La droja más dura: el "dinero fácil"

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Estimados foreros de burbuja.info,

Lo que viene a continuación es tan sólo opinión basada en la reflexión.

Todos los que por aquí andamos conocemos más o menos cual es nuestra situación actual, los graves problemas que enfrentamos a nivel económico y social, con una de las mayores deudas mundiales y sin poder acceder a una vivienda digna ni poder tener hijos ya en muchos casos, y con un futuro hipotecado e incierto.

A su vez, vemos cómo se van degradando nuestra condiciones laborales y vamos perdiendo derechos poco a poco conquistados con un esfuerzo inmenso por parte de nuestros ancestros, con unos sueldos que en muchos casos ya rozan el ridículo y una precariedad laboral creciente y galopante.

Después de reflexionar acerca de por qué casi nadie levanta un dedo para intentar remediarlo, de cómo los jóvenes no se organizan (más allá del botellón) ni se revelan ante tanta injusticia acumulada siendo ellos los que serán, y algunos ya lo son, los más perjudicados, de cómo sus padres, para mayor afrenta involuntaria, les recriminan su falta de productividad y pasotismo en una situación que ellos mismos están provocando por acción directa en algunos casos o por inacción del resto, de cómo los políticos y sindicatos miran hacia otro lado y apoyan y aplauden toda explotación en nombre de la macroeconomía, he llegado a la conclusión que se trata de un problema de adicción, estamos enganchados al “dinero fácil”, lo que está demostrando ser una de las drojas más duras conocidas por la humanidad hasta el momento.

Vivimos un situación extraña, donde la macroeconomía da sus mejores resultados (ya se sabe… estamos en la “champions league …”) y se reparte cuantiosos beneficios a unas cuantas manos privadas y sin embargo donde la microeconomía (pequeñas empresas, doméstica, personal) empieza a flaquear por todos los lados para muchos de nosotros, otros, unos pocos, han sido beneficiados de rebote por la coyuntura, y es en este sector de la microeconomía donde ahora se repartirán de muchas formas “creativas” las distintas pérdidas que está generando el sistema implantado.

Nos hablan de incrementar la productividad y la competitividad, pero la única solución que proponen es la “contención salarial” como la piedra filosofal que convertirá nuestro país en un portento de la I+D+i, de la educación de calidad y de la formación profesional de los trabajadores, por medio de la transmutación que convierte en oro las pérdidas de poder adquisitivo de la mayoría de los trabajadores.

Jamás se plantearán reducir los cuantiosos beneficios, sutilmente acaparados por unas pocas manos, dueños de las grandes corporaciones y bancos y de los cada día más numerosos intermediarios, pudiendo utilizarlos para tejer una economía competitiva y productiva, mediante la tecnificación, la mejora y modernización de instalaciones, la investigación , el desarrollo, la búsqueda de energías alternativas para disminuir la dependencia de los combustibles fósiles, la calidad, la mejora de la enseñanza aportando recursos y creando salidas laborales a los estudiantes que les ilusionen y les haga luchar por alcanzar la excelencia, etc.

Pero, no, es más sencillo promover un sistema parasitario y el consumismo, donde unos pocos producen (cada vez se produce con menos calidad e ilusión por falta de expectativas), y cada vez haya más parásitos ganando dinero a espuertas sin hacer nada, sin producir lo más mínimo, creando pasos intermedios superfluos en cualquier transacción, especulando con las necesidades básicas, introduciendo parafernalia innecesaria y retorciendo cualquier trámite hasta la saciedad para justificar y multiplicar puestos no productivos.

Sin embargo nadie hace nada, ¿por qué?, bien sencillo, estamos más pasados con la droja del “dinero fácil” de lo que la gente se puede imaginar, el crack a su lado es un juego de niños.

Todo va bien… uno parece estar tan contento cuando su cerebro deja de funcionar correctamente por causa de la droja (me pregunto si los políticos, economistas y “analistos” no se encuentran en esta fase, con su chute particular mensual en forma de sueldo bien retribuido), pero claro, lo malo de este tipo de drojas es que crean adicción y tienen efectos secundarios. La dependencia conlleva que cuando no se obtiene el “chute” necesario, empieza la resaca, un malestar profundo y por último los efectos del “síndrome de abstinencia”. En ello están todos los bancos y grandes corporaciones en pedir más y más “chutes” y cada vez más y más grandes que ya no hacen tanto efecto como antes, ahora que la dependencia al “dinero fácil” se ha implantado. En ello también están todas las constructoras y promotoras para que el dinero vuelva a fluir creando una mayor adicción.

A ver si se enteran de que por culpa de meter tanta droja al sistema, estamos llegando a padecer una enfermedad casi terminal, el “hígado” (los pepitos) que recibe la mayoría de los golpes está dolido, y la enfermedad está acabando con casi todos los órganos sanos, vamos a llegar a un problema de salud sistémico o de muerte por sobredosis. Y todo esto es por no saber parar a tiempo con la adicción, por querer más y más, por no importar que los cimientos se vengan abajo.

Muchas foreros hablan de concienciar a las masas, pero me temo que los medios de manipulación de masas nos llevan la delantera, pero lo más importante es pensar que primero deben pasar por un proceso de “desintoxicación” y, como todo el mundo puede comprobar no es sencillo, muchos vuelven a entregarse durante el proceso a la droja dura. Los jóvenes, por ejemplo, aunque no tienen expectativas están anestesiados, viviendo su “viaje” alucinante gracias a la droja del “dinero fácil”, todos con su coche, sus vídeo juegos, sus salidas nocturnas llenas también de otras drojas, para que luchar si actualmente ya tienen su dosis de SOMA, menudo hostión que nos espera cuando se acaben las dosis si no hacemos nada para remediarlo.

He perdido la esperanza en la política actual como elemento de cambio, algo debería ser reformado. Que no me vengan con milongas, los partidos políticos mayoritarios no hacen nada para atajar esta situación, las líneas de los partidos hace tiempo se han cruzado, ya no hay ni derecha ni izquierda para los temas importantes (educación, economía), sólo hay un rancio bipartidismo implantado (como ya existiera…) por lo que el turno de partidos parece garantizado, y donde las políticas que hacen van destinadas a apoyar los planes de quien les da de comer.

En mi opinión, la única manera de cambiar el sistema es acabar con la droja del “dinero fácil”, pero hay que hacerlo con sensatez, no vayamos a cargarnos al enfermo que ya está enganchado. Jodida labor de desintoxicación que nos espera a los pocos que no estamos enganchados.

Gracias por la atención.

Saludos.
 

Aitor Menta

Madmaxista
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Dinero fácil y barato, no lo olvides

No hay más que ver el "nerviosismo" actual de los países que como España les ha venido muy bien ese dinero barato, que con las subidas de intereses y la crisis de liquidez les entra el mono enseguida :D
 

Big Bang

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Dinero fácil y barato, no lo olvides

No hay más que ver el "nerviosismo" actual de los países que como España les ha venido muy bien ese dinero barato, que con las subidas de intereses y la crisis de liquidez les entra el mono enseguida :D
Estoy de acuerdo en lo del dinero barato como un catalizador que hace más potente a la droja del "dinero fácil", pero la situación es que, aunque el precio del dinero se dispare, siempre habrá quien se quiera meter un buen chute y siempre habrá quien se lo proporcione. Habría que tener mucha mano dura con tanto crédito fácil, tanto dinero traído del futuro, para la "felicidad" y properidad a corto plazo y dejando un problema de P... Madre a los que vienen detrás y no son conscientes de ello. El dinero del futuro sólo se debería usar para crear infraestructuras y desarrollo, para mejorar la productividad y competividad que proporcionen beneficios a futuro, sino estamos estafando a los que vienen detrás porque los estamos "hipotecando el futuro". Esta es la situación que tenemos actualmente, un futuro hipotecado.
 
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Muy sencillo: camellos a la guandoca. Prohibir la USURA de una vez. Y condonar una parte de las deudas desmantelando bancos y cajas. Problema: Hace falta una REVOLUCIÓN para ello...

Y puede no estar tan lejana, sólo falta que los pepitos no puedan comer durante 3 días para que se líe la subida de peso.
 

k-mad

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Muy sencillo: camellos a la guandoca. Prohibir la USURA de una vez. Y condonar una parte de las deudas desmantelando bancos y cajas. Problema: Hace falta una REVOLUCIÓN para ello...

Y puede no estar tan lejana, sólo falta que los pepitos no puedan comer durante 3 días para que se líe la subida de peso.
Me parece que no, en este país la gente prefiere quedarse sin comer no 3 días, sino una semana, por bajar a tomarse unas cañas al bar, antes que decir delante del vecino que no tiene un puñetero duro...

¡!NOS ENCANTA APARENTAR!¡
 

David_

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Tienes razón, mucha razón.

Hace falta un cambio radical para combatir todo esto:

- Educar.
- Decir en voz alta de una vez que los beneficios empresariales deben estar controlados, es decir, deben ser decentes, lo que pase de un cierto margen se debe reinviertir en crear riqueza para las personas.
- Reformar radicalmente el sistema de representación política: mínimo 15 años de ejercicio profesional, elección directa...
- Recuperar valores olvidados y denostados: familia, respeto, educación, honor, dignidad..


En fin, como tú bien dices, la labor de desintoxicación va a ser ardua en el mejor de los casos, tal vez ya imposible.
 

Big Bang

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Tienes razón, mucha razón.

Hace falta un cambio radical para combatir todo esto:

- Educar.
- Decir en voz alta de una vez que los beneficios empresariales deben estar controlados, es decir, deben ser decentes, lo que pase de un cierto margen se debe reinviertir en crear riqueza para las personas.
- Reformar radicalmente el sistema de representación política: mínimo 15 años de ejercicio profesional, elección directa...
- Recuperar valores olvidados y denostados: familia, respeto, educación, honor, dignidad..


En fin, como tú bien dices, la labor de desintoxicación va a ser ardua en el mejor de los casos, tal vez ya imposible.
Comparto contigo los cambios propuestos.
 

EUROPIA

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Muy sencillo: camellos a la guandoca. Prohibir la USURA de una vez. Y condonar una parte de las deudas desmantelando bancos y cajas. Problema: Hace falta una REVOLUCIÓN para ello...

Y puede no estar tan lejana, sólo falta que los pepitos no puedan comer durante 3 días para que se líe la subida de peso.
Quién se fiaría de una revolución impulsada o por ignorantes o por avariciosos o por las dos cosas a la vez.
Yo al menos , ni de coña.
 

Azure

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Muy buena la reflexión y las observaciones. Me temo que la solución -hablando con propiedad, desenlace- no va a ser -en esencia- muy diferente a lo que vaticinaba Malthus.
 

Big Bang

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16 Nov 2007
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Y hablando de educación como unos de los pilares para el cambio necesario, remito este interesantísimo artículo:

EL SECRETO DE LOS FINLANDESES
24 horas con uno de los jóvenes de 15 años que triunfa en Pisa
CARLOS CARRIÓN

¿Por qué lo habitual en Finlandia es que un adolescente normalito termine Secundaria con notas excelentes, hablando un perfecto inglés y leyendo un libro a la semana, y aquí muy pocos consiguan algo remotamente parecido? Hemos viajado al país mejor clasificado por el informe Pisa para averiguarlo.


Les presento a Saili Sipilä. Tiene 15 años. Vive con sus padres y sus dos hermanos en Espoo, una ciudad de 360.000 habitantes a las afueras de Helsinki. He volado 4.000 kilómetros para conocerlo. ¿Por qué? Por dos razones: porque soy periodista y porque tengo un hijo de la misma edad. Como periodista, quiero saber por qué Saili, un adolescente normalito de Finlandia terminará la Secundaria con excelentes notas, hablando inglés a la perfección y leyendo un libro por semana. Lo típico para un finlandés. Como padre, quiero saber si es inevitable que mi hijo, Manuel, un adolescente normalito, acabe sus estudios obligatorios aprobando por los pelos, chapurreando cuatro palabras en inglés y sin el menor interés por la lectura. Lo típico para un español. ¿Hubiera sido diferente si hubiera nacido en Finlandia? ¿Qué comparaciones entre la educación finlandesa y la española puedo hacer como periodista? ¿Qué lecciones puedo aprender como padre?


Repaso en el avión los resultados calentitos del último informe Pisa, un examen trianual que mide las capacidades de los alumnos de 15 años de 57 países en ciencias, matemáticas y lectura. Participaron 375.000 estudiantes. En España, casi 20.000 alumnos de Secundaria de 686 coles e institutos. Veamos las notas. Ciencias: Finlandia, 1ª, 563 puntos. España, 31ª, 488 puntos. Si el aprobado lo marca la media de los países de la OCDE (491 puntos), ya tenemos el primer suspenso. Matemáticas: Finlandia, 2ª, 548 puntos, a sólo uno de China Taipei. España, 31ª, 480, a cuatro de la media de los países desarrollados. Segundo insuficiente. Lectura: Finlandia, 2ª (547), por detrás de Corea del Sur. España, 35ª (461), protagoniza además el peor descenso en comprensión lectora de los países de la OCDE (485) desde el último informe. Nuestros hijos no entienden lo que leen. A la cuarta línea de cualquier texto se pierden. Muy deficiente.


Tres cates en las tres asignaturas básicas. ¿Qué hacemos? ¿Castigamos de cara a la pared a los alumnos, a los padres, a los profesores, a las autoridades, a todos? Alemania cosechó unas calabazas semejantes hace tres años y la conmoción fue tan mayúscula que los políticos se pusieron las pilas y este año sus estudiantes han aprobado con nota. Aquí, el Gobierno culpa a Franco (la precaria educación de los padres dificulta la de los hijos). Además, la fiesta va por barrios, léase por comunidades autónomas. Los riojanos pueden sacar pecho: están en el grupito de cabeza. Los andaluces deberían ir pensando en las recuperaciones: en mates les gana hasta Azerbaiyán.


Taxi hasta Espoo. Son las siete de la mañana y todavía no ha amanecido. Ni lo hará. No veré el sol durante mi estancia en Finlandia. Cielos cubiertos y noche cerrada a las tres de la tarde. En esta época del año es un país en penumbra y con sus 5,3 millones de habitantes obsesionados en encender cirios, velas y lamparitas. Limosnas de luz. Llego a casa de los Sipilä a tiempo para ser invitado al desayuno familiar. No es lo habitual, porque cada uno suele tomar un bocado por su cuenta, pero ayer (6 de diciembre) fue el Día de la Independencia y la ocasión lo merece. Me sorprende que Saili no tenga puente, pues el festivo cae en jueves. Mi hijo enlazó cuatro días de vacaciones gracias al viaducto de la Constitución. En Finlandia, si una escuela hace puente (los centros tienen autonomía para toman estas decisiones), antes obliga a sus alumnos a salir algo más tarde cada día hasta completar las clases que se hubieran perdido.

Me descalzo, dejo los zapatos en el recibidor y converso con los Sipilä en calcetines mientras damos cuenta del café, los panecillos, el zumo de bayas y el queso lapón con mermelada. Seppo, el padre, es teólogo y se gana la vida traduciendo la Biblia. Domina una docena de idiomas, entre ellos arameo, copto y árabe clásico. Leena, la madre, es enfermera y trabaja en un hospital. Mikael, el hermano mayor, tiene 18 años y quiere estudiar Arte Dramático en la universidad, pero reconoce que las posibilidades de pasar el corte a la primera son escasas. Joel, el menor, de 12 años, es discapacitado psíquico y acude a un colegio de educación especial. La vivienda familiar es un dúplex de clase media en el centro urbano de Espoo. Lo de ‘urbano’ hay que matizarlo. Un bosque de abetos limita con la casa. «Nos mudamos aquí hace año y medio. El aire es muy puro». Espoo es la segunda ciudad de Finlandia en habitantes y la de mayor porcentaje de población universitaria en un país donde el 34 por ciento de los adultos tiene estudios superiores. «No hay apenas delincuencia. Nuestros hijos pueden pasear de noche con tranquilidad», explica el padre. Y Saili apostilla en un inglés prístino: «Finlandia es segura. Ni sunamis, ni terremotos… Me gusta vivir aquí». Yo les explico que me crié en la calle. Y eso es algo que se ha perdido en España, por los menos en las grandes ciudades. Que los niños puedan jugar al aire libre sin vigilancia.


Las ocho menos cuarto. Hora de ponerse los zapatos y salir camino de las respectivas ocupaciones. Saili coge el bus urbano (no hay autobuses escolares). El billete lo subvenciona el municipio. Por ley, ningún alumno puede vivir a más de cinco kilómetros de la escuela. Podría ir caminando, un paseo de veinte minutos, pero llovizna aguanieve y no le apetece. Saili tiene moto y bicicleta, como la mayoría de sus compis, pero sólo unos pocos desafían al frío en esta época. En el exterior, las instalaciones de la escuela Saarnilaakson dan una impresión espartana, excepto por el césped de los campos de deporte que la circundan. En la entrada no se ve a decenas de estudiantes apurando el primer pitillo de la mañana, como en los institutos españoles. Ni una colilla ni una hoja ni una pintada. «Aquí no se ensucia ni la nieve», me dice el fotógrafo.


En el interior, la limpieza resalta aún más. No hay garabatos en los pupitres ni en los aseos. Todo parece recién estrenado. Saarnilaakson es una escuela pública, como el 97 por ciento de los centros finlandeses, a diferencia de España, donde el 35 por ciento son privados. Por supuesto, es gratuita. Pero el equipamiento es el de un colegio caro en nuestro país. Las aulas disponen de un televisor con pantalla gigante de plasma, acuario de 200 litros con pececitos de colores, cocina con fregadero, medios audiovisuales, aire acondicionado, muchas plantas. Hay un ordenador por cada dos alumnos. Una docena de máquinas de coser en la clase de costura, aparatos de soldar, herramientas de carpintería, esquíes… Un gimnasio cubierto, un auditorio para las clases de teatro y un comedor con autoservicio. Todo en perfecto estado de revista. Los libros de texto son gratis (¡cómo duelen los 200 euros que tengo que desembolsar cada septiembre!), el material escolar es gratis, la comida es gratis. No parece demasiado apetitosa y los estudiantes reniegan, pero la comen. Al Ayuntamiento le cuesta 65 céntimos cada menú: un plato caliente, leche y fruta.
Tanta generosidad me pone los dientes largos. Y cuando Kari Kajalainen, profesor de matemáticas, me explica que si un niño quiere estudiar, puede llegar a ser médico o juez o ingeniero, lo que se proponga, si se esfuerza, aunque su familia sea pobre, pongo cara de incredulidad. «La educación de cada finlandés le cuesta 200.000 euros al Estado, desde que entra en la guardería hasta que sale de la universidad con su título. Es el dinero mejor empleado de nuestros impuestos. La presidenta del país, Tarja Halonen, se licenció en Derecho y proviene de una humilde familia de clase obrera. «Cuando regaño a mis alumnos, les digo que están malgastando el dinero de los contribuyentes». Y otra profesora, Päivi Ketola, me cuenta que los universitarios sólo han de pagar los libros y la comida (2.50 euros en la cafetería de la facultad). El Estado los ayuda a emanciparse con subvenciones para alquilar una vivienda y una paga. Todo el sistema está montado para que los finlandeses se acostumbren a ser autónomos desde bien pequeñitos y se vayan a vivir por su cuenta a los 18 años.

Pero volvamos con Saili, que ha sonado el timbre (las notas de una balada al piano de Erik Satie) y entra en clase. Cursa 9º grado, el equivalente de 4º de la ESO en España. En la escuela de Saarnilaakson hay 400 alumnos y 40 profesores, médico, asistente social, psicólogo y hasta dentista. Y la ratio es de menos de veinte estudiantes por aula (en Finlandia, por ley, no puede haber más de 24). En la clase de mi hijo hay 34. Los compañeros de Saili son formalitos, por lo menos a primera vista. Y es que en el ideario del colegio, además de en la civilización europea y el multiculturalismo (hay clases de historia del islam o del catolicismo, aunque la población es mayoritariamente luterana), se hace un hincapié obsesivo en los buenos modales. Me asombra el respeto reverencial que le tienen a los profesores. «Sí, nos sentimos respetados y valorados por la sociedad. Ser maestro es una profesión de prestigio a la que solo aspiran los mejores. Y no basta con ser muy bueno en tu materia. Debes destacar también a la hora de saber transmitir tus conocimientos. Pero el respeto de los alumnos te lo ganas día a día. En 20 segundos lo puedes perder», explica Mati Karkkainen, docente de ciencias, en la sala de profesores, muy acogedora: un piano, una bandeja con bombones, cafeteras humeantes. Los maestros tienen un buen sueldo en comparación con los españoles, aunque algunos se quejan. Rocío no, desde luego. Esta madrileña imparte clases de español. «Cobro 1.800 euros por 15 horas semanales. El sistema no incentiva que trabajes más. Prefieren repartir el trabajo para que no haya paro. ¿Cómo? Aumentando mucho los impuestos a los que ganan más. A mí sólo me retienen el 10 por ciento. Pero a un médico que gane 5.000 euros le retienen la mitad. Además, tienes derecho a paro toda la vida. Tendría que pensármelo mucho para volver a España».


Ojo, a los niños finlandeses no les gusta el cole. Saili, que saca sobresalientes sin despeinarse, lo considera «demasiado fácil». Sus compañeros, menos brillantes, reconocen que hay que trabajar demasiado. Y Päivi Junkkari, profesora de inglés, recuerda su adolescencia como una etapa ingrata, de mucho sacrificio. «Los alumnos no vienen al colegio a pasárselo bomba. Es un trabajo. Pero saben que todos tienen las mismas oportunidades. Da igual a la escuela que vayan, en el centro de Helsinki o en un pueblo del Ártico. Todas tienen el mismo nivel». Kari Kajainen asiente. «Nos centramos en que la mayoría de los alumnos sean muy competentes. Que el nivel medio sea alto. No es una educación elitista. Preferimos que todos saquen aprobados y notables; que haya alumnos de matrícula no es una prioridad. Y, sobre todo, cuando vemos que alguno tiene problemas, le asignamos enseguida un profesor de apoyo. Tiene clases extra. Estamos muy pendientes y no dejamos que se retrase.»


Los deberes son sagrados. Y está muy mal visto que alguien copie, incluso por los mismos alumnos. Que alguien saque una chuleta es impensable. «En nuestra cultura son muy importantes dos valores: la honradez y el trabajo», comenta Päivi Junkkari. No es casualidad que Finlandia también encabece las estadísticas de transparencia y menos corrupción pública. Kari Kajainen apunta otra peculiaridad nórdica. No hay repetidores. Le digo que en España el 43 por ciento de los alumnos de Secundaria ha repetido curso alguna vez. Y que mi hijo, que siempre se salva al final, tiene incontables oportunidades para aprobar cada asignatura y, aun así, suelen quedarle un par para septiembre. Kajainen pone cara de asombro. «Aquí sólo tienes una oportunidad para aprobar un examen por la misma razón que la vida sólo se vive una vez. Y hay que aprovecharla. Si no apruebas, te quedas una hora más en clase hasta que demuestres que te lo sabes y si no, estudias en verano, pero la promoción es automática».

¿Dónde aprietan más las tuercas? «Sin duda, en la enseñanza de la lengua materna. Somos los primeros del mundo en ciencias y los segundos en matemáticas, pero el mayor reto de enseñar matemáticas es conseguir que los alumnos comprendan lo que leen, el enunciado de los problemas. Por eso lo fundamental es que lean. Y también es muy importante la enseñanza de lenguas extranjeras. El finés es una lengua minoritaria. Los alumnos también estudian sueco e inglés obligatoriamente. Y alemán, francés o italiano como optativas. Pero tienen una gran ventaja. Las películas y series de televisión extranjeras no están dobladas. Todas se pasan con subtítulos. Los niños se acostumbran desde pequeños a escuchar otros idiomas y, además, adquieren destreza lectora. Hay que leer rápido los subtítulos para no perder el hilo del programa», apunta Tuija Yrjö-Koskinen, profesora de inglés. Envidio la fluidez con la que todos hablan el idioma de Shakespeare en la clase de Sailu. E incluso chapurrean algunas palabras de español porque Los Serrano es la serie de moda.


La jornada de Saili es intensiva, de 8 de la mañana a 3 de la tarde. Pero las clases son muy breves: 45 minutos mal contados. Hay un recreo obligatorio al aire libre (los adolescentes se apretujan en la entrada porque en el patio hace frío) y una pausa de media hora para comer. Todo el horario está salpicado de breves descansos que hacen llevadero el día. Terminan frescos. No se los abruma con una montaña de materias. Las carteras son livianas. Se estimula el razonamiento crítico antes que la memorización. Hay clases distendidas, como baile de salón, teatro, arte digital, peluquería, artes marciales, hockey sobre hielo, esquí de travesía, ¡cocina! (Saili y su hermano Mikael aprendieron a cocinar en el colegio y preparan la cena en casa cuando les toca). También primeros auxilios, carpintería, soldadura o música. Los alumnos tocan el violín, la guitarra eléctrica u otros instrumentos, según sus preferencias. Y, sobre todo, se estimula el pensamiento crítico. Se invita a discutir. El sistema español margina el debate y la expresión oral. El alumno toma apuntes pasivamente, bosteza.


Saili vuelve a casa, juega un rato al hockey y hace los deberes. «Tardo de una a dos horas. Luego cuido de mi hermano Joel o cocino si no hay nadie más en casa. A las siete hemos cenado. Me conecto un rato al Messenger si mi padre no está trabajando en el ordenador. O juego a videojuegos de rol y de estrategia. Luego, me acuesto y me quedo leyendo hasta las once. Mis libros preferidos son las novelas de Julio Verne y todos los de Harry Potter. El último lo voy a leer en inglés».

Finlandia presume del mayor índice de lectura de libros y prensa de Europa. Tres veces por semana la familia toma la sauna en casa. «Lo hacemos juntos. Es el lugar donde se comentan las preocupaciones y los proyectos, donde se planean las vacaciones. Siempre buscando el sol. Hemos ido a Madeira, París y Túnez», explica Leena, su madre. Saili todavía no tiene claro qué quiere ser de mayor. «Químico, veterinario o diseñador de videojuegos.» Le pregunto si es feliz. Y me responde sin pestañear que sí.
enlace: http://www.xlsemanal.com/web/articulo.php?id=23997&id_edicion=2687&salto_pagina=0

Igualito que en Ejpain, oiga.

Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
¿Quienes son los que quieren (y de hecho lo están consiguiendo) anafabetizar a los jóvenes?, ¿Con qué proposito?. Yo lo tengo claro, algunos han decidido que es más interesante para sus planes que la gente sea lo más inculta posible, y en esos planes está el sobreendeudamiento, aquí todo está permitido, hasta la usura disimulada en forma de ayudas.
 

Alexandros

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Madmaxista convencido.
Buena reflexión.


Tranquilos, veremos el fin de todo esto.


El sistema hace aguas, el dia menos esperado la presa revienta.


Que se lo digan a Luis XVI...
 

Ladrillo Mortal

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Buena reflexión.


Tranquilos, veremos el fin de todo esto.


El sistema hace aguas, el dia menos esperado la presa revienta.


Que se lo digan a Luis XVI...
Yo no estoy tan seguro, el único susto que ha tenido el Capitalismo, tras el advenimiento del poder burgués en la Revolución Francesa, lo tuvo en el Comunismo como gran antagonista radical. Después, el Crack del 29, tras algunos amagos a principios de siglo y finalmente la Segunda Guerra Mundial que sirvió de acelerador a la maquinaria americana.

A partir de ahí se viene abajo la Unión Soviética en los 80, tras más de 40 años de decadencia dictatorial, y se acabó cualquier tipo de cortapisa volviendo poco a poco a retomar el poder supremo del Gran Capital.

Yo no soy defensor del Comunismo precisamente pero reconozco que es una ideología hija de su tiempo. Con unas condiciones laborales lamentables en el XVII y XIX era lógico una reacción de tal calibre y ahora mismo, sin NINGUN freno, vamos por el mismo camino.
 
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