Lo de este país es un degenere ya sin control ni límite.
Algunos tratan de encuadrar el tema de forma amable, aludiendo a que es una forma de respetar la pluralidad lingüística de España.
Esa no es la cuestión. La cuestión es que aquí hay una serie de parlamentarios que, sabiendo hablar español, les importa un bledo que los demás diputados les puedan entender. Los diputados separatistas catalanes no están parlamentando con el resto de los diputados, no tienen ningún interés en hacerse entender por ellos, ni en hacerse entender por el resto de los españoles. Eso les importa un rábano. Ellos están hablando para sí mismos y para sus "naciones". El separata catalán de Junts no habla a un andaluz porque lo que pase en Andalucía se la sopla; el habla para su secta.
El Parlamento babélico es solo una escenificación de un país roto, de gentes que nada comparten, incapaces de entenderse. De un Estado multinacional a la austrohúngara.
Aquí se busca sobre todo la impresión, la moraleja. Cuando se acaba la sesión, en el bar, todo dios hablará español entre sí, incluidos los separatistas catalanes, vascos y gallegos entre ellos. En el Parlamento, sin embargo, se trata de que no los entiendan, se trata de no hablar con los parlamentarios castellanohablantes.
Vox hace bien en marcharse. Si esta gentuza habla en gallego, euskera o catalán, ello es signo de que no tienen ningún interés en hablar a la cámara. Lo correcto es marcharse.
El PSOE, qué decir de él. Ese partido de bandidos y traidores debe ser ilegalizado y todos sus dirigentes arrestados y encarcelados. Es un cáncer, un tumor.