Leña a Hugo Chavez desde la izquierda: (no me refiero precisamente a que The Wall Street Journal sea de izquierdas precisamente)
Un producto curioso de la Venezuela de Hugo Chávez:
los burgueses bolivarianos
Por The Wall Street Journal
La mayoría de los partidarios de Hugo Chávez vive en barrios marginales y depende de los subsidios del gobierno.
La mayoría de la oposición vive en edificios de apartamentos de clase media o mansiones en barrios acaudalados y está espantada ante la posibilidad de una nueva victoria de Chávez en las elecciones presidenciales de este domingo.
Pero también hay gente como Wilmer Ruperti, un magnate naviero que recorre la ciudad en un BMW a prueba de balas con chofer y que debe gran parte de sus riquezas al régimen de Chávez.
Junto a otros hombres de negocios bien conectados, conocidos como boliburgueses, la burguesía bolivariana, Ruperti apoya la reelección de Chávez.
Sentado en su oficina hace unos días, Ruperti, un hombre de aspecto robusto y sociable de 46 años, que usa un collar de oro y zapatos de cocodrilo, estudia minuciosamente una encuesta que, dice, encargó por US$60.000 y muestra que Chávez tiene una ventaja cómoda.
"Yo estoy plenamente de acuerdo con el presidente Chávez", dice Ruperti. "Es la única persona que yo siento está identificada con la gente necesitada".
Ruperti, un trader de crudo, tuvo su gran golpe de fortuna en 2003 cuando fue al rescate del gobierno de Chávez, que trataba de sobrevivir a la huelga que había clausurado a la compañía estatal Petróleos de Venezuela SA. Cuando el país se estaba quedando sin gasolina, Ruperti usó su flota de buques petroleros para descargar combustible en puertos venezolanos, mostrando que éstos eran seguros.
Esto abrió el camino para que otros buques trajeran gasolina, que Ruperti compraba y revendía a PDVSA, rompiendo así la espina dorsal de la huelga. Agradecido, Chávez lo condecoró con la Orden del Ejército.
Ahora, Ruperti encarna las contradicciones de la Venezuela de Chávez: un país dedicado a la redistribución socialista de la riqueza, pero que también está gozando de un auge capitalista impulsado por el petróleo y que separa aún más a los ricos de los pobres.
El whisky de 18 años está en boga, los Hummer y todoterreno último modelo llenan las calles de Caracas, mientras que cuatro de cada diez venezolanos sobrevive con US$2 o menos al día.
Ruperti, cuyo padre era un inmigrante italiano que trabajó como chef en restaurantes de la ciudad, es hoy un personaje en la sociedad caraqueña.
El año pasado auspició el mayor evento de la temporada, que logró reunir a los boliburgueses y a las grande dames de la oposición chavista: un concierto de beneficencia a cargo del tenor Luciano Pavarotti. Un año antes, pagó US$1,7 millones en una subasta en Nueva York para adquirir un par de ornamentadas pistolas francesas que el armero de Napoleón hizo en 1804 para Simón Bolívar.
Los chismes que circulaban en Caracas afirmaban que Ruperti le iba regalar las pistolas a Chávez, un hombre tan obsesionado con el héroe de la independencia que cambió el nombre de Venezuela a República Bolivariana de Venezuela.
"Esas pistolas tenían que estar en manos de venezolanos", dice Ruperti, afirmando que las dejará a sus hijos. "Hay que rescatar la venezolanidad de la gente".
Sin embargo, los críticos de Ruperti afirman que sus prácticas de negocios son un ejemplo de cómo las cosas han empeorado en el país. Este año, la organización Transparencia Internacional ubicó a Venezuela en el lugar 141 entre los 163 países que figuran en su sondeo de "niveles de corrupción percibida".
El año pasado, una comisión parlamentaria compuesta mayoritariamente por miembros del partido de Chávez examinó acusaciones de que Ruperti habría ganado millones al doblefacturarle a PDVSA algunos envíos de gasolina durante la huelga.
En ese período, el sistema contable de la empresa estatal había colapsado. La comisión también investigó si Ruperti obtuvo contratos de manera irregular para transportar asfalto para Citgo, la subsidiaria de PDVSA en Estados Unidos.
Al final, la comisión lo absolvió. "Ruperti prestó servicios vitales a PDVSA y éstos le fueron pagados", dice Jesús Alberto García, el presidente de la comisión investigadora.
La saga continúa. Hace unos meses, la oficina presidencial envió una carta al Congreso pidiéndole a los legisladores que volvieran a examinar la controversia.
Entre las cosas que la oficina presidencial quiere investigar es si PDVSA perdió US$30 millones debido a la sobrefacturación y las boletas falsas de Ruperti, y si el trader usó "nombres de empresas sin el conocimiento de éstas para adquirir combustible de forma fraudulenta". Ruperti niega cualquier fraude.
Hasta el momento, las acusaciones no han tenido un impacto mayor sobre sus negocios.
Ahora su flota está compuesta por 19 buques y planea crear un banco marítimo. Ruperti también ha invertido US$26 millones en un canal de televisión por cable que quiere convertir en una estación que emita noticias las 24 horas. "Lo voy a llamar Canal I, por inteligencia, imparcialidad e información", afirma.
La actual dolce vita de vinos finos, whisky caro y autos de lujo les recuerda a muchos venezolanos el primer auge petrolero en los años 70, una época que muchos llaman "Venezuela Saudita".
En esos años, el presidente Carlos Andrés Pérez, que nacionalizó el petróleo para crear PDVSA en 1976, favorecía a una camarilla de amigos conocida como los "12 apóstoles". Todos ellos hicieron enormes fortunas gracias a contratos con el gobierno. Ahora, dice Ben Ami Fihman, editor de la revista Exceso, "los 12 apóstoles se convirtieron en los 40 ladrones".
Hoy Caracas está tan dividida como en los días de la huelga petrolera.
El nombre de Ruperti encabeza la lista de los "colaboradores del régimen" que publicó en Internet "Militares Democráticos", un grupo de oficiales antichavistas que fue expulsado de las fuerzas armadas.
"Mucha gente piensa que soy un diablo, pero no es verdad", dice Ruperti.
"Duermo bien por las noches y moralmente estoy tranquilo".
Pero no se arriesga. Aparte de su vehículo blindado, Ruperti siempre está acompañado por dos guardaespaldas coreanos que son expertos en Taekwondo.
El defensor del antiimperialismo.
Miraflores, 27 de abril de 1999
Al Excelentísimo Señor
WILLIAM JEFFERSON CLINTON
Presidente de los Estados Unidos de América
Washington, D.C.
Me han impresionado gratamente las consideraciones que su Excelencia tuvo a bien formular, con motivo de la presentación de las Cartas Credenciales que recientemente hizo ante usted nuestro Embajador ante la Casa Blanca, el Dr. Alfredo Toro Hardy.
El mensaje suscrito por su Excelencia, consignado en esa ocasión y que he leído con sumo interés, evidencia de manera elocuente el deseo que tiene su Gobierno de renovar y relanzar las relaciones entre nuestros dos países. Saludo, en forma entusiasta, ese propósito suyo. Entre su gobierno y el mío, al igual que entre el pueblo venezolano y el estadounidense, existen intereses comunes. Compartimos ciertamente, el anhelo de una sólida y pujante democracia, al estilo de aquella que ya dibujaron con su mente y con su acción, hombres de la talla de Abraham Lincoln y Simón Bolívar.
El referéndum consultivo celebrado el pasado domingo 25 de abril del corriente, y la Asamblea Nacional Constituyente que se elegirá en los próximos meses, con expresión libre y plural, son modalidades que el pueblo venezolano ha escogido para refundar la República, en un ambiente de paz y participación ciudadana, signado por un profundo proceso que ya fue catalogado por el ex-Presidente Jimmy Carter, a su paso por Caracas en diciembre de 1998, como una verdadera «Revolución Democrática».
Mi país, como su Excelencia señala atinadamente, encara serias y diversas dificultades que estamos enfrentando con responsabilidad y pleno segundo venezolanista. Hemos heredado una economía en crisis. Nos proponemos recuperarla mediante la aplicación de un conjunto de políticas económicas y financieras orientadas fundamentalmente a la reactivación productiva y al equilibrio económico, consustanciadas siempre con las necesidades de la población. Hemos recibido también, Señor Presidente, un país seriamente afectado en lo ético, pero con la misma voluntad inquebrantable hemos comenzado ya a restablecer el código moral que debe impulsar a toda sociedad, luchando sin tregua contra el grave mal de la corrupción, a través del cual en Venezuela se perdieron recursos a cinco «Planes Marshall».
Compartimos su criterio de que «nuestra asociación económica puede ayudar a mejorar la situación». Por eso, Señor Presidente, nuestro país está abierto a todo tipo de iniciativas que surjan tanto de la empresa privada como de los entes públicos de los Estados Unidos, en función del desarrollo de ambas naciones. Comparto en forma absoluta, asimismo, el firme propósito de lucha contra el narcotráfico y toda forma de delito vinculado a ese morbo.
Acepto con mucho agrado la invitación que su Excelencia me hace para que visite su país. Agradezco sus cálidas expresiones de amistad, que son recíprocas. Le propongo formalmente que los temas aquí mencionados figuren en la agenda de nuestras próximas conversaciones en Washington.
Atentamente,
Hugo Chávez
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