Pereirano
Madmaxista
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Capitalismo y Comunismo
Viernes, 26 de octubre de 2012
No es casualidad que treinta años luego de la caída del bloque comunista el bloque capitalista se encuentre en semejante crisis. Ambos son hijos del industrialismo y ambos recorren el mismo camino, que aunque de forma diferente, los lleva al mismo lugar: a la tiranía.
Ambos sistemas son producto del modo de producción industrial, de la división del trabajo hasta desposeerlo de todo significado, de la reducción del hombre hasta la condición de pieza de maquinaria. O en palabra de Erich Fromm, de alienar al hombre hasta desposeerlo de sí mismo y dejarlo solo frente a un sistema el cual o acepta o perece. Sistema que en ambos casos no es capaz de satisfacer verdaderas necesidades humanas como lo son la autonomía ante la vida, la espontaneidad y el desempeñar alguna labor productiva que de significado a su vida. En ambos sistemas al hombre se le reduce a trabajar y vivir en algo abstracto, repetitivo, que no entiende, que no le gusta pero que acepta para poder sobrevivir. Trabajo alienado dentro de una vida alienada y en ambos casos el resultado es el mismo: depresión y apatía, que se oculta detrás de todo tipo de evasiones tales como el Vodka y el escaqueo del trabajo comunista o la supuesta diversión sin fin temporal o de significado alguno expresada como infoentretenimiento, compras, sesso, turismo y parques temáticos del mundo capitalista. En ambos casos se repite el mismo libreto: personas que no saben ni quiénes son, haciendo cosas que les han hecho creer que son a las que aspiran en la vida, atrapados en un sistema fuera del cual no se puede sobrevivir. En realidad todos se encuentran solos y asustados, unos delante de su botella de Vodka y los otros delante de su última televisión extraplana con 1.500 canales en donde poder “entretenerse”….solos.
Ambos sistemas han formado a sus hombres-pieza en las escuelas regladas por el estado. En esos lugares se les ha enseñado a ser todos iguales, a no disentir, a memorizar como eufemismo de obedecer, a no ser espontáneos de forma que nunca sepan quienes en realidad son y se dediquen a lo que surja de su interior, a despreciar al débil o al diferente y a temer a la autoridad o al poderoso. En ambos sistemas los alumnos desde la más tierna edad no aprenden otra cosa que sea a no pensar y a obedecer. No es de extrañar que esto sea obligatorio tanto en el mundo comunista como capitalista y que el movimiento de escuelas libres sea tan cuestionado e inclusive abiertamente prohibido. Así como en la Unión Soviética los padres tienen la obligación de escolarizar a sus hijos bajo pena de prisión, así lo es en Alemania.
Luego la vida es reglada no por el individuo, sino por burocracias anónimas que manejan cifras que en realidad son vidas humanas. Existe poca diferencia en este sentido entre la burocracia soviética del Gosplán o cualquier burocracia dentro de alguna corporación occidental. Estas burocracias lo deciden todo, manejan personas como si fuesen piezas sin importar en lo más mínimo cualquier otra cosa que no sean las mismas cifras. Es verdad que el bienestar material del capitalismo es mucho mayor que el del mundo comunista, pero ese bienestar material no es un fin para el hombre: es un fin en sí mismo y no importa cuánto bienestar se alcance, lo seguirá siendo. No tiene nada que ver con el bienestar material de la población, sino con las necesidades del sistema en el mismo sentido que la supuesta ideología comunista no tenía nada que ver con la liberación de sus ciudadanos sino con la perpetuación de unas determinadas estructuras de poder.
En la cima de ambos sistemas se encuentran élites muy bien apoltronadas. Los del antiguo politburó con sus inmensos privilegios, tiendas solo-para-dirigentes-del-partido, Dachas y coches exclusivos, repartiendo las prebendas que les mantienen en el poder y donde estado y aparato productivo no se diferencian. Luego encontramos a las élites industriales y financieras del mundo occidental exactamente en la misma posición, donde en según qué niveles la línea que separa al estado de lo demás desaparece, los únicos intereses que son atendidos son los corporativos, a la comunidad financiera se la protege de sus propios desmanes con dinero de los demás sin importar las consecuencias y donde la democracia no es más que un simulacro, siendo los verdaderos mecanismo de poder en los partidos políticos más propios de la Unión Soviética que de otra cosa . Ambos sistemas solo se encuentran al servicio de sí mismos, uno dedicado a la supuesta revolución del pueblo por el pueblo y el otro dedicado a una supuesta prosperidad material sin límites.
En ninguna parte de los escritos de Karl Marx dice que el estado será un tirano que someterá a toda la población mediante métodos policiales mientras la élite vive como un rey en la cúspide. Es más la obra de Marx es una crítica acérrima al modo de producción industrial y al efecto que ese modo de producción tiene sobre el hombre. La obra de Marx es de un marcado carácter humanista y coloca al hombre en el centro de todo.
Por otra parte en ninguna parte de la obra de Adam Smith dice que el mundo liberal capitalista estaría dominado por unas cuantas corporaciones en clara connivencia con el estado y el sistema financiero, donde el hombre al igual que en el caso anterior, se encuentra reducido a ser una mera pieza más del sistema. Smith era enemigo acérrimo de la gran corporación y del gran estado debido al peligro que esas grandes concentraciones de poder implican. El mundo de Smith era un mundo de pequeñas empresas regentadas por sus propios dueños que se dedicaban a lo que les gustaba y que tenían la suficiente fuerza interna para hacerlo. No era el mundo de las personas sin YO, que trabajan en lo que les ordenan y luego hacen, desean y votan lo que les dicen en la tele.
Ambos sistemas, el comunista y el capitalista en realidad son la perversión de ideas profundamente humanistas sobre cómo deberíamos de funcionar. En ambos casos la ideas subyacentes se deforman, se citan selectivamente o se reescriben a conveniencia con el objetivo común de mantener un sistema dominado desde la cúspide donde el hombre en realidad es un esclavo. En el bloque soviético la situación era evidente, mientras que en el bloque occidental se ha cuidado de hacer pensar a la gente que son libres al mismo tiempo que se les hace creer lo que convenga en cada momento. En el mundo soviético a las personas no se les permitía intervenir en las decisiones, en el mundo occidental les es permitido siempre que la decisión no sea importante.
En la antigüedad se llamaban esclavos, hoy se llaman hombres-máquina y ambos comparten el no poder pensar por sí mismos ni tomar decisiones y por esto ambos sistemas ante importantes cambios en su entorno no pueden reaccionar adecuadamente para garantizar en lo posible la supervivencia. El bloque socialista nunca pudo acomodar la sed de libertad que su burdo sistema de control social provocaba, así mismo el bloque capitalista nunca pudo cambiar el rumbo a otro que no fuese la acumulación de capital ni la producción material y una vez llegado a un estado de plenitud en ese aspecto ha pretendido seguir y se ha encontrado con el inmenso muro de la escasez de recursos materiales. Así como el sistema comunista debió cambiar de rumbo desde hace décadas para evitar su colapso, así el bloque capitalista ha debido hacer lo mismo y dedicarse a lo que toca luego de asegurar la subsistencia material: ayudar al hombre a liberarse de sí mismo, a ser verdaderamente humano. En realidad todo el constructo ideológico era una farsa, los unos nunca pretendieron la revolución popular o como quiera que la llamasen y los otros nunca pretendieron el bienestar material. Ambos solo buscaban una excusa para someter al hombre, ambos pregonaban la libertad y acabaron en la tiranía y en el miedo.
Los dos sistemas nacidos simultáneamente del industrialismo fracasan porque nunca supieron poner a la poderosa herramienta industrial al servicio del hombre. El industrialismo no es más que un fenómeno tecnológico que nos libera de buena parte del problema de sobrevivir materialmente. Y ambos sistemas ante su fracaso arrojan a las personas a un vacío existencial inde******ible, donde todo los que les enseñaron y le han hecho creer ya no sirve mientras el miedo, el sálvese quien pueda y el gangsterismo se apropia de todo.
Y así de forma increíble el hombre descubrió la manera de sobrevivir materialmente sin tanto esfuerzo, pero nunca fue capaz de disfrutarlo porque aunque creía que esto le daría la libertad en realidad siempre ha estado preso de sí mismo. Y volviendo a citar a Fromm, no es lo mismo la “libertad de…..” que la “libertad para…..”. Logramos la primera, la segunda solo se encuentra en algún lugar dentro de cada quien.
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Viernes, 26 de octubre de 2012
No es casualidad que treinta años luego de la caída del bloque comunista el bloque capitalista se encuentre en semejante crisis. Ambos son hijos del industrialismo y ambos recorren el mismo camino, que aunque de forma diferente, los lleva al mismo lugar: a la tiranía.
Ambos sistemas son producto del modo de producción industrial, de la división del trabajo hasta desposeerlo de todo significado, de la reducción del hombre hasta la condición de pieza de maquinaria. O en palabra de Erich Fromm, de alienar al hombre hasta desposeerlo de sí mismo y dejarlo solo frente a un sistema el cual o acepta o perece. Sistema que en ambos casos no es capaz de satisfacer verdaderas necesidades humanas como lo son la autonomía ante la vida, la espontaneidad y el desempeñar alguna labor productiva que de significado a su vida. En ambos sistemas al hombre se le reduce a trabajar y vivir en algo abstracto, repetitivo, que no entiende, que no le gusta pero que acepta para poder sobrevivir. Trabajo alienado dentro de una vida alienada y en ambos casos el resultado es el mismo: depresión y apatía, que se oculta detrás de todo tipo de evasiones tales como el Vodka y el escaqueo del trabajo comunista o la supuesta diversión sin fin temporal o de significado alguno expresada como infoentretenimiento, compras, sesso, turismo y parques temáticos del mundo capitalista. En ambos casos se repite el mismo libreto: personas que no saben ni quiénes son, haciendo cosas que les han hecho creer que son a las que aspiran en la vida, atrapados en un sistema fuera del cual no se puede sobrevivir. En realidad todos se encuentran solos y asustados, unos delante de su botella de Vodka y los otros delante de su última televisión extraplana con 1.500 canales en donde poder “entretenerse”….solos.
Ambos sistemas han formado a sus hombres-pieza en las escuelas regladas por el estado. En esos lugares se les ha enseñado a ser todos iguales, a no disentir, a memorizar como eufemismo de obedecer, a no ser espontáneos de forma que nunca sepan quienes en realidad son y se dediquen a lo que surja de su interior, a despreciar al débil o al diferente y a temer a la autoridad o al poderoso. En ambos sistemas los alumnos desde la más tierna edad no aprenden otra cosa que sea a no pensar y a obedecer. No es de extrañar que esto sea obligatorio tanto en el mundo comunista como capitalista y que el movimiento de escuelas libres sea tan cuestionado e inclusive abiertamente prohibido. Así como en la Unión Soviética los padres tienen la obligación de escolarizar a sus hijos bajo pena de prisión, así lo es en Alemania.
Luego la vida es reglada no por el individuo, sino por burocracias anónimas que manejan cifras que en realidad son vidas humanas. Existe poca diferencia en este sentido entre la burocracia soviética del Gosplán o cualquier burocracia dentro de alguna corporación occidental. Estas burocracias lo deciden todo, manejan personas como si fuesen piezas sin importar en lo más mínimo cualquier otra cosa que no sean las mismas cifras. Es verdad que el bienestar material del capitalismo es mucho mayor que el del mundo comunista, pero ese bienestar material no es un fin para el hombre: es un fin en sí mismo y no importa cuánto bienestar se alcance, lo seguirá siendo. No tiene nada que ver con el bienestar material de la población, sino con las necesidades del sistema en el mismo sentido que la supuesta ideología comunista no tenía nada que ver con la liberación de sus ciudadanos sino con la perpetuación de unas determinadas estructuras de poder.
En la cima de ambos sistemas se encuentran élites muy bien apoltronadas. Los del antiguo politburó con sus inmensos privilegios, tiendas solo-para-dirigentes-del-partido, Dachas y coches exclusivos, repartiendo las prebendas que les mantienen en el poder y donde estado y aparato productivo no se diferencian. Luego encontramos a las élites industriales y financieras del mundo occidental exactamente en la misma posición, donde en según qué niveles la línea que separa al estado de lo demás desaparece, los únicos intereses que son atendidos son los corporativos, a la comunidad financiera se la protege de sus propios desmanes con dinero de los demás sin importar las consecuencias y donde la democracia no es más que un simulacro, siendo los verdaderos mecanismo de poder en los partidos políticos más propios de la Unión Soviética que de otra cosa . Ambos sistemas solo se encuentran al servicio de sí mismos, uno dedicado a la supuesta revolución del pueblo por el pueblo y el otro dedicado a una supuesta prosperidad material sin límites.
En ninguna parte de los escritos de Karl Marx dice que el estado será un tirano que someterá a toda la población mediante métodos policiales mientras la élite vive como un rey en la cúspide. Es más la obra de Marx es una crítica acérrima al modo de producción industrial y al efecto que ese modo de producción tiene sobre el hombre. La obra de Marx es de un marcado carácter humanista y coloca al hombre en el centro de todo.
Por otra parte en ninguna parte de la obra de Adam Smith dice que el mundo liberal capitalista estaría dominado por unas cuantas corporaciones en clara connivencia con el estado y el sistema financiero, donde el hombre al igual que en el caso anterior, se encuentra reducido a ser una mera pieza más del sistema. Smith era enemigo acérrimo de la gran corporación y del gran estado debido al peligro que esas grandes concentraciones de poder implican. El mundo de Smith era un mundo de pequeñas empresas regentadas por sus propios dueños que se dedicaban a lo que les gustaba y que tenían la suficiente fuerza interna para hacerlo. No era el mundo de las personas sin YO, que trabajan en lo que les ordenan y luego hacen, desean y votan lo que les dicen en la tele.
Ambos sistemas, el comunista y el capitalista en realidad son la perversión de ideas profundamente humanistas sobre cómo deberíamos de funcionar. En ambos casos la ideas subyacentes se deforman, se citan selectivamente o se reescriben a conveniencia con el objetivo común de mantener un sistema dominado desde la cúspide donde el hombre en realidad es un esclavo. En el bloque soviético la situación era evidente, mientras que en el bloque occidental se ha cuidado de hacer pensar a la gente que son libres al mismo tiempo que se les hace creer lo que convenga en cada momento. En el mundo soviético a las personas no se les permitía intervenir en las decisiones, en el mundo occidental les es permitido siempre que la decisión no sea importante.
En la antigüedad se llamaban esclavos, hoy se llaman hombres-máquina y ambos comparten el no poder pensar por sí mismos ni tomar decisiones y por esto ambos sistemas ante importantes cambios en su entorno no pueden reaccionar adecuadamente para garantizar en lo posible la supervivencia. El bloque socialista nunca pudo acomodar la sed de libertad que su burdo sistema de control social provocaba, así mismo el bloque capitalista nunca pudo cambiar el rumbo a otro que no fuese la acumulación de capital ni la producción material y una vez llegado a un estado de plenitud en ese aspecto ha pretendido seguir y se ha encontrado con el inmenso muro de la escasez de recursos materiales. Así como el sistema comunista debió cambiar de rumbo desde hace décadas para evitar su colapso, así el bloque capitalista ha debido hacer lo mismo y dedicarse a lo que toca luego de asegurar la subsistencia material: ayudar al hombre a liberarse de sí mismo, a ser verdaderamente humano. En realidad todo el constructo ideológico era una farsa, los unos nunca pretendieron la revolución popular o como quiera que la llamasen y los otros nunca pretendieron el bienestar material. Ambos solo buscaban una excusa para someter al hombre, ambos pregonaban la libertad y acabaron en la tiranía y en el miedo.
Los dos sistemas nacidos simultáneamente del industrialismo fracasan porque nunca supieron poner a la poderosa herramienta industrial al servicio del hombre. El industrialismo no es más que un fenómeno tecnológico que nos libera de buena parte del problema de sobrevivir materialmente. Y ambos sistemas ante su fracaso arrojan a las personas a un vacío existencial inde******ible, donde todo los que les enseñaron y le han hecho creer ya no sirve mientras el miedo, el sálvese quien pueda y el gangsterismo se apropia de todo.
Y así de forma increíble el hombre descubrió la manera de sobrevivir materialmente sin tanto esfuerzo, pero nunca fue capaz de disfrutarlo porque aunque creía que esto le daría la libertad en realidad siempre ha estado preso de sí mismo. Y volviendo a citar a Fromm, no es lo mismo la “libertad de…..” que la “libertad para…..”. Logramos la primera, la segunda solo se encuentra en algún lugar dentro de cada quien.
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