Juan Torres López
con la colaboración de Alberto Garzón Espinosa
LA CRISIS FINANCIERA
GUÍA PARA ENTENDERLA Y EXPLICARLA
Prólogo de Pascual Serrano
ATTAC 2009
PRÓLOGO (1)
Nos dijeron que la economía estaba en crisis debido al alto
precio del petróleo que estaba encareciendo la mayoría de la producción,
a los dos meses la crisis era porque éste había bajado su
precio a la mitad. Contaban que la economía iba bien cuando el
precio de la vivienda estaba a unos niveles que ningún joven podía
acceder a ella y en cambio se contabilizaban tres millones de casas
vacías en España, hasta nos hacían felices porque los que teníamos
vivienda ahora éramos ricos debido a la subida de los precios, y
en realidad lo que sucedía era que nuestros hijos no podían comprar
una. Nos inquietaban con el peligro de que explotara la burbuja
inmobiliaria que provocaría la caída de los precios, a pesar de
que esa hubiera sido la única forma de que algunos pudiesen comprarse
una casa. Durante toda la vida habíamos pensado que un
signo de mala situación económica era que subieran los precios de
los productos que necesitábamos, pero ahora dicen que con la crisis
bajarán y eso es todavía peor. Hace diez años recomendaban
que nos hiciéramos un plan de pensiones privado porque el sistema
público no estaría en condiciones de garantizar el pago de
nuestra jubilación y ha resultado que ha sido el sistema público el
que ha tenido que rescatar al privado de la bancarrota.
En nuestra sociedad, los “expertos” en economía vienen a
ser como los brujos de las tribus salvajes que advertían de una terrible
sequía dos semanas antes de que el poblado se inundara por
unas torrenciales lluvias, y a pesar de eso seguían considerados
como los sagrados adivinos cuando dejaba de llover.
Muchos hemos llegado a la conclusión de que en este siglo
XXI leer buenos –y decentes- libros de economía es tan importante
como los de supervivencia si se va a una isla desierta. Y por eso
yo leo a Juan Torres, por supervivencia en esta edad moderna. De
forma que llega un catedrático de Economía como él y nos dice
que lo que argumentaban los grandes gurús de la economía mediante
matemáticas muy sofisticadas era “una tontería sin fundamento
científico alguno pero que se divulgaba para que los
multimillonarios puedan seguir jugando al casino”. O sea, el brujo
de la aldea tomándonos el pelo en el siglo XXI. Y la prueba más
clara es que hasta a Emilio Botín y a Alicia Koplowitz les sacó el
dinero un estadounidense de nombre Madoff mediante el tocomocho
de unas inversiones piramidales dignas de un trilero de la Gran
Vía madrileña.
Todo lo que está sucediendo ahora lo advirtió hace cuatro
años Juan Torres López en su libro “Toma el dinero y corre. La
globalización neoliberal del dinero y las finanzas” (Icaria), pero
Torres no tenía el reconocimiento de “brujo de la aldea” que dan
los grandes medios y las instituciones financieras porque decía lo
que a ellos no les interesaba, y lo silenciaron.
Lo que sí pregonaban pocos meses antes de que se desplomaran
las finanzas estadounidenses y europeas, el 5 de abril, eran
titulares como este del diario El País: “BBVA y el riesgo venezolano”.
Se hacían eco de que el banco español “BBVA acaba de advertir
sobre la situación venezolana en el capítulo de riesgos del
informe anual presentado ante la Comisión del Mercado de Valores
de Estados Unidos”. Seis meses después los gobiernos estadounidenses
y europeos dedicaban sus fondos públicos a salvar la banca
privada y el venezolano concedía 236,7 millones de dólares para
1.547 proyectos socioproductivos comunitarios.
Esos ejecutivos y banqueros que han provocado la crisis se
siguen burlando de los ciudadanos cada día que pasa. Mientras conocemos
los multimillonarios rescates bancarios con dineros públicos,
en Munich se inauguraba en octubre de 2008, con gran éxito
de asistencia, la Feria de Millonarios, donde encontramos un teléfono
móvil que se vende por 178.000 euros, una almohada adornada
con diamantes por 300.000 euros, cigarros envueltos en oro,
el último Ferrari, el mayordomo perfecto, yates, casas de caviar y
champán... Esos días se conoció que el dueño de la inmobiliaria española
Fadesa se adjudicó a su cuenta personal 139 millones de
euros de la empresa antes de declarar la suspensión de pagos, que
los ejecutivos de la aseguradora AIG se fueron una semana de vacaciones
gastándose un total de más de 440.000 dólares alojándose
en un hotel de California que cuesta mil dólares por noche, tras recibir
los 85.000 millones de dólares del rescate del gobierno estadounidense.
La división aseguradora del desaparecido Fortis, cuyos
restos fueron comprados a precio de saldo por BNP Paribas, se
gastaron 150.000 euros en una cena en el prestigioso restaurante
Louis XV del hotel monegasco de Paris Monte-Carlo, el más caro
de todo el Principado.
Aunque la crisis es básicamente financiera y del sector de la
construcción, un estudio señalaba que los directivos de las entidades
financieras tienen un salario medio de entre 80.000 y 250.000
euros y los de las promotoras o constructoras entre 100.000 y
240.000 euros. Estos sueldos, según el estudio, sólo son superados
por los socios de los despachos de abogados. Sirva como ejemplo
que durante 2008 la presidenta de Banesto, Ana Patricia Botín, tuvo
un aumento de sus emolumentos del 18 % para llegar a ingresar
3,67 millones de euros. A ellos hay que añadir “los 3,8 millones que
el banco aportó a su plan de pensiones, que se eleva ya a 21,7 millones”.
El resto de los miembros del Consejo de Administración
percibió durante 2008 un 36,9 % más que el año anterior, y los
once miembros de la alta dirección vieron su retribución aumentada
un 34,6 %, hasta alcanzar un sueldo medio de 742.000 euros.
En Estados Unidos no es diferente. Mientras la financiera Merrill
Lynch aprobaba los planes de despidos y recibía ayudas del gobierno,
su presidente, John Thain, se gastaba 1,2 millones de euros
en amueblar su despacho. Entre sus adquisiciones, alfombras de
67.000 euros y una mesa de 19.200. Así se viven las crisis cuando
uno es directivo de una gran empresa o banco. Al final tenía razón
Bertolt Brecht cuando afirmaba que el delito no era robar un
banco, sino fundarlo.
En realidad, como me dijo mi amigo Santiago Alba, a estas alturas
no deberíamos escandalizarnos, esa gente siempre se dedicó
a comer y a beber bien mientras la humanidad se muere de hambre,
no hay ninguna novedad.
Y mientras todo eso sucede, y tras destinar el gobierno español
millones de euros para la banca privada, el vicesecretario
general del PSOE, José Blanco, se limitaba a declarar: “Yo confío
en que las entidades financieras [...] tomen la decisión de garantizar
crédito a los ciudadanos”. Y la organización de consumidores
OCU y el sindicato CCOO pedían al gobierno que si un banco
quiebra se aumente la garantía del fondo de depósitos de los
20.000 euros de ahora a 150.0004. Se trataría de que entre todos
los ciudadanos, incluidos los que no tenemos ese dinero, pagásemos
los 150.000 que alguien tenía ahorrado en una cuenta bancaria
y que los directivos del banco se hubieran encargado de
esfumarlos.
Este libro de Juan Torres López y Alberto Garzón Espinosa,
“La crisis financiera. Guía para entenderla y explicarla”, nos revela
que el dinero que circula por el mundo es falso, puesto que se
mueven 5,5 billones de dólares en la economía financiera de los
mercados de cambios y en las bolsas mientras que el comercio
mundial es cien veces menos, que los prestamos hipotecarios eran
los denominados NINJA, acrónimo de “No Income, No Job and No
Asset”, es decir a personas sin ingresos, sin trabajo y sin patrimonio
que así creían tener algo; y que en Estados Unidos, al igual que en
España, el 40 por ciento de las viviendas compradas no estaban
destinadas para ser habitadas. El capitalismo ha creado un sistema
en que el dinero no es dinero, a los pobres los hipotecan para que
crean que no son pobres y las casas no son para vivir. ¿Y cómo
puede suceder esto? Por eso comencé diciendo que hay que leer
libros de economía como si se tratase de guías de supervivencia.