Vamos a dar por bueno que usted no tenía ningún interés especial en defender a Rato. En cuanto a lo que dice de si yo sí tengo interés en atacarlo, está totalmente en lo cierto. ¿El motivo? por supuesto, no es nada personal. Puede usted llamarlo patriotismo, o puede llamarlo amor a la humanidad. Aquí va otra pequeña perla sobre el personaje sacada de la wikipedia:
También estoy de acuerdo en que no es imprescindible haber cursado el grado/licenciatura para tener una sólida formación económica (por cierto, no solo "cualquier abogado", sino cualquiér médico, filólogo, historiador, ¿no cree?), pero tiene que quedar acreditado de alguna manera que efectivamente se posee dicha formación. Y recuerde que una "solida formación" no está al alcance de cualquiera. No estamos hablando de opinar como aficionados en un foro. En un post anterior he dado por válidos a los ministros De Guindos y Solbes, pues las oposiciones al selecto Cuerpo de Economistas del Estado está entre las más duras de España.
Pues bien, el Sr. Rato no solo no tenía esa sólida formación, sino que no había dado un palo al agua en su vida al margen de la actividad política, desconociendo por completo la empresa privada. Casta. Casta pura y dura. No es casual que quisiese obtener el doctorado siendo ya ministro, como acertadamente señala el forero M.Priede.
Esto me retrotrae a lo que han venido comentando en los últimos posts, sobre si ministros-economistas sí o ministros-economistas no. Para empezar, al margen de lo que suceda en otros países, ya he señalado que en España desde el final de la transición (1982) todos los ministros de Economía y Hacienda han sido economistas. Durante el franquismo no fue así, pero por aquel entonces el ministerio se llamaba solamente Ministerio de Hacienda; España tenía poca tradición en cuanto a la planificación económica, y las cuestiones fiscales tenían todo el protagonismo; cuestiones estas a las que los juristas no son en absoluto ajenos ya que la Hacienda Pública es una especialidad del derecho.
Ahora bien, la primera vez que en España se nombró un Ministro de Economía (separadamente del de Hacienda) fue en 1977 y se nombró a insigne profesor Enrique Fuentes Quintana, que por aquel entonces era una de las mayores autoridades en materia económica de España.
Por otra parte, como acertadamente se ha señalado aquí, hay que reconocer que en otras naciones es bastante habitual que los ministros de finanzas no sean especialistas en la materia. Pero después de ojear brevemente los ejemplos que han puesto, creo que se puede diferenciar claramente dos subgrupos:
1) Políticos con una amplia trayectoria profesional y/o política desempeñando cargos relacionados con asuntos económicos. Sería el caso del ministro indio, o del estadounidense, el cual además tiene "cierta" formación en materia económica, el cual como acertadamente ha señalado M.Priede no ha esperado a ser ministro para sacarse la titulación. :
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2) Auténticos castuzos, al estilo de nuestro compatriota R.Rato: según lo que he podido ver, sería el caso de George Osborne (ministro británico), un aristócrata cuya experiencia laboral antes de entrar en política y su fulgurante ascenso a "Chancellor of the Exchequer" fue trabajar en unos grandes almacenes y registrar los nombres de las personas fallecidas en Londres para el Sistema Nacional de Salud.:
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Pues la verdad, que quieren que les diga....a mí no me cuela. A lo mejor habría que preguntarse si no tendrán algo que ver estos nombramientos en el hecho de que la economía mundial vaya como el trastero. Podemos suponer (más bien, yo lo doy por sentado) que tipos como este Osborne delegan la mayor parte del trabajo serio en los técnicos y verdaderos profesionales, mientras ellos se dedican a poner en práctica sus "ideas económicas", es decir, su ideología en materia económica.
A mí, personalmente, me parece altamente peligroso un ministro de economía que solo tenga ideología. Por muy desacreditada que esté hoy en día la ciencia económica, ya que evidentemente no es una ciencia exacta, para mí una sólida formación técnica siempre supone un freno intelectual a los desmanes de la ideología. Corremos el riesgo de acabar en manos de fanáticos, o lo que es peor, de arribistas que solo están esperando la oportunidad de arrimar el ascua a su sardina, la suya propia o la de su grupo social (estoy pensando, por ejemplo, en las famosas privatizaciones...). Yo seguiré prefiriendo un gobierno de técnicos, incluso de "tecnócratas", pero con un peso intelectual y que miren por el bien común, que un ignorante que solo tenga ideología.