"jupla" <juplaSIN@SPAMinicia.es> escribió en el mensaje
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> Sí recuerdo aquella época, sí. Por eso también recuerdo que no ocurrió el
> apocalipsis con el divorcio, ni con la legalización del partido comunista,
> ni con tantas cosas que en aquella época eran indudablemente la disolución
> de todo.
En aquella época (concretamente el 09.05.1979. Exactamente tres años y medio
después de que Paco rana estirase las dos patas) Aznar, entre otras cosas,
escribía lo siguiente:
Vientos que destruyen
Lo peor de todo no son las cosas que pasan. Ni siquiera son las cosas que
van a pasar y que ya se las ve venir como irremediables. Lo peor de todo es
que las recibimos como un suceso más de nuestra costumbre. Uno de los más
feos síntomas de nuestra democracia es la capacidad de resignación y de
fatalismo para aguantar la humillante dictadura de los hechos. Nadie
reacciona, nadie quiere caer en la trampa de tomar una medida, de cumplir un
deber preciso, de buscar una solución a un problema. Esto que antecede lo
escribía Jaime Campmany el pasado 28 de abril. No es para menos. Los últimos
días nos han vuelto a traer nuestro correspondiente cupo de muertos y
heridos en Madrid, Oñate, Durango y Barcelona. Han estallado bombas en
Madrid, Barcelona, Sevilla y Valencia. El día 20 una "pacífica"
manifestación ecologista terminaba con barricadas, incendios y heridos.
Graves incidentes ocurrían el domingo en Villalar de los Comuneros, con
motivo de la celebración del día de Castilla-León. Un eminente jurista, D.
Antonio Pedrol Rius pedía la revisión de las disposiciones legales sobre la
legitima defensa habida cuenta del estado de inseguridad e indefensión en el
que viven muchos ciudadanos. Una generalizada sensación de temor existe no
sólo en las grandes capitales, sino en muchas otras poblaciones españolas.
Piquetes violentos impiden el ejercicio del derecho al trabajo e imponen su
ley allí donde se produce una huelga. Este es el balance de cuatro meses: 48
muertos, 130 heridos, 52 atentados, 10 bombas desactivadas, 50 explosiones,
15 ametrallamiento. Pero nadie reacciona. Aquí ya se sabe que no pasa nada.
Lo que se cuenta
Por desgracia tampoco son apacibles los vientos que soplan por las tierras
de España. El Ayuntamiento de Zumárraga decide someter a referéndum la
construcción de un nuevo cuartel de la Guardia Civil. El del Zarauz acusa en
nota pública de violencia a la policía. El socialista navarro Sr. Arbeloa
niega cualquier oposición suya a la integración de Navarra en Euskadi y
fundamenta su postura, entre otras cosas, en la catalanidad de las
provincias valencianas. Son sólo anécdotas de la gran tragedia vasca.
Pero para los miles de españoles del País Vasco ya no hay ni esperanza, ni
aliento. Un triste y fatal velo de indiferencia es todo cuanto reciben. El
Consell del País Valenciano -con exclusiva asistencia de socialistas y
comunistas- decide en un alarde de pancatalanismo que la bandera valenciana
sea la misma que la de Cataluña. Como si el Reino de Valencia no hubiera
existido jamás. Para no ser menos, el Partido Comunista de Canarias se
manifiesta en favor de la independencia de las islas y anuncia que, llegado
el momento tomaría las armas para conseguirla si ello fuera preciso. El
presidente de la Generalidad de Cataluña, José Tarradellas, manifiesta con
elogiable prudencia y notorio patriotismo, que mientras él sea presidente no
se repetirá un 5 de octubre de 1.934. Pero la citada advertencia indica que
hay fuerzas, y no menguadas, que quisieran repetir aquella "hazaña". Una
auténtica marea de reivindicaciones regionalistas nos acosan sin que sepamos
a ciencia cierta cuales serán los limites que hayan de ponerse a las mismas.
No hemos hecho más que empezar
Pero tampoco basta. Vientos de revancha son los que parecen traer algunos de
los ayuntamientos recientemente constituidos. El de Guernica aprueba por
unanimidad retirar la medalla de la villa, así como todos los honores
concedidos al anterior Jefe del Estado -que aunque moleste a muchos gobernó
durante 40 años y se llamaba Francisco Franco. Como aún les parecía poco
deciden asimismo exigir responsabilidades al Gobierno alemán por el
bombardeo de la ciudad ocurrido en 1.937. Hace 42 años. Por el contrario no
especifican a cual de las dos Alemanias exigen las citadas
responsabilidades, porque es bien sabido que por aquel entonces no había más
que una. En Coslada (Madrid) las calles dedicadas a Franco y José Antonio lo
estarán a partir de ahora a la Constitución. En Valencia la Plaza del
Caudillo pasará a llamarse del "País Valenciá". Y no hemos hecho mas que
comenzar. Parece que pueden pasar los años, pero que las costumbres no
varían. En vez de dedicarse a la mejora de sus Municipios, se dedican a
borrar la Historia. ¿Para qué hacer nuevas calles y plazas? Se les cambia de
nombre y como si fueran nuevas, y en las próximas elecciones, a repetir.
Cargos a go-go.
Pero aún hay más. En plena crisis económica nos encontramos con el delirio
"carguista". Se crean nuevos Ministerios; más Secretarías de Estado, cada
personaje destacado tiene ya su adjunto. Y todos con sus correspondientes
equipos. ¿Y quién paga todo esto? Cargos públicos que anteriormente no
gozaban de remuneración lo son ahora y muy sustancialmente por
cierto. ---Comentario mío: esto lo decía quien hoy se está jamando dos
sueldos de la administración---- Los consejeros de cualquier ente autonómico
o pre-autonómico, ya sea provisional o definitivo, se señalan cuantiosos
sueldos como primera medida. Y todos con sus correspondientes equipos. Como
buenos españoles deben pensar que la crisis económica es para los demás.
Aquí no pasa nada.
Dígase que bueno, que muy bien, que a pesar de todo seguimos caminando, pero
¿a dónde vamos? Dígase que todo son males menores de una difícil transición,
y será cierto. Pero, ¿es que vamos a tener la transición de los mil años? No
parece sino que mientras unos se empeñan en hacer antifranquismo, los otros
esconden sus cabezas, no vaya a ser que le retiren sus carnets de
credibilidad democrática. ¿Qué tiene que ver todo esto con la democracia?
¿Qué tiene que ver, y esto es gravísimo, el Parlamento con la calle? ¿Quién
toma medidas? ¿Quién busca soluciones? ¿Quién hace cumplir la ley? Somos
muchos los que deseamos vivir en una España libre, con una convivencia
cívica y ordenada, pero tengo para mí que las puertas de la esperanza se van
cerrando con implacable tenacidad. Sobre una marea de violencia e
inseguridad, no se puede construir nada que sea medianamente duradero y
estable. España se merece algo mejor, y no es callando la realidad como a
ello se contribuye. Hoy son los vientos que destruyen los que nos acosan.
Ojalá que muy pronto comiencen a arreciar los vientos que prometen.