He estado leyendo estudios sobre la familia troncal vasca y los padres siempre elegían al hijo heredero de acuerdo a criterios como "el afecto", "la obediencia", "la sumisión"... A menudo elegían a una hija porque cuidaba mejor de los padres y realizaba las tareas domésticas pese a ser sus hermanos y no ella quienes trabajaban las tierras. ¡Dejar casa y tierra a una hija y no a un hijo pese a ser éstos y no aquélla quienes trabajaban las tierras, la más importante de las propiedades familiares! "Ellas siempre daban más afecto", decía una madre del Pirineo navarro, y se quedaría tan ancha con esa confesión de iniquidad tan brutal.
Los catalanes nombraban siempre como heredero único al hijo varón mayor, el primero que se incorporaba al trabajo productivo en la unidad doméstica (era la razón que daban los campesinos cuando se les preguntaba el porqué de la costumbre), lo cual es lo más justo. Para mí es un signo de superioridad moral.