Efectivamente. Y así sucesivamente con todos los metales de la tabla periódica por orden de escasez.
No es así. La redacción correcta sería:
"Y así sucesivamente con todos los
bienes por orden de
liquidez"
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Carl Menger: El concepto de liquidez como característica esencial del dinero
En 1871 Carl Menger publica sus Principios de Economía Política donde expone que
el valor de los bienes económicos depende de su utilidad (esto es, de su adecuación para satisfacer los fines de los seres humanos), pero no de su utilidad total, sino de su
utilidad marginal: del valor del fin menos importante que un determinado stock de productos permite conseguir: “El valor de un bien concreto o de una determinada cantidad parcial de la masa total de bienes de que dispone un sujeto económico es igual a la significación que para el mencionado sujeto tiene la satisfacción de las necesidades menos importantes que puede alcanzarse con aquella cantidad parcial y todavía no está asegurada por la cantidad total”. Por ejemplo, el valor de un saco de trigo cuando tenemos tres sacos de trigo será el del fin menos valioso que uno de esos sacos de trigo nos permite alcanzar.
De la
ley de la utilidad marginal decreciente se deduce que la posesión de una mayor cantidad de un determinado bien reduce la utilidad de ese bien y que una reducción de su cantidad la incrementa. Es decir, si tenemos tres sacos de trigo y conseguimos un saco de trigo adicional, el bien “saco de trigo” será menos útil por cuanto se dirige a satisfacer un fin menos valioso; asimismo, si uno de los tres sacos de trigo es destruido en un incendio, la utilidad del bien “saco de trigo” aumentará, por cuanto el segundo saco de trigo se dirigirá a satisfacer un fin más valioso que el que iba a satisfacer el tercer saco de trigo.
Esta evolución de la utilidad de los bienes ante las variaciones de su cantidad son universales: un aumento en la cantidad de un bien siempre reduce su valor y una minoración siempre lo incrementa. Ahora bien, que esta regularidad afecte a todos los bienes no significa que los afecte a todos en la misma magnitud. Habrá bienes cuya utilidad variará más violentamente y los habrá otros que la verán variar más lentamente: en concreto, habrá bienes que sirvan para satisfacer una enorme cantidad de fines (por tanto, su utilidad se reducirá muy lentamente ante aumentos de su cantidad) y habrá otros que apenas contribuyan a ello (por lo que su utilidad se reducirá muy rápidamente ante aumentos de su cantidad). No es lo mismo contar con más unidades de sacos de trigo que con más unidades de libros de sánscrito. En el siguiente gráfico, por ejemplo, el bien A es más líquido que el bien B porque su valor se reduce más lentamente ante los incrementos de su oferta.
En El origen del dinero (1892) Menger desarrolla esta idea y llega al
concepto de liquidez: aquellos bienes con una utilidad más estable (que satisfagan una mayor cantidad de fines para un mayor número de individuos) serán los más líquidos y esto se reflejará en que el precio unitario al que puedan comprarse (precio pedido) o al que puedan venderse (precio ofrecido) será más estable. Es decir, el comprador que quiera adquirir grandes cantidades de un bien líquido apenas deberá incrementar su precio unitario y el vendedor que quiera desprenderse de grandes cantidades de un bien líquido apenas deberá reducir su precio unitario: “Si la cuestión fuera desprenderse de grandes cantidades de tela o seda a voluntad el vendedor por lo general deberá contentarse con un considerable porcentaje de disminución en el precio. Peor seria el caso de aquel que en cierto momento debe deshacerse de instrumentos astronómicos, preparados anatómicos, manuscritos en sánscrito u otros artículos tan poco comercializables. Si denominamos los productos o artículos más o menos líquidos de acuerdo con la mayor o menor facilidad con que se los puede vender en un mercado en el momento conveniente, a los precios solicitados actuales, o con una mayor o menor disminución en éstos, podemos ver, por lo que hemos dicho, que existe una diferencia evidente entre las mercancías”.
Aquellos bienes con una mayor liquidez serán unos candidatos ideales para desempeñar la función de medios de cambio indirectos: dado que el cambio directo o trueque tiene enormes inconvenientes (es necesario encontrar a una persona que tenga el bien económico que yo quiero y que quiera el bien económico que yo tengo), los agentes tienden a buscar maneras de superar esos inconvenientes. Una forma bastante lógica es separar los actos de vender y de comprar: los bienes económicos se intercambian no por aquellos que directamente deseamos, sino por bienes líquidos que no satisfacen nuestras necesidades inmediatas pero que sí son demandados por la inmensa mayoría de los individuos (acto de vender). Así, una vez hayamos accedido a esos bienes líquidos ampliamente demandados podremos intercambiarlos con facilidad por aquellos bienes finales que sí deseamos (acto de comprar).
Es fácil comprobar que
este proceso de sustitución del intercambio directo por el intercambio indirecto no ha sido planificada centralizadamente por nadie, entre otro motivo porque al comienzo nadie conoce exactamente cuáles son los bienes más líquidos de todo el mercado (de hecho, la identidad de éstos puede ir cambiando con los gustos de los agentes y las circunstancias que los rodean). El intercambio indirecto simplemente se va abriendo camino gracias a la perspicacia empresarial de unos individuos que se dan cuenta que algunos bienes son más fáciles de comercializar que otros. En distintos momentos y lugares, sin embargo, pueden emplearse simultáneamente diferentes medios de cambio indirecto, los cuales entrarán en un
proceso de competencia hasta que los agentes terminen seleccionando aquellos que, a su juicio, son más líquidos que el resto (incrementando su demanda y ensanchando, con esta decisión, todavía más el diferencial de liquidez):
a esos medios de cambio generalmente aceptados los denominará Menger dinero, rol históricamente desempeñado por los metales preciosos.
De la teoría de Menger no sólo se sigue que el dinero es un bien presente con un valor muy estable en distintos lugares y momentos, sino que se trata de una institución social esencial para potenciar la división del trabajo que no ha sido creada por el Estado, sino por la sociedad. El único cometido del Estado, en todo caso, es el de perfeccionar el dinero que ha seleccionado el proceso descentralizado del mercado: “El dinero no ha sido generado por la ley. En sus orígenes es una institución social y no estatal. La sanción por parte de la autoridad del estado constituye una noción que le es ajena. Por otra parte, sin embargo, a través del reconocimiento del estado y de la regulación por parte del gobierno esta institución social del dinero se ha perfeccionado y ha sido adaptada a las múltiples y variadas necesidades de la evolución del comercio, así como los derechos que son resultado de la costumbre se vieron perfeccionados y adaptados a través de la ley”.
Lección 6 – La redefinición moderna del origen y de las funciones del dinero | Juan Ramón Rallo
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El
oro es el bien más líquido de todos los conocidos por el hombre. La razón principal es que “la utilidad marginal del oro declina más lentamente que la de cualquier otra materia prima conocida por el hombre. Esto es lo que hace al oro ser el metal monetario por excelencia” (Antal E. Fekete)