La etapa Mendoza fue de sociata arquetípico y tuvo muchos paralelismos con lo que han sido los gobiernos del PSOE.
Hizo gala de unos logros, los de la Quinta, que se dieron gracias a unas condiciones que había heredado. Tuvo hasta los bemoles de apuntarse en el palmarés la 1ª Copa de la UEFA, de la que cuando tomó él posesión, sólo faltaba por disputarse la final ante el desconocido Videoton de Hungría.
Una vez en el poder no hizo nada que no hubiera podido hacer cualquier otro. Sólo fichajes muy evidentes, torpezas y desidias leves pero continuas y perogrulladas. Y cuando las cosas empezaron a torcerse, también por circunstancias que en buena parte escapaban a su control, no supo qué hacer y todo el mundo se quedó esperando a que llegara al poder otro bando que enderezara la situación.
Y eso que el socialismo de Felipe y la beautiful people con el que tan bien se identificaba Mendoza sólo era, en general, prepotente, corrupto y torpón, como lo era Mendoza, pero en general, con sus más y sus menos, se identificaban con la visión del país que tenía casi toda la gente normal.
Luego ya llegarían socialistas de verdad siniestros y mal intencionados con una agenda a largo plazo para jorobarlo todo, a ser posible de forma irreversible. Y en ésas estamos.
