Entre la gente de derechas suele haber poquísimos patriotas. Mucho golpe de pecho, mucha banderita y mucha bravuconada, pero a la hora de la verdad les importa una real cosa el país y su gente.
Sin embargo, siempre están empeñados en ser ellos los que definan lo que debe o no ser el país, cuando es el grueso del pueblo el que tiene que hacerlo.
Así se hizo en los años treinta, la gente quería un país más moderno, republicano, quería poder llevar a sus hijos al colegio (y no que sólo fueran los hijos de los caciques de siempre), querían dejar de trabajar de sol a sol por cuatro cortesanas, querían construir algo de lo que mereciera la pena sentirse orgulloso, mirar hacia adelante. Como los mal llamados patriotas de aquella época no coincidían con esta visión del país, sino que pretendían que todo siguiera igual, que las cuatro familias y los cuatro curas que manejaban el país a su antojo y beneficio siguieran haciéndolo para los restos, dieron un golpe de estado que sumió al país en una guerra civil espantosa que acabo instaurando una dictadura fascista promonárquica que duró cuarenta años.
Si no fuera porque ya estoy curado de espanto con los patriotas de este país, se me pondrían los pelos de punta al ver a alguien que se quiere llamar a sí mismo liberal defender la aberración del fascismo sin despeinarse.
Así es este país, una auténtica amalgama de relativistas jovenlandesales, lobos con piel de cordero, pícaros, chorizos y trabajadores desclasados, de setecientos euros al mes, pero votantes de la derecha más rancia. Así no me extraña que a cualquiera que intente que España sea un país habitable le llamen antipatriota, radical, guerracivilista, etc. Estamos en el maldito siglo XXI, es imposible de todo punto volver a la Segunda República puesto que las condiciones históricas tras el paréntesis fascista son totalmente diferentes, y lo único que pretende quien afirma tal disparate es difamar en un intento de fraccionar la sociedad y que las cosas no cambien nunca. No suena muy liberal, la verdad.
Todo esto viene por el revisionismo histórico manifiesto y la defensa de la monarquía implícita en el punto cinco, por si no caes.
A pesar de todo ¡viva España! (sobre todo la que pudo ser y no fue).
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