Lo que yo veo
El problema viene de la transición. Con el objetivo de evitar conflictos, los padres de la constitución dejaron sin resolver dos temas muy importantes: la financiación de los ayuntamientos y la financiación de los partidos políticos.
El sistema electoral de listas cerradas y representación proporcional llevó inevitablemente al bipartidismo y la apatía (en regiones con nacionalismo la situación política es distinta, pero las consecuencias son las mismas). El PPPSOE descubrió que las elecciones se ganan movilizando a su electorado fiel, con mensajes muy sencillitos y muy repetidos, generalmente amenazando con la catástrofe si gana el adversario. Esto requiere campañas muy caras, con mucha publicidad. La necesidad de financiación les obliga a aceptar y a pedir donaciones anónimas. ¿Quien da esas donaciones? Es natural que sean los que se benefician de las decisiones del estado. Un ejemplo: hay que dar un contrato de un tren de alta velocidad. El consorcio ganador obtendrá mucho dinero. Aunque la decisión se tome siguiendo criterios técnicos, es innegable que hay un gran beneficio asociado con esa decisión: es justo que el ganador pague una comisión, que reparta "la plusvalía" con la comunidad, y con el partido de gobierno que ha tomado la decisión. ¿O no? Pensando así, se abre la puerta a la corrupción. De ahí a que los implicados desvíen fondo para su bolsillo no hay ni un suspiro.
Los ayuntamientos, igual. En cuanto descubrieron que sus decisiones urbanísticas valían mucho dinero, empezaron a usarlas para financiar todo tipo de gastos. Mucho más fácil aprovechar la supuesta plusvalía "generada" que subir el IBI, que les hace perder votos. Por supuesto, en el momento que hay dinero "generado" y repartido, una parte se pega a los dedos del agente decisorio; y pronto las decisiones no son imparciales, sino movidas por el afán de beneficio. Este proceso ya estaba ahí durante el franquismo, enteramente corrupto; con la transición cambiaron los actores, que pronto aprendieron las ventajas de su cargo, y se ha ido acelerando imparable hasta hoy. Donde antes estaba Gil y Gil comprando Marbella, ahora están Florentino y sus amigos, comprando el sector eléctrico.
Pero esta corrupción no es la causa de la burbuja, solo un factor más. La causa es el concepto de la plusvalía "generada", que parece que sale de la nada, y que todos quieren compartir: el constructor, la comunidad, el concejal que quiere su 11%, el partido político que quiere su donación, el dueño del terreno. La plusvalía no sale de la nada: la paga integramente el consumidor final, la pareja de pepitos (porque uno solo ya no puede) que compra la vivienda. La pagan, con crédito alemán, a base de ofrecer los ingresos futuros que ganarán durante toda o casi toda su carrera laboral. Les han hecho creer que la vivienda es una inversión, les han engañado respecto al precio apelando a su avaricia y su miedo. Les han convertido en la bestia de carga que va a tener que tirar de este carro durante los próximos treinta años para pagar una prosperidad que ya nos hemos gastado.
Esta es una generación a la que le han timado por todas partes. Les han vendido una democracia de cartón-piedra, les han contado que tenían muchos derechos y pocas obligaciones, que tenían "derecho a divertirse" y a "ser rebeldes" como forma de sacarles los cuartos; les han mandado a la universidad, y una vez allí no les han enseñado nada (eran tantos que no cabían en clase); les han dicho que era esencial estar muy preparados, masters e idiomas, pero a la hora de trabajar lo único que cuenta es quien trabaja más horas por menos dinero. Como eran tantos, les han dicho que hay que competir por todo: por la plaza en la universidad, por el trabajo, por el piso (¡corre, corre, que suben!), y como resultado son egoistas, individualistas, y no tienen conciencia de su papel de generación de borricos. Y por último, el timo de la vivenda, la mayor estafa en la historia de España, ha servido para extraerles hasta la última peseta futura.
Los pocos que quedan sin hipotecar, en este y otros foros, o en las manifestaciones por la calle, cuentan poco; no tienen demasiado dinero, o son demasiado difíciles de engañar; pero son muy fáciles de ignorar. También ellos sufren las consecuencias del timo del siglo: malos trabajos, malos sueldos, malas viviendas, alquileres caros.
¿Y ahora qué? Ya no quedan pepitos, la conjunción de precios psicotrópicos (hay que tomar LSD para creérselos) y Euribor ascendente significa que la demanda no puede seguir ya el ritmo de la oferta, aunque quisiera. La fantasía de que los pagapensiones van a absorber las tropecientas mil viviendas que sobran es solo eso, una fantasía.
Escenario 1: Si los precios bajaran poco, o subieran por debajo de la inflación (o sea, el aterrizaje suave o el cuento de la cabra, por improbable que parezca): los pepitos se verán como los burros que son, atados a una noria 30 años para pagar un piso sobrevalorado. Serán una generación quemada, gastada en la locura de unos pocos años, la herencia de la transición. Su único consuelo es que sus coetáneos que no se endeudaron, los odiados burbujistas, seguirán sin poder comprar un piso. Se dejará de construir y los políticos, concejales, promotores, banqueros, inmobiliarios, vendedores de coches de lujo, etc. tendrán que apretarse el cinturón y acostumbrarse a la idea de que se acabó la juerga. El efecto sobre la economía será notable, pero no fatal. Burbujistas y nuncabajistas sufrirán paro, bajos salarios e inestabilidad laboral (más aún que ahora), pero con ayuda de sus familias saldrán adelante, como en 1993. Los burbujistas más recalcitrantes emigrarán; los otros pasarán por el aro o pasarán su vida de alquiler. No habrá cambios políticos: el PPPSOE seguirá con su grand guignol, su alternancia, sus supuestos grandes conflictos sobre statuts, reformas del senado, leyes de inmi gración a toro pasado o la conveniencia de reformar la constitución para garantizar que la infanta leonor haga su primera comunión en una mezquita o se case con un budista. El sistema seguirá con la trampa lista para crear otra burbuja en 15 años o así: cuando la próxima generación esté madura.
Escenario 2: Si los precios se meten el castañazo que parece probable dado el exceso de oferta existente y la debilidad de la demanda, los pepitos estarán todavía peor, atados a la hipoteca, pero expuestos aún más porque la bajada de precios les hace más vulnerables en caso de problemas; además, ni siquiera tienen el consuelo de que los burbujistas están sin piso. Los burbujistas no podrán comprar piso, pero serán envidiados porque no tienen deudas, y cuando se queden en paro pueden emigrar con más facilidad; la emigración será masiva. La economía se irá al garete, y yo no puedo ver por donde se va a recuperar (aunque se recuperará, por supuesto, quizá cuando haya emigrado bastante gente). El alto paro causará problemas de orden público. Habrá tensiones laborales con la inmi gración, y auge de partidos de ultra-derecha, etc. No será bonito.
Pero si se encontrase un modo de unir la ira de las dos partes de la generación estafada, los pepitos y los burbujistas, para obligar a los políticos a aceptar que el modelo de la transición está agotado; que sirvió su propósito pero tiene fallos demasiado profundos para arreglarlos con parches, y que hace falta una reforma en profundidad del estado, sin necesidad de una guerra ni un golpe de estado; entonces quizá toda esta vaina hubiera servido para algo, y esta generación se podría sentir orgullosa de algo. Quizá las manifestaciones de los últimos meses sean el germen de algo importante; es difícil, lo sé, pero más dificil es sustraerse al último mal de la cesta de Pandora. "Let me be weak, let me sleep and dream of sheep."
Damas y caballeros, yo también me voy a retirar del foro una temporada, y por los mismos motivos que el sr. tochovista: me he enganchado más de lo que es aconsejable, y me consume demasiado tiempo. Por otra parte, ya no me aporta tanto como al principio. La ola ya ha empezado a rodar, y no hay nada que la vaya impedir llegar hasta la playa. No me voy del todo, seguiré leyendo, pero trataré de no participar tanto, al menos por un tiempo.
Espero que ustedes me sepan perdonar este último y descomunal exabrupto.
hasta pronto.
