Querido fulastre de extrema derecha:
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Aparece un niñato y se monta su relato, grotesca narrativa de garrafón, paja mental con pretensiones ridículas, nos obsequia con un infinito blablabla, blablabla, repelente a más no poder, como no podría ser de otra manera, dados los limitadísimos instrumentos de análisis que le proporciona su delirante estructura ideológica.
Y ahora:
Lo que pensamos los fascistas, o algunos fascistas, a Dios gracias y con gran orgullo.
Es muy fácil de entender:
Principio esencial de una nación digna de tal nombre: Igualdad ante la ley y de oportunidades administrativas de todos los españoles, PUNTO.
Centralización de las competencias educativas, posibilitando la efectiva libre circulación de todos los españoles en territorio nacional, especialmente cuando tienen familia. Y como consecuencia la aplicación de la opción obligatoria del Español como lengua vehicular en todo el territorio.
Establecimiento del español como lengua oficial, común a todos los españoles, en todo el Estado, a fin de posibilitar el acceso a la función pública en cualquier administración, sea local, provincial, autonómica y por supuesto estatal.
Reforma electoral que determine un mínimo de representación en un porcentaje del territorio que suponga más del 50% de la población, a fin de eliminar los intereses perversos territorializados.
Control efectivo de fronteras, con la eliminación de cualquier incentivo a los trasvases poblacionales, frutos de asimetrías insolubles en el mundo que realmente existe, y que liquidan cualquier posibilidad de construir una sociedad solvente y productiva, con una remuneración digna del factor trabajo, al verse este superado por contingentes infinitos y con aportación de capital cuasi nula.
Se prohibirá el empadronamiento de personas que infringiendo la ley han quebrantado la frontera. Empadronamientos de cientos de personas en una vivienda que ¡oh casualidad! suelen ser propiedad de organizaciones regadas con dinero público, no es ninguna solución, es una huida cínica y criminal y un atajo a la catástrofe.
Reforma del sistema fiscal territorial, eliminación de anacronismos insostenibles como el cupo vasco, en donde prevalezca el criterio poblacional como elemento vertebrador.
Eliminación de cualquier subvención tanto a organizaciones empresariales como sindicales, y cuyo único objeto es la corrupción de sus fines programáticos.
Liquidación de toda las televisiones públicas, al ser un servicio perfectamente prescindible, inviable económicamente, que desangra las arcas públicas, y cuyo único fin es la servidumbre política y para más inri, cada vez más irrelevante.
La publicidad institucional ha de tener un exclusivo carácter informativo puntual, sin que, en ningún caso pueda suponer una financiación ad hoc a medios de información afines o como modulación de voluntades.
Es imprescindible el desmantelamiento del duopolio colusivo para-gubernamental televisivo.
Derogación de la infame ley de violencia de género que introduce un elemento aberrante de desigualdad ante la ley, incompatible con cualquier estructura jurídica viable, la presunción de culpabilidad por razón cromosomática es una afrenta absoluta a la razón que bastardiza cualquier proceso intelectual.
Separación de los poderes, con especial seguimiento del proceso de elección en la judicatura, es un insulto que el Constitucional y el CGPJ sea determinado por intereses políticos.
Eliminación de cualquier subvención que, o bien no cubra necesidades específicas individuales, minusvalías o carencias objetivas, o no revierta en un bien de interés general, patrimonio y conservación. No existen colectivos necesitados de prevendas específicas, hay personas con ciertas necesidades específicas.
Eliminación del delito de repruebo en el código penal, es un artilugio estrictamente discrecional, arbitrario, asimétrico, puramente instrumental e intelectualmente insostenible.
Y etc, etc, etc.... se podrían citar miles y miles de medidas.
Y estas son sólo una poquísimas medidas, importantes, como muchísimas otras.
Los cuentos para niñatos te los puedes meter en el ojo ciego, cagarlos y tirar de la cadena. Son un ridículo insulto a la inteligencia más elemental.
