ya estan aqui los hamijos .................. de loa jeno privatizado
Aquí mando yo
La desaceleración de nuestra economía no parece que afecte a todos por igual. Las principales compañías españolas siguen gastando cifras millonarias en pagar trabajos de consultoría estratégica, un negocio que controla McKinsey, presidida por Juan Hoyos, amigo desde la infancia de José María Aznar, y, en menor medida, The Boston Consulting Group, la empresa en la que se ha formado el hijo del presidente del Gobierno.
Por Vera Castelló
E s asombroso comprobar lo dependientes de las consultorías que se han vuelto las empresas. Muchas no dan un paso sin tener sobre la mesa un informe de The Boston Consulting Group o de McKinsey. Sin embargo creo que no va a quedarles más remedio que relajar su enganche “porque sale excesivamente caro”, afirma un ejecutivo de una de las principales compañías españolas. Efectivamente el negocio de la consultoría estratégica en España lleva años funcionando a las mil maravillas. Sobre todo si se tiene en cuenta la alegría en el gasto que ha reinado en buena parte de las principales empresas privatizadas. Telefónica, Endesa o Repsol YPF son sólo tres ejemplos.
Sin embargo, si el negocio ha resultado boyante en general, lo ha sido especialmente para las filiales españolas de dos consultoras internacionales: McKinsey, presidida por Juan Hoyos, amigo de la infancia de José María Aznar, y The Boston Consulting Group, en la que el hijo del presidente del Gobierno comenzó su carrera laboral en la oficina de Nueva York. Ambas llevan años cobrando facturas millonarias a las empresas por su asesoramiento.
Comencemos por McKinsey. Para explicar su sorprendente auge hay que tener en cuenta que Aznar y su presidente en España estudiaron, junto con Juan Villalonga, en el colegio del Pilar. A mediados de 1996, cuando el dedo de José María Aznar comenzó a apuntar a sus amigos para ocupar algunas de las presidencias de empresas más importantes del país, apareció su nombre para sustituir a Feliciano Fuster al frente de Endesa, sin embargo, Hoyos rechazó la oferta. Por entonces ganaba ya en la consultora unos 200 millones de pesetas. Hoyos llegó a formar parte de FAES, sin embargo tras la fusión de las fundaciones del PP salió de su patronato.
Esos datos ayudan a explicar el poder que McKinsey alcanzó en Telefónica junto a Juan Villalonga, máxime cuando el presidente de la operadora también trabajó unos años como socio de la consultora. “McKinsey llegó a tener una posición preponderante en la compañía. Definía la estrategias del grupo, asesorando al presidente y formaban casi parte de su equipo de trabajo. Tenían casi una mayor influencia que los propios gestores. Era muy difícil realizar nada sin no les convencías primero a ellos.”, recuerda un alto ejecutivo de la compañía. De hecho, según esta fuente, en alguna ocasión, Rolando Balsinde, responsable de Telecomunicaciones para Europa de la consultora, llegó a participar en los consejos de dirección de alguna filial. El propio Hoyos llevó directamente alguno de los trabajos y se paseaba por Telefónica sabiendose el presidente bis.
Lo cierto es que McKinsey ha estado presente en prácticamente todas las decisiones que tomó la operadora en la era Villalonga. De hecho, fue la diseñadora de las diversas reestructuraciones que el grupo sufrió durante esos años. Entre otros trabajos, diseñó la salida a Bolsa de Terra. Precisamente en la información remitida al órgano estadounidense de control de los mercados, la SEC, se afirmaba que Mckinsey recibiría 10 millones de pesetas mensuales entre marzo de 1999 y diciembre de 2000 por asesorar a Terra. Fuentes del sector calculan que en 2000 McKinsey facturó a la operadora unos 1.400 millones de pesetas.
Villalonga también coló en el consejo de la operadora a Martín Velasco, con quien coincidió en la consultora, y que desde su entrada en Telefónica le asesoró sobre todo en sus aventuras internacionales. Martín Velasco protagonizó uno de los escándalos más sonoros cuando se hizo multimillonario con la salida de Terra a Bolsa, gracias a que tenía una participación personal en dicha compañía. Permanece aún en telefónica otro McKinsey, Antonio Viana-Baptista, que entró también en la compañía en la era Villalonga y que con César Alierta ha pasado a asumir la máxima responsabilidad en Telefónica Móviles.
Actualmente Telefónica sigue trabajando con McKinsey, pero “la relación se ha rebajado notablemente y el gasto se ha reducido a la mitad de la mitad”, afirma un portavoz de la compañía. Ahora la consultora trabaja para las distintas divisiones en vez de hacerlo para la corporación y el presidente como ocurría en la era Villalonga.
Otra compañía con la que McKinsey ha hecho su agosto es Repsol YPF, a la que llegó a facturar, según una fuente de la petrolera, 2.400 millones de pesetas en 2001. La estrecha relación entre el presidente y McKinsey se constata en unas declaraciones efectuadas al diario El País con motivo del aniversario de los atentados del 11-S. En dicho artículo, Alfonso Cortina recuerda cómo aquel día se encontraba “reunido, en un almuerzo de trabajo, con los máximos responsables de McKinsey en España”.
En el caso de Endesa, la presencia de McKinsey ha evolucionado. El contrato de consultoría con ellos ha ido, poco a poco, relajándose hasta casi ser sustituido por la contratación de sus consultores, que han pasado a formar parte de la plantilla. Según una fuente del sector, Manuel Pizarro se escandalizó con la todavía abultada factura que pasaba la empresa, unos 10 millones de euros al año, y optó por contratar al especialista en el sector de la consultora del amigo de su amigo Aznar, Carlos Torres Vila, que es ahora el nuevo director de Estrategia de Endesa. Ya un año antes había sido contratado otro macKinsey, Luis Rivera, director de Internacional.
La consultora de Juan Hoyos también está muy presente en el sector financiero, sobre todo en el SCH, pero sus trabajos no siempre han tenido buenos resultados. Esta consultora fue la encargada de diseñar el plan para que las sucursales del banco vendieran las terminales de acceso a Internet a sus clientes con la tecnología de AOL. Fue un fracaso. Respecto a los éxitos, en el sector se apunta a la consultora presidida por Juan Hoyos como el cerebro en la sombra del “milagro Santander” de finales de los noventa. Tras la fusión con el BCH, la presencia de McKinsey no ha menguado. La consultora fue la encargada, por ejemplo, de elaborar el informe sobre optimización de redes y en otro informe de 2001 recomendó la integración de marcas.
Uno de los miembros de la cúpula del SCH, David Grimá, antes de incorporarse al Banco Central en 1993, trabajó en las oficinas de Madrid, Nueva York, Londres y Lisboa de la consultora, especializándose en postfusiones. Grimá dedica ahora todos sus conocimientos a velar por la buena marcha de Auna, compañía de telecomunicaciones en las que participa el banco.
En cuanto a las tarifas, las consultoras cobran de media unos 1.000 euros al día más gastos, que suben a 1.500 si la consultora se llama McKinsey y a 6.000 si participa personalmente Juan Hoyos. Caros, pero se pagan, porque “generan una especie de dependencia. Cualquier ejecutivo de una gran empresa que quiere tener las espaldas cubiertas en cualquier decisión solitita un informe”, afirma un ejectivo de una compañía eléctrica.
El reinado de The Boston Consulting Group es más silencioso. La compañía multinacional, líder en el sector mundial por encima de McKinsey, está en nuestro país desde 1988 y admite registrar un crecimiento anual medio del 25% desde entonces. La consultora en la que dio sus primeros pasos profesionales el hijo de Aznar –“Ya no trabaja con nosotros. Estuvo en la oficina de Nueva York nada más terminar sus estudios. Entró como asociate, que es el primer nivel de consultor”, aseguran en la empresa– admite que en los últimos años ha aumentado la importancia de sus clientes, aunque oficialmente no se da ningún nombre concreto. Sin embargo, fuentes del sector indican que esta consultora ha elaborado diversos trabajo para las compañías eléctricas, sobretodo de cara a la liberalización, sin embargo su presencia actual en el sector eléctrico es menor dada la excesiva especialización alcanzada por las empresas energéticas.
Uno de los trabajos más importantes de The Boston Consulting en nuestro país ha sido el informe realizado para el museo del Prado. Al poco de llegar Eduardo Serra a la presidencia del patronato del museo del Prado, encargó a la compañía un informe sobre la pinacoteca cuyas conclusiones vienen acompañadas de una fuerte polémica. El trabajo de Boston proponía convertir el actual organismo autónomo del Prado, dependiente de los ministerios de Eduación y Cultura y de Hacienda, en un ente público que obtuviera buena parte de su financiación de fuentes privadas. Serra pagó a la consultora 33,4 millones de pesetas.
Copadas las grandes empresas, ahora parece que estas dos consultoras han puesto los ojos en las administraciones públicas –McKinsey es la responsable del plan de estrategia global de AENA y en un informe encargado por la Sepi recomendó que Bazán absorbiera Astilleros Españoles–, ya que pese a que numerosas corporaciones locales han puesto en marcha planes estratégicos son las consultoras más modestas las que presentan facturas más moderadas. La Generalitat de Cataluña, en cambio, sí se pudo permitir pagar a McKinsey 190 millones de pesetas por un estudio para mejorar su gestión.
Telefónica, Repsol YPF o Endesa pagan millonadas a McKinsey, la consultora presidida por el amigo de Aznar