El Régimen de FRANCO nunca fue una Dictadura, sino un Régimen de Autoridad. Así lo atestigüó Solzhenitsin en 1976.

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Así es, palabras de un Premio Nobel -Alexandr Solzhenitsin-.



Solzhenitsyn vino a España en 1976, tras la fin de Franco el 20 de diciembre de 1975, cuando aún no se había desmontado su régimen


Estas son las declaraciones que Solzhenitsyn, superviviente de los campos de concentración comunistas, hizo el 20 de marzo de 1976 en TVE, cuando aún no se había desmontado el régimen de Franco, y que le valieron ser vituperado en España por los izquierdistas acomodados y por los derechistas vergonzantes. Con autodefiniciones como las de Juan Benet, en la revista pseudocristiana Cuadernos para el diálogo, en las que justificó los campos de concentración de los comunistas soviéticos y se solidarizó con la represión de estos contra los escritores rusos:


«Yo creo firmemente que, mientras existan personas como Alexandr Soljenitsin, los campos de concentración subsistirán y deben subsistir. Tal vez deberían estar un poco mejor guardados, a fin de que personas como Alexandr Soljenitsin no puedan salir de ellos (…) Nada más higiénico que el hecho de que las autoridades soviéticas -cuyos gustos y criterios sobre los escritores rusos subversivos comparto a menudo- busquen la manera de librarse de semejante peste».
(Cuadernos para el diálogo, 27 de marzo de 1976. Reproducido en “Pravda” el 30 de marzo de 1976).


El gran escritor ruso Solzhenitsyn, premio Nobel de Literatura, visitó España cuatro meses después de la fin de Franco. Hizo entonces estas declaraciones en Televisión Española cuando el régimen franquista aún estaba vigente sobre el papel, mientras el totalitarismo soviético no caería hasta 1991.


Se trata de una entrevista que Jose María Iñigo realizó al escritor ruso el 20 de marzo de 1976 en su programa Directísimo de TVE. Esta es la parte más polémica de dichas declaraciones, la más insoportable para los progres, según la transcripción de una grabación magnetofónica hecha por Vladimir Lamsdorff-Galagane, traductor de las obras del escritor, tal como aparece en el libro de Solzhenitsyn Alerta a Occidente, Ed. Acerbo, Barcelona, 1978, pág 385.


«Vuestros círculos progresistas se complacen en llamar al régimen existente «dictadura». Yo, en cambio, llevo diez días viajando por España, desplazándome de riguroso incógnito. Observo cómo vive la gente, lo miro con mis propios ojos asombrados y pregunto: ¿saben ustedes lo que quiere decir esta palabra, conocen ustedes lo que se esconde tras este término?


»Voy a proponerles algunos ejemplos.


»Un español cualquiera no está vinculado a un lugar determinado, a una ciudad o a un pueblo donde tiene forzosamente que residir. Puede desplazarse de un lugar a otro según le plazca. Nuestro ciudadano soviético, en cambio, no lo puede hacer: estamos encadenados a nuestro lugar de residencia por la famosa propiska, el visado de la policía. Las autoridades locales deciden si puedo cambiar de residencia o no. Estoy totalmente en sus manos, pueden hacer conmigo lo que quieran.


»Luego me entero de que los españoles pueden salir libremente de su país. En la Unión Soviética esto no existe. Desde hace poco, bajo la presión de la opinión pública mundial, y especialmente de los Estados Unidos, se está dejando salir a una pequeña parte de los judíos. Pero la otra parte y todos los demás pueblos que habitan la URSS están privados de este derecho. Nos encontramos en nuestro propio país como en una guandoca.


»Paseo por Madrid, o por otras ciudades españolas, de las cuales he visitado doce, y veo que en los quioscos se venden los principales periódicos europeos. En cambio, si en mi país apareciera un periódico extranjero a la venta, se alargarían diez manos para agarrarlo.
Veo, otro ejemplo, que aquí funcionan libremente las fotocopiadoras, cualquiera por cinco pesetas puede sacar libremente una fotocopia. En nuestro país tal cosa no sólo está prohibida, sino que es delito: toda persona que utilice una copiadora para fines particulares y no para el Estado, para la Administración, será condenado por actividades contrarrevolucionarias.


»En su país, puede que con algunas limitaciones, están autorizadas y tienen lugar algunas huelgas. En nuestro país, en sesenta años jamás fue autorizada una sola huelga. En los primeros años del régimen, los huelguistas cayeron bajo ráfagas de ametralladora, o fueron encarcelados como contrarrevolucionarios, aunque sólo exigían mejoras de carácter económico. Hoy día, ya a nadie se le ocurre, a nadie se le pasa por la cabeza, la idea de organizar una huelga. Más todavía: publiqué un día en la revista Novi Mir una narración, Por el bien de la causa. En ella, un personaje, un estudiante, pronunciaba la frase «Vamos a hacer huelga». Pues bien, antes de que la narración pasara la censura, ya la propia mesa de redacción de la revista eliminó la palabra «huelga». La palabra «huelga» está prohibida en mi país.
No, vuestros progresistas pueden usar la palabra que quieran, pero «dictadura» no. ¡Si nosotros tuviéramos las libertades que tienen ustedes, nos quedaríamos boquiabiertos, exclamaríamos que es algo nunca visto!


»Desde hace sesenta años, no tenemos ninguna libertad.


»Hace poco en vuestro país se proclamó una amnistía. Algunos dicen que fue una amnistía limitada. Pero sin embargo a los terroristas, que con las armas en la mano luchaban contra el orden establecido, se les rebajó parte de la condena.
A nosotros, en cambio, en sesenta años sólo se nos concedió una amnistía, ¡y ésta sí que fue limitada! Nosotros íbamos a la guandoca para morir allí. Muy pocos regresaron para contarlo.


»Claro, esta experiencia comunista, la hemos padecido en carne propia, y después de estas monstruosas pérdidas, tenemos ya una banderilla contra el comunismo, una banderilla como no la tiene nadie en Europa: actualmente en nuestro país, si alguien en una reunión, en una conversación entre amigos, plantea seriamente el problema del comunismo, nadie querrá escucharlo, lo tomarán por simple. Espiritualmente nos hemos librado del comunismo, pero antes hemos recorrido la vía del martirio, hemos vivido tiempos terribles.


»Rusia ha realizado un salto histórico. Rusia, por su experiencia social, se ha colocado muy por delante del mundo entero. No quiero decir con esto que sea un país adelantado: al revés, es un país de esclavos. Pero la experiencia que hemos vivido, las vicisitudes que hemos atravesado, nos colocan en la extraña situación de poder contemplar todo lo que pasa actualmente en Occidente en nuestro propio pasado, y prever el futuro de Occidente en nuestra presente situación actual. Todo cuanto ocurre aquí ya ha ocurrido en Rusia hace tiempo, hace muchos años. Es una perspectiva realmente de ciencia-ficción: estamos viviendo los hechos que están ocurriendo en Occidente hoy, y sin embargo, recordamos que esto mismo ya nos pasó hace muchísimo tiempo a nosotros. En los años sesenta del siglo pasado el Emperador Alejandro II comenzó a llevar a cabo un vasto programa de reformas. Quería reorganizar paulatinamente a Rusia para implantar la libertad y el desarrollo. Pero un puñado de revolucionarios lanzó en 1861 una proclama en la que decían que querían reformas más radicales y más rápidas, que no podían ni querían esperar.
 
»Temiendo que el bienestar general pudiera provenir del rey, y no de ellos, proclamaron el terror.
En 1861 Alejandro II abolió la servidumbre de los campesinos; en 1864 reorganizó completamente la administración de justicia, llevando a cabo la gran reforma judicial. Pues bien, los revolucionarios intensificaron sus actos terroristas. Hubo siete atentados contra el zar, le daban caza como a una fiera. Y al final, en el año 1881, lo mataron.


»Y después de esto, empezaron a dar de baja de la suscripción de la vida primeros ministros, ministros del Interior, gobernadores civiles, gobernantes en general. Así empezó una guerra entre los revolucionarios y los círculos dirigentes del gobierno. La opinión liberal completa no se oponía a los revolucionarios, antes por el contrario, los alentaba: cualquier asesinato de un estadista, de un ministro, la estusiasmaba, suscitaba su aplauso. A los revolucionarios les ayudaban a esconderse, a escapar, los celebraban como si no fuesen culpables de nada en absoluto.
Repito, esto ocurría en nuestro país en el siglo XIX, hace cien años, y esto es lo que está ocurriendo en toda Europa, en el mundo entero, hoy. Hemos sido testigos el otoño pasado de cómo la opinión occidental se indignaba mucho más por cinco terroristas españoles que por el aniquilamiento de sesenta millones de víctimas soviéticas. Vemos hoy cómo la opinión progresista exige reformas inmediatas, a toda costa, saluda los actos terroristas y se alegra de ellos.


»Esto lo tuvimos nosotros hace cien años, y desde vuestro futuro puedo contar cómo acabó la cosa: ambos bandos se endurecieron en sus posturas, los terroristas y los círculos dirigentes cada vez se fueron odiando más, los círculos liberales comenzaron a reprobar al gobierno, el cual no podía hacer nada contra ello; las reformas se detuvieron, pues aún lo que el gobierno podía conceder, ya no lo concedía, el repruebo anidaba en todas las almas, todos querían todo a la vez. Y así tuvimos las revoluciones de 1905 y 1907, y después la de 1917. El resultado fue la aniquilación de ambos bandos: fueron aniquilados todos los círculos dirigentes de Rusia, la nobleza, el empresariado, la intelectualidad liberal. Lo que sobrevivió de la intelectualidad se fue al extranjero, y en el país comenzó lo que describo en el libro Archipiélago Gulag, que costó al país sesenta y seis millones de muertos.


»Yo lo cuento ahora aquí, pero no sé yo mismo sí en general es posible transmitir la experiencia de hombre a hombre, de país a país. Hace poco todavía pensaba que sí, y así lo dije en mi discurso de Premio Nobel: creía que a través de la literatura de creación sí era posible transmitir experiencia a otras personas. Pero ahora ya lo dudo, y pienso que cada país, cada sociedad, cada hombre, debe repetir todos los errores cometidos por otro país, otra sociedad, otro hombre, y sólo aprenderá cuándo ya sea tarde. Observo ahora vuestra juventud, la he estado observando en toda España, y tengo la impresión de que en mi cabeza, en mis oídos, en mis ojos, se ha mantenido más la imagen de vuestra guerra civil que en esta juventud.


»Hoy, naturalmente, la idea de vuestros círculos progresistas es obtener cuanta más libertad, colocar cuanto antes a vuestra sociedad al nivel de los demás países occidentales europeos. Pero yo quisiera recordarles que en el mundo de hoy, en nuestro planeta, los países democráticos ocupan una islita, una parte muy reducida. La mayor parte del mundo se encuentra bajo el totalitarismo y la tiranía: toda la Europa oriental, la URSS, toda Asia (ahora ya también la India), está cayendo bajo el totalitarismo; África, que hace tan poco alcanzó la libertad y que ahora se afana, se apresura, un país tras otro, a entregarse también a la tiranía. Y por esto, aquellos de ustedes que desean cuanto antes una España democrática, ¿tienen la suficiente clarividencia como para prever no sólo el mañana, sino también el pasado mañana? Supongamos que mañana España se vuelva un país tan democrático como el resto de Europa. Pero pasado mañana, ¿conservará las suficientes fuerzas como para defenderse del totalitarismo que amenaza a todo Occidente? El que tenga perspicacia, el que además de la libertad, ame también a España, debe pensar en el pasado mañana. Y vemos que el mundo occidental está debilitado, ha perdido su voluntad de resistencia, cada año entrega sin combate más países al totalitarismo…


»No hay voluntad de resistencia, no hay responsabilidad en el uso de la libertad. La civilización occidental contemporánea puede definirse no sólo como sociedad democrática, sino también como sociedad de consumo, es decir, como una sociedad en la cual el sentido principal de la vida está en recibir más, en enriquecerse más, y en pensar lo menos posible en defender lo obtenido. Desde luego, ni la estructura social ni el disfrute de bienes materiales son la clave principal de la vida humana, pero el Oriente totalitario contemporáneo y el actual Occidente democrático, al parecer sistemas opuestos, sin embargo están en realidad emparentados, reposan sobre una base común, que es el materialismo.


»Esta base común viene durando ya trescientos años. El mundo occidental está en crisis, que no consigue superar, pero no es una crisis del siglo XX. La humanidad lleva ya una larga crisis, desde que la gente se apartó de la religión, se apartó de la fe en Dios, dejó de reconocer ningún poder superior a sí misma, adquirió una filosofía pragmática, esto es, hacer sólo lo que resulte útil, beneficioso, guiarse sólo por intereses materiales y no por consideraciones de jovenlandesalidad superior. Este espíritu se ha ido desarrollando paulatinamente y ha desembocado en una crisis que, insisto, no es política, sino jovenlandesal. Se manifiesta no en la oposición entre comunismo y capitalismo, sino en algo mucho más profundo: es precisamente esta crisis la que ha traído el comunismo, y en Occidente, la sociedad consumista y pragmática. Es la crisis del materialismo, que ha desechado el concepto de algo superior a nosotros.


»Pero está claro que cada país ha de aportar algo de su parte para superar esta crisis. Y tal vez España, con su gran originalidad nacional que ha marcado toda su historia, pueda aportar algo peculiar que permita vencer esta espantosa crisis de la humanidad, que abarca a todos los países de un modo u otro, y a todos nos amenaza con el aniquilamiento».


(J. M. Iñigo: El señor Solzhenitsyn actualmente reside en Suiza, país en que suelen refugiarse los grandes millonarios del capitalismo. ¿No piensa el señor Solzhenitsyn que esto puede ser mal interpretado por sus lectores?).


«¿Sabe? Precisamente acabo de decir que Occidente es una sociedad de consumo. Nuestra juventud, en cambio, ha transcurrido en la miseria. Una vez, de estudiante, tuve el descuido de sentarme en una silla en que había una mancha de tinta (entonces se usaba tintero y pluma). Me hice una mancha grandísima en el pantalón. Pues bien, estuve llevando cinco años ese mismo pantalón, porque no tenía con qué comprarme otro. Así vivíamos. Hasta lo llevamos grabado: todas las personas soviéticas que salimos al extranjero, incluso a un país no especialmente rico, incluso a los países que aquí se consideran pobres, tenemos una sensación como de ahogo, nos resulta penoso ver cómo se desperdicia la comida, cómo no se acaban los platos, cómo se echan las migas al suelo. Así percibimos los soviéticos esta sociedad.


»Pues bien, a su pregunta sobre Suiza sólo le puedo contestar que en los prósperos países occidentales vivimos como prisioneros. Si mañana tuviéramos la posibilidad de regresar a la miseria de nuestro país, a pasar hambre, regresaríamos todos.


»La prensa socialista, y sobre todo la comunista, gusta mucho de invocar el hecho de que Solzhenitsyn ha salido a Occidente y se ha hecho millonario, (cuando yo pasaba hambre allí, nadie prestaba particular atención a que yo pasara hambre. Cuando allí pasaban hambre todos, y la siguen pasando, sólo se miente que allí no falta de nada). Ciertamente, cobro derechos elevados. Pero la mayor parte de estos ingresos ha pasado a constituir un fondo social ruso de ayuda a los perseguidos y a sus familias, y por distintos caminos dirigimos esta ayuda a la Unión Soviética. Ayudamos a los detenidos, a sus familias, a los que van a visitarlos, a los que les envían paquetes de víveres, a los recién liberados que carecen de medios de existencia, a los despedidos por razón de sus convicciones que se quedan sin ingresos (para una mente occidental esto es difícil de concebir: aquí a uno lo pueden meter en la guandoca, pero no lo pueden echar de su trabajo por sus convicciones. Si es que lo despiden, se busca trabajo en otro sitio. Pero nosotros tenemos un solo patrono, el Estado, y si el Estado-patrono decide no darle trabajo a uno, no se lo dará nadie más. Uno no está en la guandoca, pero su familia se queda sin medios de vida).


»En cuanto a mi residencia concretamente en Zurich, se debe a que estaba entonces escribiendo el libro Lenin en Zurich, recientemente aparecido, y sólo allí podía encontrar el material de archivo que necesitaba».


Nota a la edición rusa de “Kontinent”


En la edición española de Kontinent, revista de disidentes del comunismo en los años setenta, publicada en España por Unión Editorial, se reprodujo íntegra la transcripción de esta famosa entrevista. Trae una selección La Quimera en 2009
( http://laquimera.typepad.com/laquimera/2009/07/recordando-a-juan-benet-a-prop%C3%B3sito-de-solzhenitsyn.html ).


Incluye La Quimera «el comentario de la redacción rusa a la reacción del mirífico y nunca bien ponderado Juan Benet»:


«Con motivo de esta entrevista, el comentarista político español Juan Benet escribió: “Yo creo firmemente que mientras existan gentes como Aleksandr Solzhenitsyn perdurarán y deben perdurar los campos de concentración. Tal vez deberían estar un poco mejor custodiados a fin de que personas como Aleksandr Solzhenitsyn, en tanto no adquieran un poco de educación, no puedan salir a la calle”.


No sabemos quién es esa persona, pero a juzgar por sus manifestaciones, más que publicista es un especialista en perfeccionamiento de sistemas carcelarios. ¿Por qué no ofrece sus servicios profesionales a los países socialistas? Parece que en España tardarán en necesitarlo. Mientras, sus consejos policíacos los reproduce gustosamente “Pravda” (30 de marzo de 1976). Hace tiempo que ese periódico muestra un empeño especial en perfeccionar la custodia de los “campos de concentración”. Mas al tal Juan Benet le vendría bien saber que bajo el socialismo la posibilidad de caer en uno de esos campos no está vedada a nadie, incluido el citado “comentarista político”. Muchos de sus correligionarios allí acabaron».


Y concluye La Quimera:


«No, efectivamente, los de “Kontinent” no tenían por qué saber quién era ese Juan Benet al que confundieron con el Director General de Prisiones.
No sabían que era un escritor exquisito y sofisticado, una suerte de divinidad literaria al que sus amigos llamaban unos, “don Juan” y otros, simplemente Benet. Pero es fácil sacar la siguiente conclusión: si lo peor del franquismo fue el antifranquismo, por los engendros que creó, lo peor del antifranquismo fue, sin lugar a dudas, Juan Benet. O de lo peor, vamos».


El tal Benet ratificó su comentario en El País del 5 de mayo de 1976, a su regreso de un viaje de un mes a China Comunista, donde pudo disfrutar del trabajo del pueblo sometido por el totalitarismo comunista.



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Pío Moa trae y comenta las reacciones de los izquierdistas y de los derechistas miedosos de que les llamasen reaccionarios:


Solzhenitsyn en España en 1976




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Una Dictadura no permite ningún progreso social, lo contrario que logró el RÉGIMEN SOCIAL DE AUTORIDAD, de Franco.

FRANCO GOBERNÓ COMO TENÍA QUE GOBERNAR, MUY ACERTADAMENTE.

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Última edición:

Solzhenitsyn, sobre el franquismo: «Si gozásemos en la URSS de vuestras libertades quedaríamos boquiabiertos»


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Es absolutamente falso y un error de dimensiones colosales clasificar el régimen de FRANCO como Dictadura (de hecho, por cargo de conciencia, muchos se referían al régimen de Franco como Dictablanda), no podemos definir a la cabeza del Estado Español, durante casi 40 años como "Dictador". CAUDILLO de las Españas, cabeza del Estado es mucho más riguroso y apropiado. RÉGIMEN de AUTORIDAD, que no Dictadura.






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Varios historiadores han dado la voz de alarma ante esta relectura preconstitucional del siglo XX español, que ensalza la valentía del caudillo y oculta la represión de su régimen, al que pone el adjetivo de 'autoritario, pero no totalitario'



Más delíto si cabe banalizar la figura de FRANCO, desde ahora mísmo, a los que os burlais de la figura de FRANCO MALDÍTOS SEAIS.



CANONIZACIÓN DE FRANCO. Francisco Paulino Hermengildo Teódulo FRANCO BAHAMONDE

Bajo palio y rindiéndole pleitesía, comparar con lo que tenemos hoy.

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Tras anunciar de forma solemne el 20 N la apertura del proceso diocesano para canonizar a Franco, sin tiempo para pestañear y a toque de arrebato va a tener lugar el Primer Foro sobre la Memoria Histórica, con el fin de desmontar la Leyenda negra de las huestes infernales.

Las bromas y giliolleces del cíne español, no hacen gracia ninguna. Pero dejan entrever algo de la verdad. Y la gente pasaba por taquilla con gusto entonces.

 
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Una dictadura o una monarquía (de las de verdad) es un régimen donde , formalmente, o sea, por ley, el poder está en manos de uno, que luego puede ser autoritario o blandito, dependiendo de gustos. Es una cuestión de definición, no de grados. Solo hay tres tipos de gobierno: el de uno, el de unos pocos o una minoría (oligarquía), y el de la mayoría. Que los primeros se llamen kanatos, zaratos, monarquías, dictaduras, o toda una serie de denominaciones más es lo de menos desde el punto de vista del análisis del poder. Por supuesto, hubo monarcas justos e injustos, con independencia de que el régimen lo fuera o no.
 
Última edición:
Así es, palabras de un Premio Nobel -Alexandr Solzhenitsin-.



Solzhenitsyn vino a España en 1976, tras la fin de Franco el 20 de diciembre de 1975, cuando aún no se había desmontado su régimen


Estas son las declaraciones que Solzhenitsyn, superviviente de los campos de concentración comunistas, hizo el 20 de marzo de 1976 en TVE, cuando aún no se había desmontado el régimen de Franco, y que le valieron ser vituperado en España por los izquierdistas acomodados y por los derechistas vergonzantes. Con autodefiniciones como las de Juan Benet, en la revista pseudocristiana Cuadernos para el diálogo, en las que justificó los campos de concentración de los comunistas soviéticos y se solidarizó con la represión de estos contra los escritores rusos:


«Yo creo firmemente que, mientras existan personas como Alexandr Soljenitsin, los campos de concentración subsistirán y deben subsistir. Tal vez deberían estar un poco mejor guardados, a fin de que personas como Alexandr Soljenitsin no puedan salir de ellos (…) Nada más higiénico que el hecho de que las autoridades soviéticas -cuyos gustos y criterios sobre los escritores rusos subversivos comparto a menudo- busquen la manera de librarse de semejante peste».
(Cuadernos para el diálogo, 27 de marzo de 1976. Reproducido en “Pravda” el 30 de marzo de 1976).


El gran escritor ruso Solzhenitsyn, premio Nobel de Literatura, visitó España cuatro meses después de la fin de Franco. Hizo entonces estas declaraciones en Televisión Española cuando el régimen franquista aún estaba vigente sobre el papel, mientras el totalitarismo soviético no caería hasta 1991.


Se trata de una entrevista que Jose María Iñigo realizó al escritor ruso el 20 de marzo de 1976 en su programa Directísimo de TVE. Esta es la parte más polémica de dichas declaraciones, la más insoportable para los progres, según la transcripción de una grabación magnetofónica hecha por Vladimir Lamsdorff-Galagane, traductor de las obras del escritor, tal como aparece en el libro de Solzhenitsyn Alerta a Occidente, Ed. Acerbo, Barcelona, 1978, pág 385.


«Vuestros círculos progresistas se complacen en llamar al régimen existente «dictadura». Yo, en cambio, llevo diez días viajando por España, desplazándome de riguroso incógnito. Observo cómo vive la gente, lo miro con mis propios ojos asombrados y pregunto: ¿saben ustedes lo que quiere decir esta palabra, conocen ustedes lo que se esconde tras este término?


»Voy a proponerles algunos ejemplos.


»Un español cualquiera no está vinculado a un lugar determinado, a una ciudad o a un pueblo donde tiene forzosamente que residir. Puede desplazarse de un lugar a otro según le plazca. Nuestro ciudadano soviético, en cambio, no lo puede hacer: estamos encadenados a nuestro lugar de residencia por la famosa propiska, el visado de la policía. Las autoridades locales deciden si puedo cambiar de residencia o no. Estoy totalmente en sus manos, pueden hacer conmigo lo que quieran.


»Luego me entero de que los españoles pueden salir libremente de su país. En la Unión Soviética esto no existe. Desde hace poco, bajo la presión de la opinión pública mundial, y especialmente de los Estados Unidos, se está dejando salir a una pequeña parte de los judíos. Pero la otra parte y todos los demás pueblos que habitan la URSS están privados de este derecho. Nos encontramos en nuestro propio país como en una guandoca.


»Paseo por Madrid, o por otras ciudades españolas, de las cuales he visitado doce, y veo que en los quioscos se venden los principales periódicos europeos. En cambio, si en mi país apareciera un periódico extranjero a la venta, se alargarían diez manos para agarrarlo.
Veo, otro ejemplo, que aquí funcionan libremente las fotocopiadoras, cualquiera por cinco pesetas puede sacar libremente una fotocopia. En nuestro país tal cosa no sólo está prohibida, sino que es delito: toda persona que utilice una copiadora para fines particulares y no para el Estado, para la Administración, será condenado por actividades contrarrevolucionarias.


»En su país, puede que con algunas limitaciones, están autorizadas y tienen lugar algunas huelgas. En nuestro país, en sesenta años jamás fue autorizada una sola huelga. En los primeros años del régimen, los huelguistas cayeron bajo ráfagas de ametralladora, o fueron encarcelados como contrarrevolucionarios, aunque sólo exigían mejoras de carácter económico. Hoy día, ya a nadie se le ocurre, a nadie se le pasa por la cabeza, la idea de organizar una huelga. Más todavía: publiqué un día en la revista Novi Mir una narración, Por el bien de la causa. En ella, un personaje, un estudiante, pronunciaba la frase «Vamos a hacer huelga». Pues bien, antes de que la narración pasara la censura, ya la propia mesa de redacción de la revista eliminó la palabra «huelga». La palabra «huelga» está prohibida en mi país.
No, vuestros progresistas pueden usar la palabra que quieran, pero «dictadura» no. ¡Si nosotros tuviéramos las libertades que tienen ustedes, nos quedaríamos boquiabiertos, exclamaríamos que es algo nunca visto!


»Desde hace sesenta años, no tenemos ninguna libertad.


»Hace poco en vuestro país se proclamó una amnistía. Algunos dicen que fue una amnistía limitada. Pero sin embargo a los terroristas, que con las armas en la mano luchaban contra el orden establecido, se les rebajó parte de la condena.
A nosotros, en cambio, en sesenta años sólo se nos concedió una amnistía, ¡y ésta sí que fue limitada! Nosotros íbamos a la guandoca para morir allí. Muy pocos regresaron para contarlo.


»Claro, esta experiencia comunista, la hemos padecido en carne propia, y después de estas monstruosas pérdidas, tenemos ya una banderilla contra el comunismo, una banderilla como no la tiene nadie en Europa: actualmente en nuestro país, si alguien en una reunión, en una conversación entre amigos, plantea seriamente el problema del comunismo, nadie querrá escucharlo, lo tomarán por simple. Espiritualmente nos hemos librado del comunismo, pero antes hemos recorrido la vía del martirio, hemos vivido tiempos terribles.


»Rusia ha realizado un salto histórico. Rusia, por su experiencia social, se ha colocado muy por delante del mundo entero. No quiero decir con esto que sea un país adelantado: al revés, es un país de esclavos. Pero la experiencia que hemos vivido, las vicisitudes que hemos atravesado, nos colocan en la extraña situación de poder contemplar todo lo que pasa actualmente en Occidente en nuestro propio pasado, y prever el futuro de Occidente en nuestra presente situación actual. Todo cuanto ocurre aquí ya ha ocurrido en Rusia hace tiempo, hace muchos años. Es una perspectiva realmente de ciencia-ficción: estamos viviendo los hechos que están ocurriendo en Occidente hoy, y sin embargo, recordamos que esto mismo ya nos pasó hace muchísimo tiempo a nosotros. En los años sesenta del siglo pasado el Emperador Alejandro II comenzó a llevar a cabo un vasto programa de reformas. Quería reorganizar paulatinamente a Rusia para implantar la libertad y el desarrollo. Pero un puñado de revolucionarios lanzó en 1861 una proclama en la que decían que querían reformas más radicales y más rápidas, que no podían ni querían esperar.
Dictadura de me gusta la fruta la de ahora.
Metiendo asesinos pagapensioness y dándoles paga.
 
Que no fuese una dictadura totalitaria como las comunistas, no significa que no fuese una dictadura, era una dictadura autoritaria, lo cual tampoco implica que fuese peor que lo que vino después, como por desgracia podemos constatar.
 
Que no fuese una dictadura totalitaria como las comunistas, no significa que no fuese una dictadura, era una dictadura autoritaria, lo cual tampoco implica que fuese peor que lo que vino después, como por desgracia podemos constatar.
pero si la dictadura de ahora es mucho peor, es una dictadura de pensamiento.

El régimen de Franco era una DICTADURA PACA, como la griega, la turca o la de perón.
 
Que no fuese una dictadura totalitaria como las comunistas, no significa que no fuese una dictadura, era una dictadura autoritaria, lo cual tampoco implica que fuese peor que lo que vino después, como por desgracia podemos constatar.

Una dictadura por definición es un régimen de tipo totalitario, hasta a los historiadores progres les da cosa definir así el régimen de Franco.


Varios historiadores han dado la voz de alarma ante esta relectura preconstitucional del siglo XX español, que ensalza la valentía del caudillo y oculta la represión de su régimen, al que pone el adjetivo de 'autoritario, pero no totalitario'

El poder totalitario no tiene refrendo de la voluntad popular, es impuesto por la fuerza. La Autoridad -Autoritas- no se impone por la fuerza, sino con la connivencia, u otorgamiento de la voluntad popular. Prueba de ello, de que es un régimen DE AUTORIDAD y no totalitario, es que Franco el "terrible dictador" murió en un hospital, cuando lo normal de ser una "Dictadura" es que hubiera caído bastante antes -y de manera violenta- cuando ya estaba gagá, los últimos 5 años de su vida no se explican de otra manera.
 
Que no fuese una dictadura totalitaria como las comunistas, no significa que no fuese una dictadura, era una dictadura autoritaria, lo cual tampoco implica que fuese peor que lo que vino después, como por desgracia podemos constatar.
Reprimía precisamente todo aquello que ahora nos está destruyendo, y nada más.

Reprimía a los masones, a los comunistas, a los alicaídos sensuales y a los charlatanes a sueldo de banqueros extranjeros. En el resto de aspectos había mucha más libertad que hoy.
 
Era una democracia organica. Tenia sus cortes, con sus diputados elegidos por la ciudadania, y un gobierno con un gabinete ministerial, y todo exactamente igual que ahora, solo que sin partidos, y gracias a dios, sin taifas
 
La palabra "dictadura" y su connotación negativa es solo verborrea propagandística de los castuzos de las democracias oligárquicas para poder seguir mamando, robando y mafioseando bien duro sin que les salga un Franco que les mande a tomar por ojo ciego.
 
La palabra "dictadura" y su connotación negativa es solo verborrea propagandística de los castuzos de las democracias oligárquicas para poder seguir mamando, robando y mafioseando bien duro sin que les salga un Franco que les mande a tomar por ojo ciego.

Esto si que es una Dictadura.



Calvópez cabronazo, chincheta ya para éste hilo que es "apología" meparto:

Francisco FRANCO HABLANDO responde a SÁNCHEZ como si estuviera aquí.

 
El régimen dicatorial genocida de Franco fue un niño rabioso y chulo que le salió a Mussolini y Hitler, y luego terminó avasallado por el Pentágono y la incipiente EU franco-alemana.
A finales de los años 30 Italia se estaba gastando un tercio del PIB italiano en sus dos guerras coloniales, la de España y la de Etiopía, y Hitler envió todo el arsenal para probarlo sobre españoles.

Que cuatro amacabras en jovenlandia se hicieran con España no fue casualidad. Y luego le metieron un bloqueo que se conoce como "autarquía" ja, traumatizando aún más a toda una generación con el genocidio mas el hambre creado por los franco-germans. Así el hijo de cortesana se abrió en canal, y puso la cama, las ropa interior y dejó que se la metieran hasta el fondo con las bases del Pentágono, el turismo de langostas arrasando las costas y los monocultivos de exportacion arrasando la superficie plana de España.

Y claro al final el orate mussolinico-hitleriano con su aborto falangista iba de democrata y aperturista.

que fruta guano
 
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