Como suelo decir vivimos en la era del storytelling, cualquier tipo de información no ha de darse de forma objetiva y solo basada en fríos datos, hay que pensar que fin queremos lograr y en base a ello crear una historia que apele a los sentimientos del receptor. A los ciudadanos se nos ve como consumidores de información presentada en forma de historias que traten de activarnos no de manera analítica y objetiva, sino de manera emocional porque a través de las emociones van a lograr anular determinados filtros de análisis indispensables para un correcto pensamiento y, por contra, conseguirán que un gran número de personas acaben alcanzando las conclusiones que se desean.