Artículos de Santiago Niño Becerra (post oficial)

Estado
No está abierto para más respuestas.
Opinión, 25 de Septiembre de 2007

Crisis

Santiago Niño Becerra


¿Por qué, ahora, una crisis?.

Varias personas que en los últimos meses me han leído u oído en los medios, me han preguntado y me continúan preguntando por el motivo de esta crisis, y, más aún, por el significado de ‘crisis sistémica’ que utilizo con profusión. De forma muy resumida trataré de exponerlo (quienes de Uds. ya lo sepan, salgan de aquí y accedan a otro apartado de lacartadelabolsa).

Como saben Uds. la palabra ‘crisis’ procede del griego y significa ‘cambio’, y un cambio no necesariamente debe ser a peor, de hecho, y repasando la evolución de la humanidad en los últimos 2.000 años, la tendencia indica un progreso continuado de la misma. El problema reside en que, por la propia idiosincrasia humana, esos cambios siempre, 1) acarrean altas dosis de algún tipo de violencia, y 2) dan lugar a situaciones radicalmente diferentes a las anteriores, lo que genera, de entrada, temor.

Siempre que se han producido esas crisis se ha producido un cambio de sistema económico-político-social, es decir que cuando el sistema anterior se ha agotado entra en crisis y, a partir de elementos que se han ido generando en sus últimos años de vida y cuya manifestación ha dado lugar a la crisis, nace un sistema nuevo.

Por ejemplo, eso es lo que sucedió entre en mediados del siglo XIII y la tercera década del siglo XIV. A mediados del siglo XIII, el Sistema Feudal ya había dado de si todo lo que de si podía dar. Apareció una nueva filosofía más acorde con las necesidades del momento, esa filosofía dio paso a una nueva estructuración económica, política y social, nueva estructura que entró en oposición con la existente y oposición que dio lugar a conflictos profundos, y de la que, evidentemente, salió triunfante la ‘nueva’. A finales del siglo XIII el viejo sistema muere y comienza a surgir uno nuevo en el que la razón de Estado comienza a imponerse sobre el poder religioso.

La última vez que algo así sucedió fue a mediados del siglo XVIII. El sistema Mercantilista basado en el comercio de compañías, en la monarquía absoluta y en la acumulación de metales preciosos, se hallaba agotado. Una nueva clase económica, la burguesía, necesitaba otro marco de referencia, y esa necesidad tuvo su reflejo en la expansión de una nueva filosofía: la Ilustración. Entre finales de la década de 1740 y principios de la de 1760, aparecen elementos filosóficos radicalmente nuevos: la separación de poderes, el papel del empirismo y el valor de la observación, las posibilidades del escepticismo, la necesidad de un acuerdo perdurable entre el pueblo y el Estado, la importancia del conocimiento…

Entre principios de los 1760s y finales de los 1770s, esa filosofía se plasma en una nueva estructura a raíz de dos elementos absolutamente novedosos: por un lado, el paso de un sistema de cultivos basado en tierras comunales a otro sustentado en la parcelación de las tierras; por otro, la invención de la máquina de vapor. A partir de aquí y hasta finales del siglo XVIII, se puso en marcha un proceso revolucionario a fin de derribar los antiguos principios; la Revolución Francesa fue el parangón de dicho proceso, pero lo importante, más que la revolución en sí, fue la tendencia destructiva que se instaló en todos los órdenes de la vida -aunque fuese reactiva y revisionista-. Llegado a este punto el sistema ya estaba herido de fin, agonía que no concluyó hasta principios de la segunda década del siglo XIX y cuya manifestación más violenta fueron las Guerras de Coalición. El Congreso de Viena de 1815 ordenó -mal- las cosas, pero suficientemente para que el nuevo sistema comenzase su andadura: el Sistema Capitalista.

Las crisis sistémicas no sólo se dan al final de la vida de los sistemas, también pueden darse cuando el sistema precisa de readaptaciones profundas a lo largo de su vida, y, por la misma razón, crisis cuyos efectos pueden ser dramáticos, no son crisis sistémicas debido a que, en gran medida, son crisis coyunturales. La crisis de 1680 fue horrenda, sobre todo para España, pero no fue una crisis sistémica: muy poco cambió en el planeta a raíz de la misma; sin embargo, la crisis de 1929 sí lo fue ya que ésta significó la entrada en escena de elementos radicalmente nuevos que han tenido profundos efectos, como por ejemplo, el modelo de protección social y la aparición de un nuevo modelo de familia.

Nosotros, ahora, nos hallamos en una transición sistémica que se inició a mediados de los años 90. A mediados de los 90, coincidiendo con el lanzamiento de Windows 95, empezó a aparecer una nueva filosofía cuyos principios se basan en elementos radicalmente nuevos: las TICs, el acceso al uso, la Tercera Vía en alguna de sus múltiples variantes, la posibilidad de controlar todos los órdenes de la vida a través de la tecnología, los cambios mentales que suponen los diferentes aspectos de la biotecnología, el nacimiento de la idea de responsabilidad tomando como marco al colectivo… Todo eso va a plasmarse en una nueva estructura, pero para que ello tenga lugar ha de producirse, al igual que en 1929, una crisis sistémica que lo posibilite.

En lo concreto, el desorden en el que está metido el planeta ya no es sostenible. Por ejemplo, no es sostenible que por cada dólar que en el mundo mueve la economía real, la financiera mueva más de 350, tampoco lo es el nivel de endeudamiento de familias y compañías, ni que se crezca partiendo de la base que será mañana cuando se pague ese crecimiento, ni que para crecer se tenga que utilizar la cantidad de recursos que se utilizan. Llega un momento en que, físicamente, se comprueba que esa estructura no se sostiene, y, en base a la nueva filosofía que está apareciendo, empieza a diseñarse una nueva estructura. Desgraciada, aunque habitualmente, eso se produce con unas muy elevadas tensiones. Lo que ahora estamos todos viviendo es el inicio de ese período de tensiones, y será en el 2010 cuando el estallido de tales tensiones se produzca.

A partir de ese estallido, de esa crisis, esa nueva estructura comenzará a ser implantada, y, tomando como referencia la historia pasada, a principios de la segunda década del siglo XXI su implantación deberá haber finalizado. El período revolucionario en el que la nueva estructura derriba a la vieja deberá extenderse hasta principios de la década de los cuarenta del presente siglo, sucediendo la fin definitiva del actual sistema en algún momento de los 2060s.

No es ni triste ni horrible, es así, y así viene sucediendo desde hace 2.000 años. El problema es que nos ha tocado a nosotros vivir una transición sistémica, algo que es todo menos cómodo, y para nosotros muy incómodo será debido a la absoluta importancia que lo económico hoy tiene en todos los órdenes de la vida.

¿Ha quedado claro lo que una crisis sistémica es?.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.
 
Opinión, 26 de Septiembre de 2007

Precios


Santiago Niño Becerra


Voy a formularles una pregunta.

Pero no para que me den una respuesta, sino para que reflexionen. ¿Recuerdan a cuanto pagaron el litro de combustible la última vez que llenaron el depósito de su Aston Martin Vanquish S?. ¡A ver!, ¡piénsenlo!. Estoy convencido de que siete de cada diez de Uds. no lo recuerdan. Curioso, ¿no?. Resulta que el petróleo es el malo malísimo de la película inflacionaria española y casi nadie recuerda a cuanto pagó el litro de carburante la última vez que llenó el depósito de su automóvil. ¿Por qué?.

La inflación es una de las bestias negras de la economía española (una de las, no la), pero la realidad es que a la ciudadanía, en el fondo, le importa un huevo cuanto paga por lo que consume, lo único que a la ciudadanía le interesa es tener pasta para pagar lo que le piden por lo que va a consumir o está consumiendo. Tener la pasta que le piden, es decir, tener capacidad para pagar el precio que le solicitan; en otras palabras, o tener numerario o tener capacidad de endeudamiento. (A la ciudadanía francesa, estadounidense o australiana, también, fundamentalmente, eso es lo único que le importa).

Y eso, ¿es bueno o malo?. En base a como se ha ido desarrollando ‘lo económico’ en estas últimas décadas, es genial, porque pensar así ha contribuido a generar PIB, la parte mala es que ese PIB, ni se ha pagado, ni, en gran medida, ha sido competitivo; de eso en el reino sabemos mucho. Pero todo ha ido muy bien, y para algunas/os ha ido requetebien.

Lo que antes se llamaba el empresariado, se queja de que la inflación crezca porque, dicen, se pierde competitividad, y, cuando lo dice, mira hacia los salarios y habla de moderación salarial. Eso que cada vez va a menos, los sindicatos, también se quejan de los aumentos de precios, porque, argumentan, las trabajadoras y los trabajadores pierden poder adquisitivo, por ello miran hacia las ganancias del capital. Pero, en el fondo, a las/los integrantes del primer grupo lo único que les importa es qué, quienes han de consumir lo que ellas/ellos producen, tengan pasta -o capacidad de endeudamiento- para pagar lo que van a pedirles por consumir, y, a los del segundo, lo que les interesa es tener pasta -o capacidad de endeudamiento-para pagar las cantidades que van a solicitarles por consumir.

Ni un grupo ni el otro se fijan en lo que realmente influye en la pérdida de competitividad: la productividad, cuando, la verdad, es que con elevadas productividades, la inflación simplemente deja de existir. Los primeros no se fijan en la productividad porque, de fijarse, eso les obligaría a realizar unas inversiones que, posiblemente, no vendrían compensadas por el valor de lo que producen; los segundos no lo hacen porque, de hacerlo, se pondría sobre la mesa que existe un excedente monstruos de factor trabajo. ¿Y los expertos?, ¿y los políticos?. ¿Se fijan en eso?.

Algunos expertos si, aunque, quienes se fijan, son discretamente ignorados. Los políticos no, ninguno, nunca, porque, de hacerlo, tendrían un problema político encima de sus mesas, y lo que más teme un político, cualquier político, es tener un problema político encima de la mesa.

¿Recuerdan aquel album de Supertramp de título “Crisis? What crisis?”?, pues con los precios es lo mismo: ¿Precios?. ¿Qué precios?.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.
 
Opinión, 27 de Septiembre de 2007

Alimentos. Sus precios.

Santiago Niño Becerra

Seguimos con lo de ayer.

Los alimentos van a subir de precio o ya lo están haciendo (más que antes, se entiende). Ya ha sido dicho para los cereales y sus derivados y anunciado para la leche y los lácteos. Uds. han leído sobre los motivos asociados al esperado aumento de los precios de los productos derivados de la leche; un razonamiento semejante puede hacerse para los cereales. Pero hay algo más.

Dos preguntas. Antes, hace cuarenta o cincuenta años, o más, claro, ¿quiénes consumían qué?, ¿cuándo y cada cuánto lo consumían?. Por ejemplo, en el reino, hace medio siglo, ¿cuánta gente consumía pollo?, los que lo consumían, ¿quiénes eran?, ¿con qué periodicidad lo consumían?. Lo preguntado para esta volátil es extensible a la ternera, a la merluza, a los melocotones o al caviar; y es aplicable, también, a los franceses, a los italianos o a los canadienses.

Lo que ha sucedido es que las consecuencias de los aumentos de productividad acaecidos en los últimos cincuenta años han tenido un impacto en la producción de alimentos, lo que se ha traducido en un incremento espectacular de las cantidades producidas de los mismos y, consecuentemente, en un descenso relativo de sus precios, lo que, combinado con el aumento medio habido en la renta -media- de las poblaciones de los países desarrollados, y, sobre todo, del incremento habido en su capacidad de endeudamiento, ha tenido como consecuencia un aumento de su consumo.

Pero claro, eso no se ha conseguido gratis. Dos han sido los precios que han tenido que ser pagados. Uno. La calidad de prácticamente todos los alientos a los que hoy puede accederse y que antes ya existían es peor en el sentido de que su gusto, su aroma, su textura, es eso: peor; quienes de Uds, recuerden lo que hace años era un melocotón de Calanda, comparen su recuerdo con lo que hoy con un melocotón de Calanda pueden obtener. Esto es así, y punto. Pero, adicionalmente, otro precio ha tenido que ser pagado.

Antes, los procesos productivos de los alimentos, se desarrollaban de forma más ‘natural’ (no estoy diciendo más ‘limpia’), es decir, con una práctica total ausencia de esas cosas que hasta hace un par de años en las etiquetas de la casi totalidad de los alimentos venían escritas: los “E” -conservantes, antiapelmazantes, antioxidantes, espesantes, edulcorantes, etc.- y que ahora han sido substituidos por definiciones larguísimas debido a la mala prensa que los Es despertaron. Bien el hecho es que, al margen de que los Es sean inocuos o no lo sean, antes la cantidad de éstos que los alimentos incorporaban y el número de alimentos que los incorporaban, era ridícula en comparación con la cantidad que ahora los incorpora. (Lo dicho, evidentemente, es aplicable a los ‘nuevos alimentos’ que hoy son producidos y que hace años no existían).

Juntemos todo. Más renta y más capacidad de endeudamiento, junto a una mayor productividad aplicada a la producción de alimentos ha ido dando lugar a un aumento del consumo de los mismos pero a un empeoramiento de su calidad y a una forma crecientemente menos natural en su producción. Lo dramático es que ambos factores son indisociables. Si queremos comer pollo de más calidad, el número de personas que podrán consumirlo decrecerá porque su precio aumentará.

Si ahora, por las razones que sea, se fuerza a la baja la producción de leche y de cereales, teniendo en cuenta que la demanda de sus derivados tiende al alza, su precio aumentará, pero como la productividad no se reducirá, sino todo lo contrario, es decir, como los alimentos continuarán siendo producidos utilizando semejantes técnicas a las actuales, su calidad no sufrirá variación, por lo que llegaremos al peor de los mundos alimentarios posibles: alimentos crecientemente caros y de calidad (no de pureza) discutible.

Detrás de todo esto de los alimentos lo que hay es una falta de recursos: EL problema de los próximos años. Es un poco como volver al pasado: menos personas podrán consumir una gran variedad de alimentos, pero la calidad de los alimentos que se consuman no mejorará.

(Algo muy parecido a lo sucedido con los alimentos también está sucediendo con los juguetes. ¿Cuántos juguetes consumían los infantes hace cincuenta años, incluso menos?, y, ¿qué niños consumían juguetes?. Ahora cualquier niño consume juguetes en cualquier época del año; juguetes ‘made in PRC’, claro, aunque, puede, que juguetes pintados con pintura con plomo).

¡Pues que bien!, ¿no?.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.
 
Opinión, 28 de Septiembre de 2007

12.000 millones

Santiago Niño Becerra

De dólares USA, claro.

¿Saben a qué corresponde esa cantidad?. ¿No?. Pues esa cifra es la pasta que, oficialmente, cada mes se está gastando USA en Vietnam, ¡huy, perdón!, en Iraq, ¿en qué estaría yo pensando?. Doce mil millones de dólares al mes, cuatrocientos al día, casi diecisiete cada hora. ¿Se lo pueden imaginar?.

No es mi intención que hablemos, ni de la guerra de Iraq, ni de la presencia USA en Iraq, ya saben que nunca hablamos de política, pero sí quisiera que reflexionásemos sobre lo que supone que alguien meta en un sitio, mes tras mes, doce mil millones de dólares.

USA es la mayor potencia económica del planeta y sus habitantes tienen uno de los PIBs per cápita más elevados del mundo, sin embargo, las ciudadanas y los ciudadanos USA tienen unas carencias sociales tremebundas … si no poseen renta o capacidad de endeudamiento para satisfacerlas.

En el 2004, último año cuyos datos se hallan confirmados, el 12,7% de la población USA era oficialmente pobre, y el 15,2% de esa población USA no tenía ningún tipo de cobertura médica porque, pura y simplemente, no podía pagarla. Además, y como ya sabrán, desde 1995, las Administraciones que por el Gobierno han pasado se han dedicado a recortar gasto público, lo que no ha sido óbice para que, desde el 2001, el déficit fiscal no haya cesado de incrementarse, entre otros motivos por las rebajas fiscales aplicadas por la actual Administración.

USA tiene problemas internos muy serios, mucho; su población padece carencias muy importantes, y no pocas; y, sin embargo, se está dejando en Iraq, cada mes, doce mil millones de dólares, parte de los cuales, o bien sale de lo que su ciudadanía paga en impuestos, o bien de los dos mil millones de dólares que cada día el resto del mundo entrega a USA a fin de financiar su economía. Ante esto, y me quedo únicamente con la cuestión económica, se me ocurren dos preguntas. 1) ¿Por qué la población USA no protesta ante esta dualidad?, y 2) ¿Qué está sacando / que espera sacar USA de este astronómico gasto en Iraq?.

Dicen los expertos en temas militares que USA perdió la Guerra de Vietnam por las implicaciones que tuvo la ofensiva del Tet de 1968, y la perdió porque las repercusiones que en la población USA tuvieron los ataques nordvietnamitas fueron demoledoras. Cierto es que en Vietnam el reclutamiento fue forzoso y que muchos hijos de la clase media estadounidense murieron o quedaron lisiados ("Born on the Fourth of July”, Oliver Stone, 1989), y hoy, en Iraq, las tropas son voluntarias y, gran parte de sus integrantes no pertenecen a la clase media; pero entonces, ni las carencias de la población USA eran del calibre que ahora son, ni en el 68 el mundo estaba a las puertas de una crisis económica como ahora lo está.

Mucho ojo con las carencias de la población, sobre todo si los dineros de esa población no se utilizan para solventar esas necesidades. Mientras las cosas van relativamente bien, OK, pero cuando las cosas empiezan a torcerse …

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.
 
no conocia a estehombre, me encanta,,, ¿donde se le puede seguir hoy en dia?? gracias por la recopilacion
 
el historico no esta no?..
te vuelvo a dar las gracias, ya tengo otro guru, bernardos, montalvo, centeno ir- tochovista y ahora el niño, sospecho que detras de ir- o tochovista pueda haber uno de esos...

yo estoy reconduciendo mi negocio a montar neveras de bajo coste para funcionar con energia solar ( baterias a 12v) creo que voy a obtener el mejor precio del mundo ( y no es broma) , si es cierto lo del escenario madmaxista, es posible que mucha gente opte por agenciarse una placa solar de 80w, unas baterias de coche y una nevera de las mias, ya os contare..
 
Última edición:
es un poco optimista, no?

Algunas frases de optimismo gratuito

Entre Septiembre del 2007 y Octubre del 2009 se producirá la fase previa a los años más duros de la crisis: 2010, 2011 y 2012.

me parece poco tiempo para recuperarse de algo tan rellenito

Entre los años 2012 y 2015 se impone, de hecho, un modelo de economía regulada en todos los países.

¿regular? ¿se refiere a algún tipo de socialismo? Me gustaría ver quién es capaz de regular lo que se avecina.

Hacia el mes de Octubre del 2012 serán visibles los primeros signos de que la parte más dura de la crisis ya ha pasado

buf! Dios nos asiste, si así ocurriera.

en la potenciación de las nuevas ideas y en la posible aparición de una nueva forma de energía. A lo largo del 2018 se irá asentando la percepción del fin de la crisis.

A finales del 2018 la crisis se dará, definitivamente, por concluida, sin embargo nada será ya igual a como era antes de su estallido en el 2010.

Si aparece una nueva forma de energía, definitivamente, Dios nos asiste.
Suerte a todos en la batalla!
 
Extraordinaria aportación, Gracias Edu!

Aunque hay cosas que me parecen ciencia-ficción, como por ejemplo:

Por ello, y en esta búsqueda de la utilidad, serán pedidas responsabilidades a quienes fallen en el ejercicio de su responsabilidad.

En general va más allá de la mera noción de crisis para detallar su naturaleza, causas y consecuencias. Y todo ello en un lenguaje claro y con palabras contundentes. No está nada mal para ser un Economista :D

Me parece muy buena la visión de un sistema agonizante que tiene que cambiar, una oportunidad para ir hacia mejor y crear sistemas más justos, o el peligro de retroceder políticamente.

Leeré con avidez sus comentarios.
 
Opinión, 01 de Octubre de 2007

Carta a un Comisario europeo


Santiago Niño Becerra


Sr. Joaquín Almunia, Comisario de Asuntos Económicos y Monetarios.

Distinguido Señor.

Me han sorprendido sobre manera las declaraciones por Ud. efectuadas el pasado 27 de Septiembre en un encuentro con periodistas de varios medios europeos, y me ha sorprendido porque es sorprendente que Ud., una persona que hasta ahora siempre se ha manifestado en la línea del ‘Europa va bien’, haya reconocido temores en relación al futuro económico europeo; así mismo, también me ha sorprendido que Ud., un alto cargo de lo que podríamos denominar la Administración europea, haya dicho lo que ha dicho, porque lo que Ud. ha dicho, Sr. Almunia, es muy fuerte.

Ud. admitió que todo en este mundo gira entorno a USA, es decir, que si hay problemas en USA aparecerán problemas en todas partes. Ud. reconoció que el crédito es básico para que la rueda económica continúe girando, ya que si los flujos de crédito se enlentecen (ya no digamos que se detengan) la rueda económica se parará. Ud. manifestó que la confianza es lo único que mantiene la unidad de los elementos que posibilitan las relaciones económicas; no existen bases como tales, tan sólo confianza, por lo que se acepta lo que se cree, y se cree aquello en lo que se confía.

Sinceramente, Sr. Almunia, me sentí hondamente preocupado al leer sus palabras, porque Ud., hace tan sólo unas semanas, decía lo opuesto de lo que ahora dice, pero, sobre todo, porque sus palabras infundían temor, y ya sabe lo que en estos casos se dice: ‘si esto es lo que cuentan, ¿cómo estarán las cosas en realidad?.

Por otra parte, me permito hacerle una reflexión. No es que el dólar USA se esté depreciando como causa de las turbulencias financieras que en USA se han producido, el dólar se está depreciando porque la economía USA depende de la confianza que los demás tengan en ella, y esa confianza se está deteriorando debido a que esos demás se están planteando si continúan siendo tan fuertes como para seguir sosteniendo a la economía USA. Pero existe otra razón para la depreciación del dólar si cabe de más calado: esos demás están viendo que el negocio que para ellos representaba tal sostenimiento puede que ya no sea tanto negocio como era. El problema es que se ha montado un tinglado en el que el dólar es fundamental: sabrá Ud. que, a pesar de las alabanzas que en relación al euro se cantan, nueve de cada diez transacciones que en el planeta se efectúan se realizan en dólares.

Y, para finalizar, un comentario. Dijo Ud. que la apreciación del euro abarata las compras de crudo que Europa realiza; cierto, pero, ¿no cree Ud. que esa ventaja puede ser meramente temporal?. El petróleo cotiza en dólares, por lo que quienes producen y mueven el petróleo en el planeta, entiendo que no les hará mucha gracia que el dólar se vaya depreciando porque, entonces, el valor de lo que obtienen por su petróleo será cada vez menor. La salida natural a esa situación es un aumento del precio del barril a fin de compensar ese menor valor por la vía de un mayor ingreso; si eso sucede, y si ese aumento supera la depreciación del dólar respecto al euro, Europa, o bien tendrá que poner más euros encima de la mesa para obtener los dólares que le pidan por el crudo que adquiere, o bien deberá aumentar el valor del euro a fin de obtener, con igual cantidad de euros, más dólares. Si Europa imprime más euros, al margen de que ello generará inflación, el valor del euro se reducirá y Europa no habrá ganado nada con la medida, más bien al contrario; si Europa aumenta el valor de su moneda vía aumentar los tipos de interés, ya sabemos que sucederá. ¿De verdad piensa que la depreciación del dólar favorece a las compras de petróleo que Europa realiza?.

Vuelvo a decir que me he quedado muy preocupado leyendo sus palabras, Sr. Almunia, muy preocupado, porque sus palabras me llevan a pensar que la gente tiene razón cuando dice que las cosas están mucho peor de lo que Ud. así como otros políticos y prohombre de empresa, manifiestan.

Reciba un muy cordial saludo.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.
 
Opinión, 02 de Octubre de 2007

España sigue yendo bien

Santiago Niño Becerra


¡Claro!.

Da exactamente igual que partido político sea el que gobierne y quienes sean las personas que ocupan los puestos del Gobierno, el mensaje siempre es el mismo: “España va bien”. Cambiarán las palabras, claro, y quienes las pronuncian, pero el mensaje siempre será idéntico. Ahora le toca a este partido y a este Gobierno, antes le tocó a otro partido y a otro Gobierno. Con ser esto muy malo, muy negativo (el bochinche siempre lo es), no es lo peor; lo peor es que, en la operación, se involucre a terceros o que esos terceros se involucren ellos solos. Pero, lo más peor, tampoco es eso, lo superpésimo es que se engañe a la gente con mensajes que, en el menos malo de los casos, son difusos y poco claros y, en el peor, falsos.

Con el reino está sucediendo lo mismo que sucede con muchos pacientes aquejados de una enfermedad grave. En muchísimos casos, aparecen familiares bienintencionados (?) que, unilateralmente y sin encomendarse a nada ni a nadie, deciden que, ‘por el bien de (nombre de la persona), mejor no decirle como está’. Comienza entonces una sucesión de mentiras, de verdades a medias, de tergiversaciones, de falsas esperanzas, de ocultaciones; y si alguien se atreve a cuestionar tal proceder es acusada/o de insensibilidad. Con la economía española está sucediendo esto mismo.

La economía española, como las de todos los países, ya ha comenzado una crisis muy profunda que se desarrollará en varios actos; ahora estamos empezando el primero; pero las causas de tal crisis vienen de atrás, de muy atrás. Sin embargo, esto que sé yo, que saben Uds. y que saben quienes se han preocupado en saberlo, está siendo ocultado, camuflado, tergiversado a la opinión pública y a la mayoría de los actores de la vida económica de una forma sistemática; el motivo, se dice, es no provocar ‘falsas alarmas’. El colmo (de momento) ha sido la participación de una organización como la CEOE en este montaje.

No he tenido el gusto de conversar con el Sr. Gerardo Díaz Ferrán, el presidente de la organización empresarial, pero estoy absolutamente convencido de que alguien como él no comparte lo que se dijo el Lunes 10 en la reunión previa a la junta directiva. ¿Por qué estoy tan convencido?, porque sería ilógico que lo estuviese. El Sr. Díaz Ferrán -también estoy convencido-, al igual que otros prohombres de empresa que en los últimos días han salido a la palestra quitando hierro a la situación, saben que ya está llegando una debacle económica y social (si lo se yo, ¿cómo no lo van a saber ellos?), pero su mensaje está orientado a mantener (?) la confianza; ¿por qué?, si lo que ya está llegando va a llegar digan lo que digan; ¿para qué?, ¿para que aún sea peor cuando llegue?.

Por otra parte, si Uds. analizan lo que se está diciendo (aquí y en todas partes), no por ser tremendo, deja de ser jocoso. El Gobierno y su órbita van a piñón fijo: España va bien y los fundamentos de la economía son sólidos (quiero pensar que no se lo creen, porque si no …). El principal partido de la oposición (los restantes no dicen prácticamente nada) proclama que España está en recesión, pero se quedan ahí y no dicen, ni lo que va a pasar, ni que sus Gobiernos contribuyeron profusamente a esta particular situación. Otros dicen que el ajuste que va a venir va a ser favorable; lo dicen sabiendo que ellos van a seguir degustando langosta a la americana cuando les venga en gana, claro. Incluso Mr. Alan Greenspan se autoinculpa de lo pipiolo que fue al no darse cuenta del follón que se estaba liando con las subprime y similares cuando ocupaba la presidencia de la FED (no se si sabían que el presidente de la FED está considerada la persona mejor informada del planeta). Y, por personalizar aún más, el ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, el Sr. Jesús Caldera, ha dicho que la salud financiera de la Seguridad Social es excelente, pero se calló que España es uno de los miembros de la UE que menos dedica a gasto social.

A todo esto, antes, se le llamaba ‘intoxicación informativa’ o, incluso, ‘desinformación’. Se están diciendo cosas no verdaderas a la población a fin de no generar una situación de pánico, se dirá, y no estoy de acuerdo. Lo que habría que hacer es explicar a la gente, muy clarito, con palabras sencillas y utilizando conceptos fácilmente comprensibles, donde estamos y a donde nos dirigimos. Habría que decir a la población que reduzca su nivel de deuda, que modere el hiperconsumo en el que se les ha metido, que van a tenerse que repartir los recursos porque no va a haber para todo ni para todos, que ese reparto se hará con criterios técnicos, no políticos. Habría que decir a las gentes de todos los países que vienen tiempos muy duros, y habría que empezar a decírselo ya e independientemente de que sean votantes o de que no lo sean.

Yo, a la que tengo ocasión, lo hago. ¿Será por eso que, últimamente, me convidan cada vez menos a coloquios y tertulias?.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.
 
Opinión, 03 de Octubre de 2007

Promesas

Santiago Niño Becerra


En línea con lo de ayer, recordarán la frase.

“Puedo prometer y prometo”. La pronunció Adolfo Suárez durante la campaña electoral para las elecciones del 15 de Junio de 1977, y ha pasado a la posteridad. Tiene rotundidad, empaque; a quien la pronuncia le da imagen de solidez y de autoridad. Y, claro está, incorpora elevadas dosis de credibilidad, de que quien la dice está en disposición de cumplir lo que está prometiendo aunque no prometa nada en concreto y la promesa sea genérica. A la UCD de Adolfo Suárez le funcionó, y muy bien.

Esta frase viene a cuento de la cadena de promesas de gasto con la que el actual Gobierno del reino nos ha salido en estas últimas semanas y a la que la oposición se ha adherido con inusitada celeridad. Los críticos han dicho que esas promesas -vendrán más, ya lo verán- están siendo motivadas por la proximidad de las elecciones generales. Pienso que mucho de verdad hay en ese análisis, pero creo que no es el único motivo, más aún, estoy convencido de que no es la razón más importante.

España, a día de la fecha, se halla en una situación muy, muy débil. El 50% del PIB español es generado por sectores y subsectores -construcción, turismo, automóvil, manufacturas de bajo valor…- muy dependientes de muchas cosas cuya práctica totalidad no depende de lo que España haga o deje de hacer; paralelamente, la ciudadanía está percibiendo que, al margen de los mensajes y de las arengas oficiales, las cosas ‘no están como estaban hace un año’, lo que en esa ciudadanía produce temor e inseguridad presente y futura, ciudadanía que, en último término, también vota. Por tanto, ¿qué mejor que prometer gastos a fin de conjurar ese temor y de atraer a posibles votantes indecisos?.

La pregunta, entonces, no es si tales gastos podrán ser afrontados, sino, si las promesas serán cumplidas. Lo que se nos viene encima va a traducirse en un enlentecimiento difícil hoy de imaginar en casi todos los órdenes de la actividad económica, lo que va redundar en una caída de los ingresos públicos. Paralelamente, e independientemente de que los gastos anunciados sean hoy necesarios, o no, en esa situación de crisis van a surgir nuevas prioridades que harán mucho más necesarios unos gastos que hoy no lo son o que no son así valorados, prioridades que deberán llevarse cabo en una atmósfera de ingresos decrecientes.

El Reino de España tiene carencias flagrantes, en si mismo y en comparación con la mayoría de los miembros de la UE, carencias históricas, pero, ese gasto prometido, ¿se adapta a las necesidades que en la crisis van a manifestarse?.

A la vez, en el reino, también se han hecho promesas en relación a practicar una rebaja fiscal. Una rebaja fiscal, de entrada, siempre implica, repito, de entrada, una caída en los ingresos públicos. Choca que esta promesa de menores impuestos vaya acompañada de otra de mayores gastos, o, ¿no choca?. En consecuencia, ¿pura estrategia electoral?.

También, en este caso, pienso que no. Al decaer la actividad económica, los ingresos decrecerán, por una menor actividad, claro, pero, además, porque van a producirse impagos de impuestos. (Recuerden, por ejemplo, que en oleada de suspensiones de pago de los 70, la Seguridad Social figuraba en todas las listas de acreedores de las compañías en suspensión de pagos). El Gobierno sabe que lo que va a llegar va a ocasionar una caída de la recaudación como consecuencia, entre otras, de la reducción de los ingresos medios que se producirá, por tanto, esta rebaja fiscal muy bien podría ser el adelanto de los menores ingresos que, se sabe aunque no se dice, van a producirse.

Promesas de gasto que se sabe no van a poder ser cumplidas y promesas de rebajas fiscales que darán lugar a una menor recaudación que se sabe va a tener lugar. Pero la oposición se une a la fiesta de las promesas, ¡faltaría más!.

¿Se han dado cuenta de la cara con la que, desde hace unas semanas, el ministro de Economía, el Sr. Pedro Solbes, aparece en la mayoría de las fotografías que de él se publican?. Es todo un poema. Viéndolas, me pregunto que estará pasando por su cabeza cuando oye o cuando tiene que relatar todas esas promesas mientras debe continuar manteniendo que el PIB del reino va a crecer un 3,3% en el 2008. Insisto, un poema.

(Por cierto. ¿Se han dado cuenta de que el cacareado porcentaje del 4% con el que el PIB está creciendo es una falacia. En el segundo trimestre el PIB creció un 0,3% menos que en el primero, por lo que, actualmente, se está creciendo a un 3,2%. ¡Que no es lo mismo!. Lean el artículo del Dr. Roberto Centeno que en su página 18 publica la revista Capital en su nº 85 correspondiente al mes de Septiembre. Recomendable, ¡y es muy moderado!).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.
 
Opinión, 04 de Octubre de 2007

Independencia

Santiago Niño Becerra


(Cerciórense del significado de este concepto).

El BCE fue diseñado independiente y con una misión única: controlar la estabilidad de precios en base a un objetivo prefijado y hacer lo necesario para que los precios se mantengan estables. Punto. Nada más. Ahora algunas/os critican lo que el BCE hace y como lo hace y su presidente recibe todos los dardos que esas/os algunas/os le lanzan por no hacer lo que en opinión de esas personas que lanzan dardos debería hacer a fin de potenciar el crecimiento económico. Y, ¿por qué hace eso el BCE?, ¿por qué el BCE hace lo que hace?.

El origen remoto de este proceder se encuentra en algo denominado Tratado de Maastricht, ¿se acuerdan de él?, del tratado y de sus consecuencias. Cuando se fijaron las condiciones de convergencia que los países deberían cumplir para acceder al euro, nadie, repito, nadie quiso introducir las que en su momento fueron denominadas ‘condiciones sociales’, ya saben, convergencia en renta, en tasa de crecimiento, en gasto social, …; y nadie quiso introducirlas porque, se pensó que, de incluirlas, eso podía incidir en la competencia, también porque se consideró que, como ‘todo iba a más’, el más ya haría que esas cosas sociales acabasen por converger, y, si no lo hacían, pues mala suerte.

En consecuencia, cuando, con arreglo a lo acordado en Maastricht, fueron confeccionados los protocolos del BCE, nada en relación al crecimiento económico fue introducido, por lo que ocuparse del crecimiento y de las cosas con el crecimiento relacionadas, no fue, insisto, no-fue, una tarea de la que el BCE tuviera que ocuparse; entonces, ¿por qué critican que el BCE no haga ni se ocupe de algo que no debe hacer y de lo que no debe ocuparse?. Muchos de quienes ahora maldicen contra el BCE porque, en su opinión el BCE debería reducir los tipos de interés para impulsar el crecimiento, fueron los que influyeron en, o se sumaron a, los cerebros que decidieron que el BCE no debía ocuparse del crecimiento económico, entonces, ¿por qué ahora maldicen porque no se ocupa de eso?.

Ahora, cuando el crecimiento declina, cuando ya está llegando la tormenta perfecta, aquellas y aquellos que vociferaron para que el BCE tan sólo se ocupase de que la inflación fuese lo más reducida posible, se quedan afónicos gritando para que las medidas del BCE favorezcan el crecimiento económico. Entiendo que, quienes así se manifiestan son, en el fondo, unos ilusos.

Unos ilusos porque M. Jean-Calude Trichet no puede, aunque quisiera, hacer otras cosas que las que hace, e ilusos porque, aunque los tipos decrezcan, de nada va a servir para relanzar el crecimiento ya que la crisis que viene no será monetaria, sino sistémica.

Y, ¿qué va a suceder?, pues que presionados por quienes creen que decrementando los tipos las nubes van a desaparecer, los que mandan algo harán a fin de que los tipos sean reducidos; pero eso tendrá consecuencias. ¿A qué va a llevar ese proceder sino a pensar lo mal que las cosas deben estar para que el guardián de la estabilidad haya transigido en bajar los tipos?, y, ¿qué consecuencias puede llegar eso a tener?; además, ¿qué hará USA?, ¿reducir los suyos por debajo de lo que pensaba a fin de ganar la carrera de los tipos a la baja?.

Los tipos tienden a cero, aquí y allí, como en Japón hace un par de años, y, ¿se acuerdan de qué sirvió?.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.
 
Estado
No está abierto para más respuestas.
Volver