Me voy a extender un poco más, ya que creo que mi mensaje anterior puede formar parte de la propaganda del miedo ejercida sobre las drojas. De primeras, los alucinógenos, en mi opinión formada por experiencias personales, no son una "droja" en el sentido clásico del término (aquella sustancia que atraviesa la barrera hematoencefálica y produce cambios en la percepción y en las emociones), como pueden ser el alcohol, la cocaína, las anfetaminas o los opiáceos, sino que son más bien un sacramento, ya que su efecto no se reduce a producir dichos cambios, sino que eliminan las barreras perceptivas para bien o para mal, mostrando al individuo todo aquello que normalmente es invisible a la conciencia (al respecto recomiendo encarecidamente "Las puertas de la percepción", del Sr. Huxley). Es decir, no te colocan mediante los canales de las drojas más consumidas, que son el GABA, la dopamina, las endorfinas o la adrenalina, sino mediante el canal "especial/espacial" de la serotonina. Juguetear con la serotonina es un asunto serio, ya que de ella depende la percepción en grado sumo, desde el reconocimiento de contornos al reconocimiento del propio cuerpo pasando por el tejido espacio-tiemporal para terminar en la destrucción de la capacidad lingüística y en última instancia del ego. Se puede vivir sin "yo" un rato, y si te apetece probar hazlo, pero no creas que racionalizándolo antes te va a resultar más fácil y llevadero. Es un shock, no para ese ego que se desvanece, sino para la totalidad de tu ser/existir. Paletos como jam nunca comprenderan ésto, porque tienen miedo y demasiado amor propio (el uso del término "besugo" sólo puede provenir de personas obsesionadas con la normalidad; lo común y aceptado a ciegas). Las setas te acercan a ello en función de la dosis. Van apagando los sistemas poco a poco, como el ordenador de 2001 Odisea en el Espacio. Y cuando ya no queda nada, salvo colores, fractales y luz viva, entonces se produce la experiencia mística. De ahí que lo compare con un sacramento, y no con una mera "droja". Si lo pruebas nunca volverás a ser el mismo, para bien o para mal. Piensa en cuánto aprecio tienes a tu muy estable/inestable ego, y si quieres poner a prueba los límites mismos de la realidad. A mí me ha merecido la pena, pero tú puedes no ser tan afortunado.