Desvelan el origen de la "matrix" catalana: ISRAEL

Dicen que el Pujolet es un marranet ¿Qué hay de cierto?
 
Que hubo una transferencia importante de "know how" de los israelíes a las pseudorrepubliquetas vasca y catalana desde la Transición, o quizás antes, es una no-noticia. Quizás por eso estos hilos despierten tan poco interés, es decir, ya se sabía. Por ejemplo los indepes vascos siempre se han jactado de que no necesitan a la Guardia Civil ni la Policía nacional porque la Ertzainta está "preparadísima", ya que altos mandos del Mossad les ayudaron a formar a los primeros agentes y a organizar la estructura del cuerpo.

Ahora bien, la cuestión es si esta colaboración surgió a iniciativa de los indepes españoles, o les vino dada. En cualquier caso la judiada demostró pocos escrúpulos cuando ya estaba claro que la intención era montar estructuras paralelas en la medida de lo posible al Estado español soberano. Luego vienen los socialistas y les dan la nacionalidad a esta purria porque los echaron de España.
Creo que el de la nacionalidad fue Gallardón (PP). Para el caso es lo mismo.
 
El nacionalismo catalán está financiado por los británicos.

Ni es secreto ni una conspiración, bueno, conspiración sí.
 
Misma política que en Euskadi, lo que viene siendo un apartheid, especialidad sionista, aunque a mí me gusta calificar a esa gente de "sudafricanos", que les molestará un poco más.
 
Jordi Pujol, el judío Tennenbaum y Banca Catalana

La desmesurada corriente de simpatía hacia Israel y el mundo judío en general ha contado históricamente con el indiscutible aval de gran parte de las distinguidas personalidades de la vida política catalana. Pero si hay un ejemplo particular y verdaderamente aleccionador, este es sin duda el caso del político y financiero Jordi Pujol Soley, líder de CIU y presidente de la Generalitat de Cataluña (1980-2003), definido por él mismo como un «gran amigo del pueblo judío y del Estado de Israel»[1]. Y es que la trayectoria política e ideológica de este posible marrano, efectivamente, no se puede entender sino se estudia su «íntima relación con el pueblo judío y la huella que han imprimido Israel y el sionismo en su pensamiento político»[2].

Esta convergencia ideológica con el judaísmo acabarían permitiendo a Jordi Pujol hacer realidad su gran sueño: poseer un banco para ponerlo al servicio del soberanismo catalán. De esta necesidad nació en 1959 Banca Catalana, que durante los primeros años fue básicamente un negocio familiar. Esta determinación de Jordi Pujol queda reflejada en su libro “Construir Catalunya”, donde el futuro líder catalanista ya era consciente de lo que suponía para la «construcción nacional» de Cataluña ―es decir, borrar de la conciencia del pueblo catalán a través de un sofisticado proceso de ingeniería social los vínculos históricos que unen a Cataluña con el resto de España— y sus «libertades democráticas», un poder financiero autóctono. «Banca Catalana nació así como columna vertebradora, como infraestructura necesaria del ideario político. […] Había llegado el momento de fer política»[3].

Su rápida y descontrola expansión no se detuvo en los límites con el exterior, y así se abrieron oficinas en París, Londres y Nueva York. Una ampliación de capital en diciembre de 1960 permitió la incorporación a la entidad de nuevos accionistas, entre ellos los editores Salvat, Seix Barral y el industrial Joan Baptista Cendrós, miembro de la poderosa burguesía catalana propietaria de la empresa de perfumería Herson y promotor cultural fundador en 1961 de Òmnium Cultural, la asociación que ha impulsado junto a la Asamblea Nacional Catalana —que cuenta con una delegación judía—, el referendun de independencia del 9N y la candidatura del Junts pels Sí.

De hecho, toda esta intrincada y compleja red de relaciones tejidas por el pujolismo con el judaísmo hizo que la respectiva entidad fuera convirtiéndose en «algo más que un banco». Desde febrero de 1971 existían informes del Servicio de Información Militar que, entre otras cuestiones se encargaba de controlar a los grupos subversivos, en los que se acusaba a Banca Catalana, propiedad de Jordi Pujol y Moisés David Tennenbaum, «de financiar actividades que impulsaban el separatismo y la subversión» (Josep M. Novoa, op. cit., p. 34). Entidad desde la que también «se ejerció una encomiable labor en pro de las libertades democráticas de Cataluña»[4], incluyendo la labor filantrópica y el mecenazgo cultural, que abarcó un amplio espectro de manifestaciones y actividades de todo tipo, como la gestación de asociaciones como Òmnium Cultural o el patrocinio de los autores de la denominada nova cançó. Mientras tanto Pujol, accionista fundacional de “EL PAIS” y mitificado como héroe antifranquista, junto con su socio el judío Tennenbaum, dos pícaros personajes propietarios de Banca Catalana, se habían convertido desde 1970 en dueños de la sociedad Fomento de la Prensa S.A., editora de “El Correo Catalán”.

Así reflejaba en 1977 el semanario “Posible” (editado por el Grupo Zeta), esta conjunción entrelazada de intereses: «Banca Catalana con un capitalista mayoritario, el judío Tennenbaum, cuyo peso en la institución hace que en 1967, los fondos de la Banca permaneciesen bloqueados durante cuarenta y ocho horas por si el Estado de Israel necesitaba disponer de ellos. Es un dato que Pujol nunca ha desmentido y que por eso relatamos». Estos acuerdos y lealtades subterráneas con el imperialismo mundial de Israel, a quien el catalanismo masónico ha facilitado y entregado todos sus recursos vitales, tampoco han sido ocultados nunca por Pujol: «El pueblo de Israel —dijo― tendrá siempre en Cataluña un amigo leal y un amigo con voluntad de servicio»[5].

Sobre el misterioso señor Tennenbaum, uno de cuyos rasgos más característicos fue su condición de «ferviente sionista», el periodista filojudío Alfonso Torres nos proporciona en su libro “El Lobby Judío”, una pequeña pero esclarecedora semblanza:

«[...] el acaudalado empresario Moisés David Tennenbaum Alter, un judío polaco que había llegado a Barcelona a comienzos de los años treinta, donde tuvo una vida casi cinematográfica: empezó como vendedor ambulante de corbatas, luego descubrió el muy rentable negocio de los diamantes a través de su sociedad Diaman S.A. y finalmente acabó sus días, en 1.979, como banquero. Tennenbaum dio el salto al mundo de las altas finanzas en 1.959 de la mano de su viejo amigo Florenci Pujol, padre del eterno presidente de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol. Ese año el joven Jordi Pujol y otros accionistas compraron el Banco Dorca, de Olot, pero no lo hicieron con su dinero sino con el de Tennenbaum y el del padre del líder de CIU. En el accionariado de esta entidad bancaria, que más tarde cambio su nombre por el de Banca Catalana, no figuraban Florenci Pujol ni Tennenbaum, pero si sus respectivas esposas: María Soley y Ruth Kirschner Komer. El primero no podía estampar su rúbrica en los documentos porque su nombre aparecía en una lista de ciento cuarenta y siete presuntos evasores de divisas que acababa de publicar el Boletín Oficial del Estado. Tennenbaum tampoco podía firmar, por estar incluido en otra lista de trescientas sesenta y nueve personas sancionadas por la posesión ilícita de valores o divisas en el extranjero. Curiosamente el financiero judío continuó siendo durante años uno de los accionistas mayoritarios, pero su nombre nunca figuró en el accionariado de Banca Catalana».

Su hijo, Marcos David Tennenbaum Kirschner, siguiendo los pasos de su padre en los negocios, acabó siendo también investigado a mediados de 1997 por prevaricación por la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Un diario explicaba los hechos de la siguiente manera:

«Marcos Tennenbaum ha obtenido varios contratos en los últimos años, principalmente por parte de Justicia, pero también de otros departamentos como Presidencia e incluso Gobernación. Las diligencias pretenden averiguar si en la adjudicación de los contratos otorgados pesó la relación de amistad del empresario de origen israelí con el presidente Pujol. Marcos Tennenbaum y un socio suyo de nacionalidad israelí, Sason Batsri, fundaron en 1991 la compañía Tenba TB con un capital social de 500.000 pesetas, especializada en seguridad privada, que posteriormente, seria ilegalizada por orden de la Dirección General de Policía a causa de las numerosas irregularidades detectadas. Esta sociedad no tuvo actividad alguna durante tres años, hasta que en 1994 el Departamento de Justicia le adjudicó tres contratos sucesivos, por un importe total de más de 500 millones de pesetas, para la instalación del nuevo sistema de seguridad del centro penitenciario de Lleida. Marcos Tennenbaum fundó también otra sociedad, Vanuatu SL, a pesar de no tener siquiera la correspondiente autorización administrativa»[6].

En diciembre de 1981, el grupo Banca Catalana abarcaba ya siete bancos (Catalana, Banco Industrial de Cataluña, Banco Industrial del Mediterráneo, Gerona, Barcelona, Alicante y Crédito e Inversiones), al que se incorporaría en 1988 la Banca Mas Sardá, y tenía además participación en un holding de empresas (casi cien, contando matrices y filiales), entre ellas Catalana de Cobros y Factoring, que desde su fundación en 1964 hasta el año 1985, tuvo como administrador al judío Aquiba Benarroch. Recordemos que Catalana de Cobros era una de las tres empresas que se disputaban en esas fechas el mercado español del factoring (cobros a terceros clientes).

Posteriormente Banca Catalana contó como presidente y vicepresidente a Antonio Negre Villavecchia y a un tal Jorge Sagnier Hausmann, familiar político de Javier de la Rosa y de Jorge Trías Sagnier, abogado de origen judío. Tras la sonada y escandalosa quiebra de Banca Catalana en 1982 por suspensión de pagos, Moisés Tennenbaum se estableció en Israel, país donde poseía importantes intereses económicos con la finalidad de evadir a la justicia española. Allí reside casi toda su familia en la actualidad, en donde mantienen amistades al más alto nivel entre las autoridades políticas de Tel-Aviv.

Por su parte, Cendrós Carbonell acabó encontrándose entre los veinticuatro directivos de dicho holding financiero a los que en 1984 la fiscalía quiso procesar en el denominado caso Banca Catalana por el quebranto de miles de millones a la entidad. Su nieto no es otro que el conocido sionista David Madí Cendrós, uno de los hombres de negocios más privilegiados de Cataluña que ha diseñado las campañas electorales de Artur Mas y Carles Puigdemont. De hecho, Madí ha sido el cerebro y arquitecto de la hoja de ruta independentista y a quien se le atribuye la creación de la expresión «derecho a decidir», acuñada por CDC como eufemismo del proceso secesionista. Pero al margen de las relaciones políticas y empresariales del Sr. Madí, destacan también las «filantrópicas», pues es conocida su pertenencia a entidades catalano-judías como la citada Asociación Catalana de Amigos de Israel o la Fundación Casa Cresques de Barcelona, inscrita en el registro de la Generalitat en abril de 2015, que se dedican formalmente a fomentar las relaciones económicas, culturales, científicas, académicas y tecnológicas entre Cataluña e Israel, «así como la divulgación de la cultura judía».

La última entidad tiene su sede en la Av. Diagonal, 520, donde «casualmente» también está ubicado el despacho de la Fundación Baruch Spinoza, que preside el polémico financiero de nacionalidad suiza André David Grebler Toledano (involucrado en el escándalo MNA-Caixa Catalunya), y la empresa inmobiliaria Shellynoam. El patronato de la Fundación Baruch Spinoza se completa, entre otros, con los nombres de Enrique Grebler Simó (vicepresidente), Lluís Bassat Coen, Joaquím Nadal Farreras, Isak Andic y el político e historiador Josep María Ainaud, viejo patriarca del catalanismo. Ainaud fue diputado de CIU en el Parlament entre 1980-1984, asesor personal de Jordi Pujol en materia cultural y miembro destacado de diversas entidades como Òmnium Cultural y el Ateneo de Barcelona.

Además, André David Grebler, uno de los miembros más activos de la comunidad judía en Cataluña —junto con Lluís Bassat Coen, publicista de cabecera del régimen pujolista―, forma parte de la directiva de la Fundación Casa Cresques, donde coincide también con David Madí Cendrós, presidente de la Fundación, el consejero áulico y el colaborador «más próximo, más valioso y más querido» del ex presidente Artur Mas. No obstante, David Madí figura también en la junta directiva del Palau de la Música y el Museu Picasso, una entidad privada fundada por la Generalitat y por la Fundación Baruch Spinoza.

Junto con algunos importantes empresarios «próximos al lobby judío» y alineados con la estrategia soberanista, como Lluís Bassat o Carlés Vilarrubí ―conocido como «el hombre de los cien cargos»—, el nombre de Madí se barajó también como posible candidato a desempeñar el cargo de cónsul honorario de Israel en Cataluña, responsabilidad que en junio de 2017 recayó finalmente en el conocido abogado barcelonés José Antonio Sánchez-Molina Rubín, miembro activo de la Comunidad Israelita de Barcelona, analista financiero y «abogado de confianza» de La Caixa para «misiones especiales»[7], entidad a la que lleva vinculado desde 1987.

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[1] “La Vanguardia”, 06-12-1991.
[2] EFE, 06-03-2011.
[3] Josep M. Novoa, Jaque al virrey, Akal, 1998, pp. 28-29.
[4] Josep M. Novoa, op. cit., p. 32.
[5] “La Vanguardia”, Ibídem.
[6] «La Fiscalía investiga los negocios de un amigo de Pujol» (“El Mundo”, 31-08-1997).
[7] “El Triangle”, 04-12-2016.
 
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Jordi Pujol, el judío Tennenbaum y Banca Catalana

La desmesurada corriente de simpatía hacia Israel y el mundo judío en general ha contado históricamente con el indiscutible aval de gran parte de las distinguidas personalidades de la vida política catalana. Pero si hay un ejemplo particular y verdaderamente aleccionador, este es sin duda el caso del político y financiero Jordi Pujol Soley, líder de CIU y presidente de la Generalitat de Cataluña (1980-2003), definido por él mismo como un «gran amigo del pueblo judío y del Estado de Israel»[1]. Y es que la trayectoria política e ideológica de este posible marrano, efectivamente, no se puede entender sino se estudia su «íntima relación con el pueblo judío y la huella que han imprimido Israel y el sionismo en su pensamiento político»[2].

Esta convergencia ideológica con el judaísmo acabarían permitiendo a Jordi Pujol hacer realidad su gran sueño: poseer un banco para ponerlo al servicio del soberanismo catalán. De esta necesidad nació en 1959 Banca Catalana, que durante los primeros años fue básicamente un negocio familiar. Esta determinación de Jordi Pujol queda reflejada en su libro “Construir Catalunya”, donde el futuro líder catalanista ya era consciente de lo que suponía para la «construcción nacional» de Cataluña ―es decir, borrar de la conciencia del pueblo catalán a través de un sofisticado proceso de ingeniería social los vínculos históricos que unen a Cataluña con el resto de España— y sus «libertades democráticas», un poder financiero autóctono. «Banca Catalana nació así como columna vertebradora, como infraestructura necesaria del ideario político. […] Había llegado el momento de fer política»[3].

Su rápida y descontrola expansión no se detuvo en los límites con el exterior, y así se abrieron oficinas en París, Londres y Nueva York. Una ampliación de capital en diciembre de 1960 permitió la incorporación a la entidad de nuevos accionistas, entre ellos los editores Salvat, Seix Barral y el industrial Joan Baptista Cendrós, miembro de la poderosa burguesía catalana propietaria de la empresa de perfumería Herson y promotor cultural fundador en 1961 de Òmnium Cultural, la asociación que ha impulsado junto a la Asamblea Nacional Catalana —que cuenta con una delegación judía—, el referendun de independencia del 9N y la candidatura del Junts pels Sí.

De hecho, toda esta intrincada y compleja red de relaciones tejidas por el pujolismo con el judaísmo hizo que la respectiva entidad fuera convirtiéndose en «algo más que un banco». Desde febrero de 1971 existían informes del Servicio de Información Militar que, entre otras cuestiones se encargaba de controlar a los grupos subversivos, en los que se acusaba a Banca Catalana, propiedad de Jordi Pujol y Moisés David Tennenbaum, «de financiar actividades que impulsaban el separatismo y la subversión» (Josep M. Novoa, op. cit., p. 34). Entidad desde la que también «se ejerció una encomiable labor en pro de las libertades democráticas de Cataluña»[4], incluyendo la labor filantrópica y el mecenazgo cultural, que abarcó un amplio espectro de manifestaciones y actividades de todo tipo, como la gestación de asociaciones como Òmnium Cultural o el patrocinio de los autores de la denominada nova cançó. Mientras tanto Pujol, accionista fundacional de “EL PAIS” y mitificado como héroe antifranquista, junto con su socio el judío Tennenbaum, dos pícaros personajes propietarios de Banca Catalana, se habían convertido desde 1970 en dueños de la sociedad Fomento de la Prensa S.A., editora de “El Correo Catalán”.

Así reflejaba en 1977 el semanario “Posible” (editado por el Grupo Zeta), esta conjunción entrelazada de intereses: «Banca Catalana con un capitalista mayoritario, el judío Tennenbaum, cuyo peso en la institución hace que en 1967, los fondos de la Banca permaneciesen bloqueados durante cuarenta y ocho horas por si el Estado de Israel necesitaba disponer de ellos. Es un dato que Pujol nunca ha desmentido y que por eso relatamos». Estos acuerdos y lealtades subterráneas con el imperialismo mundial de Israel, a quien el catalanismo masónico ha facilitado y entregado todos sus recursos vitales, tampoco han sido ocultados nunca por Pujol: «El pueblo de Israel —dijo― tendrá siempre en Cataluña un amigo leal y un amigo con voluntad de servicio»[5].

Sobre el misterioso señor Tennenbaum, uno de cuyos rasgos más característicos fue su condición de «ferviente sionista», el periodista filojudío Alfonso Torres nos proporciona en su libro “El Lobby Judío”, una pequeña pero esclarecedora semblanza:

«[...] el acaudalado empresario Moisés David Tennenbaum Alter, un judío polaco que había llegado a Barcelona a comienzos de los años treinta, donde tuvo una vida casi cinematográfica: empezó como vendedor ambulante de corbatas, luego descubrió el muy rentable negocio de los diamantes a través de su sociedad Diaman S.A. y finalmente acabó sus días, en 1.979, como banquero. Tennenbaum dio el salto al mundo de las altas finanzas en 1.959 de la mano de su viejo amigo Florenci Pujol, padre del eterno presidente de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol. Ese año el joven Jordi Pujol y otros accionistas compraron el Banco Dorca, de Olot, pero no lo hicieron con su dinero sino con el de Tennenbaum y el del padre del líder de CIU. En el accionariado de esta entidad bancaria, que más tarde cambio su nombre por el de Banca Catalana, no figuraban Florenci Pujol ni Tennenbaum, pero si sus respectivas esposas: María Soley y Ruth Kirschner Komer. El primero no podía estampar su rúbrica en los documentos porque su nombre aparecía en una lista de ciento cuarenta y siete presuntos evasores de divisas que acababa de publicar el Boletín Oficial del Estado. Tennenbaum tampoco podía firmar, por estar incluido en otra lista de trescientas sesenta y nueve personas sancionadas por la posesión ilícita de valores o divisas en el extranjero. Curiosamente el financiero judío continuó siendo durante años uno de los accionistas mayoritarios, pero su nombre nunca figuró en el accionariado de Banca Catalana».

Su hijo, Marcos David Tennenbaum Kirschner, siguiendo los pasos de su padre en los negocios, acabó siendo también investigado a mediados de 1997 por prevaricación por la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Un diario explicaba los hechos de la siguiente manera:

«Marcos Tennenbaum ha obtenido varios contratos en los últimos años, principalmente por parte de Justicia, pero también de otros departamentos como Presidencia e incluso Gobernación. Las diligencias pretenden averiguar si en la adjudicación de los contratos otorgados pesó la relación de amistad del empresario de origen israelí con el presidente Pujol. Marcos Tennenbaum y un socio suyo de nacionalidad israelí, Sason Batsri, fundaron en 1991 la compañía Tenba TB con un capital social de 500.000 pesetas, especializada en seguridad privada, que posteriormente, seria ilegalizada por orden de la Dirección General de Policía a causa de las numerosas irregularidades detectadas. Esta sociedad no tuvo actividad alguna durante tres años, hasta que en 1994 el Departamento de Justicia le adjudicó tres contratos sucesivos, por un importe total de más de 500 millones de pesetas, para la instalación del nuevo sistema de seguridad del centro penitenciario de Lleida. Marcos Tennenbaum fundó también otra sociedad, Vanuatu SL, a pesar de no tener siquiera la correspondiente autorización administrativa»[6].

En diciembre de 1981, el grupo Banca Catalana abarcaba ya siete bancos (Catalana, Banco Industrial de Cataluña, Banco Industrial del Mediterráneo, Gerona, Barcelona, Alicante y Crédito e Inversiones), al que se incorporaría en 1988 la Banca Mas Sardá, y tenía además participación en un holding de empresas (casi cien, contando matrices y filiales), entre ellas Catalana de Cobros y Factoring, que desde su fundación en 1964 hasta el año 1985, tuvo como administrador al judío Aquiba Benarroch. Recordemos que Catalana de Cobros era una de las tres empresas que se disputaban en esas fechas el mercado español del factoring (cobros a terceros clientes).

Posteriormente Banca Catalana contó como presidente y vicepresidente a Antonio Negre Villavecchia y a un tal Jorge Sagnier Hausmann, familiar político de Javier de la Rosa y de Jorge Trías Sagnier, abogado de origen judío. Tras la sonada y escandalosa quiebra de Banca Catalana en 1982 por suspensión de pagos, Moisés Tennenbaum se estableció en Israel, país donde poseía importantes intereses económicos con la finalidad de evadir a la justicia española. Allí reside casi toda su familia en la actualidad, en donde mantienen amistades al más alto nivel entre las autoridades políticas de Tel-Aviv.

Por su parte, Cendrós Carbonell acabó encontrándose entre los veinticuatro directivos de dicho holding financiero a los que en 1984 la fiscalía quiso procesar en el denominado caso Banca Catalana por el quebranto de miles de millones a la entidad. Su nieto no es otro que el conocido sionista David Madí Cendrós, uno de los hombres de negocios más privilegiados de Cataluña que ha diseñado las campañas electorales de Artur Mas y Carles Puigdemont. De hecho, Madí ha sido el cerebro y arquitecto de la hoja de ruta independentista y a quien se le atribuye la creación de la expresión «derecho a decidir», acuñada por CDC como eufemismo del proceso secesionista. Pero al margen de las relaciones políticas y empresariales del Sr. Madí, destacan también las «filantrópicas», pues es conocida su pertenencia a entidades catalano-judías como la citada Asociación Catalana de Amigos de Israel o la Fundación Casa Cresques de Barcelona, inscrita en el registro de la Generalitat en abril de 2015, que se dedican formalmente a fomentar las relaciones económicas, culturales, científicas, académicas y tecnológicas entre Cataluña e Israel, «así como la divulgación de la cultura judía».

La última entidad tiene su sede en la Av. Diagonal, 520, donde «casualmente» también está ubicado el despacho de la Fundación Baruch Spinoza, que preside el polémico financiero de nacionalidad suiza André David Grebler Toledano (involucrado en el escándalo MNA-Caixa Catalunya), y la empresa inmobiliaria Shellynoam. El patronato de la Fundación Baruch Spinoza se completa, entre otros, con los nombres de Enrique Grebler Simó (vicepresidente), Lluís Bassat Coen, Joaquím Nadal Farreras, Isak Andic y el político e historiador Josep María Ainaud, viejo patriarca del catalanismo. Ainaud fue diputado de CIU en el Parlament entre 1980-1984, asesor personal de Jordi Pujol en materia cultural y miembro destacado de diversas entidades como Òmnium Cultural y el Ateneo de Barcelona.

Además, André David Grebler, uno de los miembros más activos de la comunidad judía en Cataluña —junto con Lluís Bassat Coen, publicista de cabecera del régimen pujolista―, forma parte de la directiva de la Fundación Casa Cresques, donde coincide también con David Madí Cendrós, presidente de la Fundación, el consejero áulico y el colaborador «más próximo, más valioso y más querido» del ex presidente Artur Mas. No obstante, David Madí figura también en la junta directiva del Palau de la Música y el Museu Picasso, una entidad privada fundada por la Generalitat y por la Fundación Baruch Spinoza.

Junto con algunos importantes empresarios «próximos al lobby judío» y alineados con la estrategia soberanista, como Lluís Bassat o Carlés Vilarrubí ―conocido como «el hombre de los cien cargos»—, el nombre de Madí se barajó también como posible candidato a desempeñar el cargo de cónsul honorario de Israel en Cataluña, responsabilidad que en junio de 2017 recayó finalmente en el conocido abogado barcelonés José Antonio Sánchez-Molina Rubín, miembro activo de la Comunidad Israelita de Barcelona, analista financiero y «abogado de confianza» de La Caixa para «misiones especiales»[7], entidad a la que lleva vinculado desde 1987.

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[1] “La Vanguardia”, 06-12-1991.
[2] EFE, 06-03-2011.
[3] Josep M. Novoa, Jaque al virrey, Akal, 1998, pp. 28-29.
[4] Josep M. Novoa, op. cit., p. 32.
[5] “La Vanguardia”, Ibídem.
[6] «La Fiscalía investiga los negocios de un amigo de Pujol» (“El Mundo”, 31-08-1997).
[7] “El Triangle”, 04-12-2016.

Venia a decir esto. Israel lleva malmetiendo en Cataluna desde los 80, por lo menos. Y esta petada de financieros alubios.

Asi que si al loco de Pedro ahora le dio por reconocer a Palestina pues bien, que se joroben. Habria que dar mas pasos en esa direccion. Al menos como en los 70, que nos den petroleo barato por no dejar tirados a los arabes.

El problema es que no velamos por nuestros intereses, y al final acabaremos cabreando a ambos bandos, como en el caso de Argelia y jovenlandia.
 
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