Lo que le ha salvado a EE.UU. de no entrar en una crisis aún más profunda es que su moneda es una divisa internacional, la moneda de cambio por excelencia. Por eso le dan a la maquinita de imprimir cuando necesitan pasta (monetizan su deuda): el gobierno emite papelitos que llaman bonos y el banco central imprime papelitos que llaman dólares y se los da al gobierno a cambio de esos bonos, que los lanza al mercado casi sin coste y sin inflación, ya que parece ser que la demanda de dólares en los mercados es ilimitada y muchos agentes públicos y privados los atesoran como reservas.
Hasta que, por ejemplo, los chinos digan que no quieren más dólares, que no se fían, y que prefieren euros o yuanes. Y otros países los imiten. Ese día, la hiperinflación que sufrió Alemania en los años 20 será una anécdota.