El pelos ese se llama Arturo González y, tras varios años soportando esa infumable tertulia a la hora de mi comida -primero con la subida de peso disléxica de la Campos y ahora con la enfática estreñida de la Campoy-, sigo sin saber a qué narices se dedica el tal Arturo.
Tiempo ha -cuando la tertulia era en berza 5- se ufabanaba mucho de conocer a miembros relevantes de la judicatura, gente del Supremo y del CGPJ, y de ser íncluso amigo íntimo de Clemente Auger, comisario felipista de pro. También plañía mucho por la decepción personal que se había llevado con su amigo (sic) Gómez de Liaño.
Un delirante con pintas de poeta novísimo, vamos.
P.D: Acabo de darme cuenta -no sin espanto- de que, como con toda seguridad la mayoría de los que aquí estáis no tenéis ni idea -por edad, no por ignorancia- de quienes eran ni representaban Clemente Auger ni Gómez de Liaño, me estoy haciendo viejo. narices, cómo ha cambiado España, cómo ha pasado el tiempo. Me acabo de sentir como Mommsem escribiendo sobre Roma.
En fin, todo eso.