Los inconfesables secretos del Banco de España

Tarúguez

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Con sólo ver las negritas, se entiende todo, aunque el artículo sigue, y es muy ilustrativo.






El Banco de España, según su propio reglamento, no esta facultado para exigirle a una entidad bancaria que devuelva diez euros que requiere, a través del Servicio de Reclamaciones, un usuario de los servicios de banca, pero, en cambio, sí tiene la facultad de destituir al consejo de administración de un banco. Quien puede lo más, puede lo menos. No deja de ser un síntoma de la incongruencia que domina la casa, pero ¿Quién controla al Banco de España? Nadie absolutamente nadie. No es del todo cierta esta respuesta apresurada, el Banco de España, una entidad pública a más no poder, está controlada por aquellos a los que debe de controlar: los bancos. Es como poner a la gallina a guardar los zorros, todos sabemos como va a acabar la custodia.

Es a partir de este descontrol donde se genera el núcleo de las irregularidades que invaden la actuación de la cúpula de esta institución. La cosa viene de atrás, con el gobernador Mariano Rubio se inicia el despelote de la entidad , y en adelante, los que le sucedieron, han seguido por este tortuoso camino. Luis Ángel Rojo continuó aplicando la incongruente receta del Bálsamo de Fierabrás para el tratamiento de lo que llaman crisis bancaria, movilizando cuantiosos fondos públicos y desarmando a los accionistas de estos bancos de sus legítimos derechos.

Más de lo mismo aplicó Jaime Caruana, pero nada comparable con el actual gobernador de la ínsula de Barataria, Miguel Fernández Ordóñez, adicto al bálsamo y con el añadido de hacer de un problema uno muchísimo mayor.

Cuando interesa, el Servicio de Inspección tiene una vista por rayos X y detecta agujeros insondables, en otras ocasiones es incapaz de ver un agujero de 23.000 millones de euros en Bankia.




Veamos ahora, hasta donde llega esta vista de rayos X en el agujero detectado por el Servicio de Inspección en el Banco Español de Crédito (Banesto), que necesitó 285.000 millones de pesetas de 1994 de los fondos públicos.

Estos linces de la inspección detectaron un agujero de 605.000 millones de pesetas por lo que se tuvo que intervenir el banco. Unos meses antes, la firma norteamericana dedicada a inversiones Carlisle Ventures Inc. había comprado un importante paquete de acciones en una ampliación de capital que Banesto, con el visto bueno del Banco de España que reafirmaba la solvencia de Banesto.

Los norteamericanos se sintieron engañados y presentaron una denuncia ante los tribunales de Nueva York, en la que alegaron haber recibido una información manipulada en lo relativo a la situación financiera de Banesto


En concreto, señalaban que la situación que se les había presentado relativa al estado de cuentas del banco distaba mucho de la cruda realidad en la que se veía envuelta la entidad.

Carlisle Ventures no estaba dispuesta a tragarse la mentira del agujero detectado, por el Servicio de Inspección del Banco de España, y en el juicio fue directo al grano. La abogada de Carlisle pregunto al representante de Banesto si era cierto que “al año siguiente de la intervención por el Banco de España se recuperaron 596.696 millones de los 605.000 estimados como agujero”.

La contestación fue patética y el juez tuvo que pedir la repetición en voz más alta.

Se trataba de una sola silaba SI.


De inmediato no quedó otra opción, a los nuevos administradores de Banesto, que manifestar que las “irregularidades descubiertas por el Banco de España no tenían carácter material desde el punto de vista de un inversor razonable”.

Era tanto como decir que el agujero fue una ficción.

Más claro, el agujero nunca existió y fue fabricado por el Banco de España. Los fondos públicos aplicados quedaron en el olvido, Emilio Botín se hizo con Banesto sobornando a los funcionarios públicos que intervinieron y todo ello sin poner una sola peseta.

Los medios de comunicación silenciaron lo manifestado por los administradores de Banesto en el tribunal de los Estados Unidos y todos quedaron contentos. Después de gastar miles de páginas en la prensa escrita y dedicar horas y más horas en radio y televisión magnificando el tamaño del agujero no era la mejor ocasión para manifestar todo lo contrario.

Mejor callar.


¡¡¡¡OJO!!!!

No nos perdamos lo que tiene que decir la Asociación de Inspectores del Banco de España (Aieca) en una carta enviada el 16 de mayo al presidente del gobierno.

Le alertan que las actuaciones del Banco de España “están cubiertas por un velo de opacidad que impiden la debida rendición de cuentas”.

También manifiestan su preocupación por el rápido deterioro de la imagen que ha sufrido el Banco de España en las últimas semanas. Lo cierto es que llueve sobre mojado, a las críticas por su cuestionada actuación para atajar la crisis del sector bancario en general se ha unido la de Bankia en particular.

Los inspectores claman para que el Banco de España tenga que rendir cuentas en una comisión de investigación parlamentaria. A buenas horas mangas verdes. Normalmente ya pasa, cuando un barco se hunde lo primero que saltan son las ratas.

Según estos funcionarios están están “plenamente convencidos de la impecable labor realizada por nuestro colectivo”.

Que baje Dios y lo vea. El desprestigio que ahora florece es consecuencia de las aberraciones cometidas por la dirección del Banco de España durante años y que sin duda no habrían sido posibles sin un sumiso y cooperativo funcionariado convertido en cómplice necesario de los atropellos y estafas cometidas con una sobredosis de legalidad. El Servicio de Inspección ha sido el ariete con que derribar las puertas de la razón y el sentido común, y a la vez conseguir la llave de las arcas públicas para desplumarlas sin remisión.


El servilismo ha sido de tal magnitud que en el exterior nadie se cree al Banco de España.

El desprestigio es más que merecido desde el momento que se impone al gobierno español los trabajos que van a realizar las consultoras Oliver Wyman y Roland Berger para determinar el estado de la banca española.


Puestos a ver, veamos la impecable labor realizada por el colectivo de los inspectores de la que, según ellos, están plenamente convencidos. Nunca mejor dicho: dime de que presumes y te diré de que careces.

A continuación y para refrescarles la memoria traigo a colación el mayor atraco cometido en toda la historia de la economía española. El atracador: el Banco de España. El atracado: Domingo López Alonso, propietario del Banco de Valladolid. El perista: Barclays Bank. El botín: más de 23.000 millones de pesetas del año 1978.


[...]


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