PILAR RAHOLA escribe sobre la realidad ANDALUZA
Andalucía: Tierra de poetas y artistas, también lo ha sido de jornaleros en lucha y mártires revolucionarios
"Desde el motín del hambre del siglo XVII, el campo andaluz no ha parado de luchar por sus derechos. Fue en la Andalucía del XIX donde triunfaron las insurrecciones socialistas y los movimientos anarquistas, y durante el siglo XX hasta la Guerra Civil, Andalucía tuvo múltiples movimientos sociales, algunos tan emblemáticos como la huelga general del 31. Tierra de poetas y artistas, también ha sido una tierra de jornaleros en lucha y mártires revolucionarios. No se puede decir pues que ese sufrido territorio, secularmente castigado por una casta de señoritos que ha poseído la casi totalidad de la tierra, no haya luchado por sus derechos.
Y durante el franquismo, también fue Andalucía, con Catalunya y Euskadi, quien más vivamente luchó contra la dictadura. Sin embargo, todo ese bagaje de conciencia social hace años que ha desaparecido de su faz, abducido por las políticas de subvención masiva, que han comprado voluntades sin cambiar las estructuras.
Enric Juliana ponía tilde a las cifras en su magnífico artículo de domingo, "Andalucía ante la paradoja de la satisfacción". Las cifras son demoledoras. Desde el 1986, Andalucía ha recibido 72.500 millones de euros en ayudas comunitarias (12 billones de pesetas), su PIB ha aumentado un 122,5% y han desaparecido algunas de las viejas lacras, como el analfabetismo y la emigración masiva.
Sin embargo, con toda esta ayuda ingente, continúa ocupando el penúltimo lugar en el PIB español, y está 25 puntos por debajo del promedio de riqueza europeo, la misma posición que en 1982. Además tiene cifras de paro alarmantes como el 35,5% de Cádiz, y es la comunidad que más personas tiene empleadas en la Administración, 17 de cada cien que trabajan. Podríamos continuar, y al artículo de Juliana me remito, pero la conclusión parece clara: las ayudas no han sido usadas para cambiar el paradigma económico de Andalucía y dar la vuelta a sus problemas estructurales, sino para mantener los viejos privilegios de los terratenientes, silenciar las protestas agrícolas y dar pescadito al jornalero, negándole la caña de pescar. Ni tan sólo se han aprovechado las ayudas masivas al olivo para crear una marca de aceite propia, hasta el punto de que el 80% que se exporta lo hace sin la etiqueta made in Spain. Además, algunas grandes infraestructuras como el AVE no se han hecho para potenciar el productivo eje mediterráneo de Almería hacia arriba, sino para ir a pasear a Madrid. Y suma y sigue.
Todo esto no sale en la campaña electoral, porque nadie quiere cambiar el statu quo de la subvención permanente, de ahí las promesas del PP sobre los PER, o las declaraciones socialistas.
Sin embargo, ese es el tema: qué modelo de país quieren, y no cómo garantizan el viejo modelo de siempre. ¿Cambio? Cambiarán las siglas pero no cambiarán los viejos y retrógrados esquemas.
Los Alba continuarán tranquilos
Andalucía: Tierra de poetas y artistas, también lo ha sido de jornaleros en lucha y mártires revolucionarios
"Desde el motín del hambre del siglo XVII, el campo andaluz no ha parado de luchar por sus derechos. Fue en la Andalucía del XIX donde triunfaron las insurrecciones socialistas y los movimientos anarquistas, y durante el siglo XX hasta la Guerra Civil, Andalucía tuvo múltiples movimientos sociales, algunos tan emblemáticos como la huelga general del 31. Tierra de poetas y artistas, también ha sido una tierra de jornaleros en lucha y mártires revolucionarios. No se puede decir pues que ese sufrido territorio, secularmente castigado por una casta de señoritos que ha poseído la casi totalidad de la tierra, no haya luchado por sus derechos.
Y durante el franquismo, también fue Andalucía, con Catalunya y Euskadi, quien más vivamente luchó contra la dictadura. Sin embargo, todo ese bagaje de conciencia social hace años que ha desaparecido de su faz, abducido por las políticas de subvención masiva, que han comprado voluntades sin cambiar las estructuras.
Enric Juliana ponía tilde a las cifras en su magnífico artículo de domingo, "Andalucía ante la paradoja de la satisfacción". Las cifras son demoledoras. Desde el 1986, Andalucía ha recibido 72.500 millones de euros en ayudas comunitarias (12 billones de pesetas), su PIB ha aumentado un 122,5% y han desaparecido algunas de las viejas lacras, como el analfabetismo y la emigración masiva.
Sin embargo, con toda esta ayuda ingente, continúa ocupando el penúltimo lugar en el PIB español, y está 25 puntos por debajo del promedio de riqueza europeo, la misma posición que en 1982. Además tiene cifras de paro alarmantes como el 35,5% de Cádiz, y es la comunidad que más personas tiene empleadas en la Administración, 17 de cada cien que trabajan. Podríamos continuar, y al artículo de Juliana me remito, pero la conclusión parece clara: las ayudas no han sido usadas para cambiar el paradigma económico de Andalucía y dar la vuelta a sus problemas estructurales, sino para mantener los viejos privilegios de los terratenientes, silenciar las protestas agrícolas y dar pescadito al jornalero, negándole la caña de pescar. Ni tan sólo se han aprovechado las ayudas masivas al olivo para crear una marca de aceite propia, hasta el punto de que el 80% que se exporta lo hace sin la etiqueta made in Spain. Además, algunas grandes infraestructuras como el AVE no se han hecho para potenciar el productivo eje mediterráneo de Almería hacia arriba, sino para ir a pasear a Madrid. Y suma y sigue.
Todo esto no sale en la campaña electoral, porque nadie quiere cambiar el statu quo de la subvención permanente, de ahí las promesas del PP sobre los PER, o las declaraciones socialistas.
Sin embargo, ese es el tema: qué modelo de país quieren, y no cómo garantizan el viejo modelo de siempre. ¿Cambio? Cambiarán las siglas pero no cambiarán los viejos y retrógrados esquemas.
Los Alba continuarán tranquilos
