Seis de diciembre de 2023: QUEMA UNA COPIA DE LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA

Alex Cosma

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Cuando llega el invierno, todos los años padecemos la misma tabarra adoctrinadora, con la Constitución española vigente, de 1978. Este lúgubre y liberticida documento jurídico-político, que recoge y aplica a nuestro caso la teoría política liberal, organizando la actual falta de libertad y libertades políticas, imponiéndonos un régimen de dictadura, el que padecemos.

Su esencia reside en:

1) Dictadura política del Estado.

2) Libertades formales y falsas otorgadas por el ente estatal, como único agente político soberano.

3) Verborrea sobre derechos y más derechos, mera mentira, simple demagogia.

4) Centralidad del ejército, conforme a lo que es habitual en el liberalismo, donde la soberanía reside en el Estado, en su principal elemento constitutivo, el ejército.

5) Sacralización del capitalismo y sus horrores.

6) Prohibición de todo, de modo que el individuo existe como criatura aherrojada y sin libertad.

7) Adoctrinamiento permanente, sin respeto por la libertad de conciencia, que es la libertad decisiva.

8) Neopatriarcado feminista radical, con el ente estatal como nuevo y violentísimo “pater familias”.

9) Preparativos para meternos en una nueva guerra mundial donde irá a sufrir y a morir la (escasa) juventud que queda en este país, masculina y femenina.

10) Pobreza creciente de cada vez sectores más amplios de la sociedad, especialmente de los menores de 35 años.

11) Destrucción cultural y lingüística de los pueblos de la península ibérica sometidos al brutal ente estatal español.

12) Creciente diferenciación social, entre una minoría rica cada vez más rica y una gran mayoría pobre, cada vez más pobre y expoliada.

13) Aniquilación étnica de los pueblos de Iberia a través de la emigración.

14) Impuestos imposibles, que nos despojan de lo poco que tenemos.

15) Estado policial rampante y fascistizante.

16) Destrucción del futuro debido a la persecución del erotismo heterosexual e impedir/prohibir que la gente nativa tenga hijos.

Las maldades y perversidades del régimen constitucional han creado una sociedad que ahora se está desmoronando, al ser rotundamente disfuncional en lo más importante, de tal modo que progresamos hacia una situación de desplome y desintegración global, quizá apocalíptica incluso, según expongo en mi libro Autoaniquilación. El hundimiento de las sociedades de la última modernidad. Situación no lejana, que hay que mirar con serenidad, sin temor, con valentía, preparándonos para hacer de ella una crisis revolucionaria con final positivo que origine un nuevo orden político, económico y social, cuyo fundamento tiene que ser la libertad. Libertad con responsabilidad, con moralidad, con deberes, con virtud cívica, con hermandad, con ayuda mutua, con economía comunal. Esto es, con revolución.

Hay que enfatizar la responsabilidad decisiva que tuvo la izquierda en la instauración de la Constitución vigente en el año 1978, en particular el Partido Comunista, esa entidad estalinista y neonazi que debe desaparecer. Esa misma izquierda, hoy en el gobierno, padece una crisis creciente e irresoluble, con el Partido Comunista reducido a secta marginal, aunque eso sí, siempre bien abastecido de dinero estatal y patronal, pue las élites del poder no olvidan el decisivo servicio que realizó al capitalismo en el año citado, así como antes y después.

Quienes hablan de “reformar” la Constitución, o de elaborar “otra” Constitución supuestamente “mejor”, son unos traidores a la causa popular, pues sólo se reforma lo que se desea mantener, y la actual Constitución tiene que ser denunciada y derrocada, no conservada. Toda Constitución, aquí o en cualquier otro país, se confecciona desde los principios liberticidas del liberalismo político, que hacen del Estado, en concreto del ejército, el poseedor de la soberanía política, de toda la soberanía. Por tanto, el constitucionalismo es una apología de un régimen de dictadura militar más o menos encubierta. Y eso no puede ser reformado sino sometido a la ira justiciera y salvífica de la revolución.

Lo mismo debe decirse de quienes desear emprender un proceso constituyente, que culmine en una nueva Constitución. Ésta, sea monárquica o republicana, sólo puede ser continuista de la primera Constitución liberal española, la de 1812, pues el sistema liberal imperante, esencialmente militarista y totalitario, conforma sistemas legales según sus principios. Esto únicamente puede ser cambiado por una revolución política integral. Quienes proponen tal “proceso constituyente” son procapitalistas, antirrevolucionarios, demagogos, parte integrante de la caverna política española, militaristas, amadores del Estado policial y liberticidas.

Mi propuesta es instaurar, en una situación de crisis general del sistema que se dará en el futuro, un régimen de democracia directa, con libertad reales, autogobierno por asambleas, mandato imperativo, cargos públicos anuales no remunerados, derecho consuetudinario, economía comunal, sistema de poder ascendente de abajo a arriba, soberanía individual y popular efectivas, moralidad, virtud cívica y armamento general del pueblo. Eso constituye una Sociedad de la Libertad, negadora de la sociedad de la tiranía, la inmoralidad, la maldad y la dominación en la que hoy malvivimos. Tal es la revolución integral que preconizo.

Como lecturas formativas, recomiendo mis dos libros La democracia y el triunfo del Estado y Derecho Consuetudinario y Democracia Directa.

Sí, que arda, que arda.
 

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Arnaud de Solier

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Que arda.

Y, por ser hoy el día que es:

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