Y no solo Jesucristo, hay también un porrón de supuestas resurrecciones hechas por santos a lo largo de la historia. San Vicente Ferrer, sin ir más lejos, dice su hagiografía que resucitó ante la multitud un niño descuartizado por su progenitora y cocinado en un caldero.
El motivo por el que ya no hay ese tipo de resurrecciones corpóreas y tan vistosas e indiscutibles (no levantar a una vieja de un coma, en plena calle), con el santo aún vivo (en vez de invocado en una estampita ya post mortem) habiendo hoy muchísimos más habitantes y una cámara en cada bolsillo es muy fácil y es la misma que explica por qué ya no se aparece la Virgen: eran falsas, historias que nunca ocurrieron.
Ya estamos en otra fase de la historia y los criterios de verificación no son los mismos que en esas épocas de ignorancia atroz, en que todo quisque creía en seres cósmicos imaginarios.