Además de subir los impuestos, el Gobierno (con la misma fórmula de la exministra Salgado desde 2009) ha decidido no actualizar la tarifa del IRPFcon la inflación ni en 2012 ni en 2013 por la asfixia presupuestaria, lo que en la práctica se traduce en una subida encubierta de dicho impuesto.
Aunque es un término técnico, la palabra deflactar afecta al día a día de los trabajadores. Supone descontar a los tramos de la tarifa del IRPF la inflación prevista, para ajustar la renta al encarecimiento del nivel de vida. De esta manera, se evita castigar al contribuyente por partida doble: el IPC y el IRPF.
Si esta medida no se aplica un trabajador corre el riesgo de pasar de un tramo a otro de la tarifa y, por tanto, pagar un impuesto más elevado sin haberse beneficiado de una mejora en el poder de compra. Desde que comenzó la crisis fiscal en 2010 el sindicatos de técnicos de Hacienda (Gestha) estima que los españoles han pagado cerca de 7.000 millones adicionales por culpa de la inflación.