Tienes otras opciones.
a)Te bajas al jovenlandés de turismo con un poco de pasta y contactas con el funcionariado corrupto jovenlandés para que te haga "papeles de Morocco" para cuando te interese utilizarlos (sin papeles también te valdría pero bueno...).
b) Te familiarizas un par de semanas con las costumbres, vicios y martingalas de lo peor del lumpen de la zona.
c) aprende lo básico: cuatro palabras en árabe, suajili, kikongo, etc. y luego ven con la lección aprendida de la mafia local chapurreando lo clásico: "¿dónde oficina censo monocipalo?", "Yo derechios humanos en Espania", "¿Dónda covrar halluda?"
d) a la menor dificultad vas a la Asociación Acoje a Todo Dios respectiva e improvisando signos o en dialecto directamente inventado, dices que ya has llegao y que ahí te las den todas que nni con agua caliente, etc (ellos te facilitarán la dirección de un piso patera sin mas requerimientos para dar en la oficina censal y para dormir mientras te llega la ayuda al alquiler, el bono eléctrico, el bono supermercado, o el trabajo que el municipio (que antes pasaba de tí olímpicamente), Cáritas (para la que no eras un "mas desfavorecido social") o la asistente social (que se hubiera descojonado de tí en el supuesto la hubieras visitado con un cartel de "Vivo en la calle") te darán, asignarán o colocarán a cuenta de los impuestos de tus padres y del sacrificio de tus abuelos.
Lo de Alemania está bien para el que busque emociones fuertes, esté dispuesto a escuchar que eso de los derechos humanos es teoría de aplicación solo en el país de Jauja y que eso está en España donde el paisanaje se traga sin pestañear los mantras *** de la casta.
Alemania es para empezar de cero, como cualquier otro país europeo, de toda la vida: llegar, ver, dar mucho y pedir poco. Y con papeles auténticos aunque seas europeo, seguro comunitario, preferiblemente contrato en origen, cuenta en la caja regional para recibir fondos de la parentela y no suponer un gasto mientras te instalas... y punto en boca. Y esperar progresar lentamente con esfuerzo y sufrimento en trabajos que (allí sí es verdad) no demanden los nacionales que tienen preferencia a igual capacidad y preparación.
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