el tercer sector, estarán trabajando en temas con mucho interés y futuro, pero sus sueldos serán más bajos”.
Garland sí cree que los salarios son un índice adecuado, ya que “representan la forma en que el mercado valora la calidad de las escuelas”. Coincide Muñoz Parrondo en que esta variable debe ser tenida en gran consideración, y más aún en tanto recoge una información amplia, al contabilizar “cuál es la evolución del sueldo en los tres años siguientes a terminar el MBA”. Entiende además que esta es una visión más realista: “una mayoría de MBAs optan por trabajar en empresas que les ofrezcan un buen sueldo toda vez que suelen financiarse su formación con un préstamo”. Por lo tanto, es menos probable que creen una empresa propia en ese instante, ya que “tienen una deuda y cuentan con ofertas de empleo que les permitirá pagarla rápidamente”: la etapa de emprender suele llegar más tarde.
En todo caso, advierte Garland, sea cual sea la metodología elegida, siempre se encontrarán argumentos para criticarla: “se opte por ponderar más unos u otros criterios, éstos siempre serán arbitrarios. Un ranking que dé más peso a la investigación, pongamos por caso, también puede incurrir en valoraciones inadecuadas: una escuela puede tener profesores brillantísimos en su campo que cuentan con investigaciones estupendas pero que luego no saben transmitir sus conocimientos”. En definitiva, y dado que ese grado de arbitrariedad es indisociable de los rankings, lo idóneo, asegura, es tomar en cuenta una perspectiva general: “hay que reparar en la solidez de la escuela. No se trata tanto de figurar en primer lugar en un ranking cuanto que se sea consistente en la presencia”. Asimismo, hay que tener en cuenta que “hay escuelas que son muy fuertes en temas especializados, como finanzas o marketing, otras que hacen investigación de altísima calidad, etc. Hay que manejar las variables de los rankings para saber qué escuela nos puede interesar más. Cuantas más variables se consideren, mejor”
Y ese es el empleo que los futuros estudiantes de MBA suelen dar a estas clasificaciones, según Muñoz Parrondo. “Hay quien busca un MBA más internacional, otros prefieren aquellos en los que las compañías de un sector captan a sus futuros directivos, otros prefieren un MBA más corto para poder regresar antes al mercado…Y todo este tipo de información está muy a mano en los rankings”.
Aunque sea así, afirma Roca, lo idóneo es que tales clasificaciones se observen con un punto de escepticismo y se valoren de forma crítica. Sobre todo, porque los datos esenciales están “en la información que proporcionan las variables y no en la calificación final. Hay quien prefiere una escuela que tenga mejor investigación, otros las que posean un alto reconocimiento del mercado, otros se fían más de las que vienen recomendadas por los alumnos… Lo ideal es reunir toda la información disponible y luego valorar. Porque el puesto que se ocupa en un ranking puede ser irreal”.