Las relaciones de Alianza Popular y Partido Popular con el Narcotráfico en Galicia no es algo de ahora, se remontan a los inicios del partido, Manuel Fraga fue presidente de Alianza Popular y presidente de la Xunta de Galiza con el Partido Popular, Rajoy y Freijóo no son mas que la planta que creció de la semilla que se planto en los años 80 con el
Caso Nécora.
En los años ochenta, la simbiosis entre los tabaqueros y la clase política de la AP de Fraga era aceptada socialmente en la costa del sur de Galicia en la misma medida que esta actividad ilegal se implantaba en el tejido económico del que vivían sus vecinos. El fenómeno del tráfico ilegal de tabaco en la provincia de Pontevedra no se puede entender sin conocer sus raíces y el momento social y político en el que surgió, mucho antes de que a Vilagarcía de Arousa, su principal centro de operaciones, se le conociese como
Villa Winston o Villa Mercedes.
El contrabando que dio paso al narcotráfico es hijo a su vez del estraperlo de los años setenta, un tráfico, penalizado aunque inofensivo de diversos géneros —incluidas las cajetillas— que en aquellos tiempos escaseaban en Galicia y que fluían con facilidad entre los pueblos de las Rías Baixas, fronterizas con Portugal. Así nació un negocio próspero, alimentado por empresarios relacionados con la hostelería, los transportes o la pesca.
Según informes policiales, el padrino de este tráfico de bienes con el país vecino fue un amigo personal de Manuel Fraga, un hombre poderoso, carismático y muy respetado por los que supuestamente serían sus pupilos en el negocio; Vicente Otero, Terito o don Vicente.
José Manuel Barral, 'Nené', alcalde por AP de Ribadumia, fue detenido en 2001 relacionado con el contrabando.
Su mano derecha y protegido se llamaba José Manuel Nené Barral,
que desde 1983 fue alcalde del municipio de Ribadumia por AP. 'Todo el mundo comete un error en su vida', dijo José Ramón Barral Martínez, Nené, alcalde de Ribadumia (Pontevedra) por el PP, al quedar en libertad con cargos tras su arresto por un alijo de medio millón de cajetillas de tabaco rubio de contrabando. Claro que un mismo error puede repetirse a lo largo de toda una vida. Porque Nené no es precisamente un recién llegado a esa clase de actividades:
hace tres décadas fue uno de los principales introductores del contrabando a gran escala en la ría de Arousa y con él se iniciaron en el negocio muchos de los que andando el tiempo se convertirían en los grandes capos del narcotráfico en Galicia.
Vicente Otero, 'Terito' o 'don Vicente', apadrinó el tráfico de tabaco entre Galicia y Portugal y fue amigo personal de Manuel Fraga, a quien agasajó con encuentros multitudinarios.
Nené Barral es lo que es gracias al fallecido Vicente Otero Pérez, Terito, un hombre clave en la gestación de las tramas ilegales en Arousa y también un distinguido militante del PP y de su antecesora AP. A Terito lo trataron muy de cerca desde el presidente de la Xunta, Manuel Fraga, y su consejero de Justicia, Antonio Pillado -abogado en Cambados, otra localidad arosana, vecina de Ribadumia- hasta el vicepresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en la época en que casi nadie veía motivos de alarma en el negocio del tabaco. Además de su notoria actividad política, Terito fue el hilo conductor entre los antiguos estraperlistas que traían café y tabaco de Portugal y los contrabandistas que surgieron a finales de los 70, sobre cuya infraestructura se establecieron luego las redes del narcotráfico.
Junto a Terito y su lugarteniente Nené, se iniciaron en el negocio del fume (humo en gallego) Luis Falcón Falconetti' -también militante de AP, al igual que su entonces abogado Pablo Vioque, recientemente detenido por tráfico de cocaína-, Sito Miñanco y Laureano Oubiña. El grupo se rompió cuando los más jóvenes decidieron dar el salto a la droja. En Arousa se cuenta desde hace años que Terito llegó a encañonar a Oubiña con una pistola en una reunión celebrada en el parador de Cambados para decidir el rumbo futuro del negocio.
Con una potente empresa de transportes, Terito se colocó en las altas esferas de las finanzas y del poder.
Amigo de Fraga desde que este comenzó a dirigir los destinos de Alianza Popular, Vicente Otero organizaba encuentros multitudinarios para agasajar al entonces jefe de la oposición en España durante sus frecuentes visitas a la Ría de Arousa, una comarca donde el Partido Popular sigue hoy disfrutando de una aplastante mayoría.
Las relaciones entre los contrabandistas y Alianza Popular se estrecharon porque la persecución se intensificó cuando Felipe González alcanzó la presidencia del Gobierno, en 1982.
En octubre de ese año, un juez de Cambados, José Luis Seoane Spiegelberg, ordenaba por escrito a la Policía Judicial que investigase la retención ilegal, apaleamiento y encierro en un camión frigorífico de un industrial de Valladolid, Celestino Suances, que adeudaba al clan de Los Charlines —entonces dedicado al contrabando, después al narcotráfico— unos cuantos millones de pesetas.
Los que consiguieron huir del primer golpe policial al contrabando en Galicia cruzando la frontera con Portugal,
entre ellos Marcial Dorado, protagonizaron una anécdota para la historia. Tanto la banda de Dorado como las otras dos grandes del negocio —ROS y Sito Carnicero— se instalaron en un hotel de la localidad lusa de Viana do Castelo, donde recibían la visita de sus familiares. Allí aguardaron varios meses a que las cosas se calmaran.
Uno de aquellos días de larga espera, los contrabandistas gallegos observaron con sorpresa la llegada del entonces presidente de la Xunta, Gerardo Fernández Albor, de Alianza Popular, de viaje oficial a Portugal. El propio Albor recuerda el tumulto que se creó a su alrededor. Saltándose el protocolo, los contrabandistas tuvieron unos minutos para explicarle a su presidente por qué estaban allí, “injustamente perseguidos por la justicia”. La reacción de Albor fue invitarles a que abandonasen el exilio y se entregasen. Un año después de que se produjera esa charla entre los delincuentes y el mandatario gallego, Marcial Dorado decidió volver a Galicia pagando una fianza de 20 millones de pesetas por su libertad. Fue el primero en hacerlo. Después le siguió el resto.
Tras la corta estancia en prisión de los capos del contrabando en Galicia, la entrada del tabaco ilegal, que se había ralentizado durante su exilio en Portugal, experimentó una rápida recuperación.
El dinero que amasaron los contrabandistas gallegos engordó al calor de otros negocios. En 1984, otro célebre capo del tabaco, Luis Falcón, Falconetti, logró, gracias a las habilidades de su abogado, que el Ayuntamiento de Vilagarcía que presidía por AP José Luis Rivera Mallo —hoy senador y presidente de la Comisión para el Estudio del Problema de las drojas— le apoyase en sus proyectos urbanísticos y hosteleros. En aquel envite, el pleno aprobó la construcción del primer bingo de la comarca, en el barrio antiguo del municipio, pese a que el secretario hizo constar que era “una ilegalidad manifiesta”. Tres años después entró en la guandoca por un alijo de hachis.
Otro político controvertido de la derecha fue Alfredo Bea Gondar, alcalde de O Grove durante casi dos décadas por Alianza Popular y por partidos independientes. En las causas judiciales en las que se vio inmerso por denuncias de la oposición recurría al narco Vioque como abogado. En 1991, cuando acababa de ganar de nuevo las elecciones por una formación independiente, Bea fue detenido por narcotráfico, mientras el pleno le esperaba para tomar posesión en una esperpéntica sesión de investidura. Finalmente fue condenado por blanqueo.
En 1989 Fraga funda el Partido Popular y gana las elecciones en Galicia. Aclamado por sus éxitos entre la clientela contrabandista, Vioque llegó a multiplicar sus influencias en la Xunta. Se encargaba de organizar mítines y recaudar fondos y se jactaba de que los chóferes de algunos consejeros del Gobierno de Fraga venían expresamente a la ría de Arousa a recoger las gratificaciones que lograba para las campañas electorales.
Los traficantes de la Galicia de los noventa siempre se preocuparon de estar rodeados de políticos. Sito Miñanco, otro confeso jefe tabaquero luego convertido en narco, buscó el calor del poder incluso entre políticos extranjeros. Miñanco llegó a financiar el campo de fútbol de Cambados, pagó el altar y demás mobiliario sacro de la iglesia de su pueblo y fue reclutado por Pablo Vioque para satisfacer sus compromisos con el poder.
El capo más internacional de la época reconoció que había contribuido económicamente a las campañas del presidente Manuel Antonio Noriega en Panamá y se dejó fotografiar con el embajador de España en el país centroamericano, al que viajaba por “negocios”.
Tampoco Marcial Dorado negó sus amistades con el PP y a sus fiestas acudían reconocidos militantes de su pueblo que nunca han renegado de su relación.
La Radio Liberada: El Narco-Estado en Galicia : Los lazos del narcotráfico con el PP y Alianza Popular.