Está muy demacrado. En pocas semanas ha dado un bajón muy apreciable lo que indica que algo le está pasando factura emocional.
Sabe que acabará en la guandoca porque la cantidad de delitos que ha cometido, todos ellos considerados traición, enviarían a la guillotina a cualquier gobernante.
Es posible que su ingenuidad, ignorancia, vehemencia, narcisismo, le haya incapacitado para comprender que las decisiones que tomaba eran inconcebibles en un estado de derecho y menos en una democracia.
Ni los reyes absolutos se atrevieron a estar por encima de la ley y eso que su poder emanaba de Dios.