Tengo 94 años y un consejo os doy a los más jóvenes: id a pescar centollos al Mar de Bering

Antes fui directo a relatar la captura de centollos en el Pacífico Norte y los días de permiso en Kamchatka, pero es mi deber hablar sucintamente de los preparativos y la salida.
Los días pasaron volando y la tripulación se pudo reunir al completo en menos tiempo del previsto. Si bien, según el capitán, algunos miembros no alcanzaban la calidad esperada, por lo que los camarotes dobles se llenaron más o menos con una de cal y otra de arena, un profesional y un tuercebotas. Lo que había.

Zarpamos del O'Grove a últimos de julio, con primera parada de avituallamiento en Ponta Arena, el puerto rellenito de las Azores. Atravesamos el Mar de Los Sargazos con todo el armamento preparado, torpedos, cañones percutores, ametralladoras de turbina, carabinas Gamo y arpones, pues es una zona en la que suele verse a Cthulhu deambulando en busca de sus presas. Siguiente parada para estirar las piernas y miccionar: San Pedro y Miguelón en Terranova, territorio perteneciente a Francia y no a Canadá. A efectos prácticos es suelo europeo, se paga en euros, puedes comprar una Sim de Orange o almorzar una bagette con queso. En el lado opuesto, puedes ser flagelado por Macron y Trudeau a la vez.

Una vez en el Mar de Labrador, nos dirigimos al Paso del Noroeste, otrora imposible, verdugo de tantos naufragios de exploración.
En 1762, un buque de transporte británico sin adaptación alguna, intentó atravesar el paso, atraido como muchos otros patrones por el premio de 10.000 libras.
Fue localizado trece años después a deriva sobre la banquisa, por un ballenero que encontró a toda la tripulación refugiada en la bodega, y congelada.

Nuestro centollero con casco rompehielos haría la travesía de un modo mucho más sencillo hasta dejarnos en el Estrecho de Bering.
La navegación por aquellas aguas repletas de icebergs era muy lenta, más aún cuando había que colocar el barco en modo rompehielos y subir de potencia los reactores nucleares 10 y 11 para petar el casquete por Delaware y por Detroit (Por popa y proa). Fueron unos días sin mucho que hacer, tiempo para la lectura, Superlópez, Procopio de Cesárea y San Fructuoso de Braga. Por aquellos años no se había inventado el Kindle, por lo que me llevé el Kobo y así ahorrar peso.

Los camarotes eran dobles, compartidos, con buenas luces led, baño completo con retrete japonés, irrigador dental y jabón de coco-vainilla Hacedado. Nevera, micro., tv 32" 720p, Wifi6 y minipimer. Lo bueno de un barco nuclear es que no hay miramientos con el consumo eléctrico.

Mi compañero de camarote era un arrantzale vasco apodado @Triptolemo.
Oriundo de Mundaka, gran bebedor de pacharán y vino de cartón, diestro con el arpón y con la derecha. El borracho que siempre quieres tener en tu bando en las peleas de los antros. Por lo visto estaba en busca y captura por las Guardesas de Metro Bilbao, a causa de un incidente sin importancia, una tontería que fue a más como una bola de nieve que baja desbocada desde la cima del Gorbea. La marina centollera ha sido refugio histórico de proscritos, ostracitados, malandrines, y gaditanos. Todo ser humano tiene en mi opinión, derecho a una segunda oportunidad, o al menos casi todos, aunque siempre hay deleznables excepciones que no ofrecen discusión. Pero este joven era noble y sano. No presumía de navaja, portaba una sencilla Opinel para partir el salchichón. Pese haber sido pescador toda la fruta vida, de lo que más sabía sin duda, era de agricultura y de cocina cojonuda. Cultivaba unas preciadas variedades de tuberculos no muy conocidas, pero con mejores características y prestaciones. Nabos, zanahorias con label, y unas patatas mucho más consistentes, con más almidón y menos agua que las de que presumía su archienemigo, uno cuyo nombre no me viene a la cabeza.

Si durante el día había poco que hacer, por la noche menos a no ser que tocase guardia. Las guardias se hacían siempre junto a una cañonera, con casco de visión nocturna y todos los sistemas de alerta disponibles en cuatro pantallas. No se podía usar un teléfono o tablet para escuchar un podcast, forear, ver Disney+, etc... Los grandes seres emergen del abismo durante la noche para alimentarse en superficie y son muy inteligentes. Saben identiificar a un barco de guerra, al que nunca atacarán, pero los buques cangrejeros, cargueros y de recreo, por grandes que sean están entre sus objetivos sólo por jorobar. Si libraba por la noche, me quedaba en el camarote a ver una peli en lugar de ver el programa del Soberas con los demás. Las que más entretienen en este contexto son Náufrago, Greyhound, Capitán Phillips, La Tormenta Perfecta, Master and Commander... las de submarinos no tanto. Después las bélicas también dan subidón. Esto es así, es ciencia, ya tendrás tiempo de ver Solo en casa o los Gonnies cuando estés en tierra. Triptolemo aveces se apuntaba a la peli, aunque este era más de leer libros medievales poco conocidos. Solía beberse una botella de Etxeco en hora y media, y si ponía otra película una de gaseosa. La verdad es que llevaba bien lo del alcohol, no recuerdo que pasara más días en el calabozo que cualquier otro marinero con cirrosis.


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Tripto dándole al pacharán Baines en algún lugar del Mar de Los Sargazos, 1982.
 
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Buenas tardes a todos. Quien os escribe es un jubilado de la marina pesquera de Vigo, que pasó la mayor parte de su vida faenando en las gélidas y desaladas aguas del Mar de Bering con un submarino centollero diésel adaptado a la caza en profundidad de estos crustaceos gigantes. Alguien me avisó de que entrara al foro y participase enla reunión, por lo que heme aquí pues, el Capitán Pescanova a su servicio, para relatar la director's cut en versión extendida, que merece parte de nuestro respeto por la coyuntura histórica en la que se desarrolla la acción y las necesidades económicas de trabajadores, empresas y países.
Corría el año 1982, Copito de nieve había ganado sin quitarse la chaqueta de pana tras regresar de Lovaina escondido en un mercante neerlandés. Se desataba la guerra entre piratas y argentinos por las Malvinas con resultado de sobra conocido. Nacía la célebre Comunidad Valenciana como autonomía, cuyo puerto llegaría a ser el cuarto de Europa, quinta autonomía española en recepción de turistas extranjeros, primera región del mundo en tirar petardos, y primera región también en sustos e infartos. Fue el año en el que los cines proyectaron peliculones como E.T., una de Paco Martínez Soria titulada la prima de Carlos, y otra de Andrés Pajares.... Se hace evidente que estamos en plena crisis económica y social.

Por entonces yo tenía larga experiencia pesquera en mares boreales como capitán, y aunque nunca tuve mi propio barco si que poseía una patrullera de Playmobil de 4000 pesetas. Ese año navegaría por primera vez con una unidad de la poderosa flota Pescanova, trabajaba para la primera multinacional pesquera europea y en el principal puerto pesquero de Europa. Se me asignó una nave perteneciente a la Quinta Flota Pescanova del Atlántico Norte ubicada en la base del O Grove. Un nuevo y moderno submarino que disponía de todas las comodidades: radiocasette de doble pletina, mueble bar, pista de pin pon, calabozo… entre otras muchas chuladas. Por lo que marché en mi Seat Ronda tonalidad batido de vainilla descremada al edificio de la multinacional situada en Vigo para ir poniendo los anuncios y reclutar a la tripulación del K19-Widowmaker.
Al día siguiente de colocar las ofertas de trabajo en la prensa más popular del momento como Mortadelo, Pulgarcito y Don Mickey, a primera hora de la mañana mientras tomaba mi torrefacto Saimaza recolectado a mano en Colombia por el propio Juan Valdés, y me fumaba un Bisonte de Recajo, sonó el aparato de telefonía modelo Teide de preserie. ¿Quién podría ser a estas horas?

¿Ese loco de Elda que llama todos los años pidiéndome que le describa al detalle cómo son físicamente los miembros de la tripulación y le pagase el billete para probar?
¿Sería el chavalín tan salao que suele llamar preguntando “hola qué tal estáis” y cuelga riyéndose?
¿El del fin se acerca, será en octubre?

Al otro lado del teléfono apareció una voz de mujer, de señora muy mayor, algo exaltada, más bien echaba humo, vamos que estaba hecha un Ecce Homor. De primeras, me soltó que "los hombres sólo piensan en el ejercicio y en jugar al Crash Bandicoot”, seguidamente me preguntó si podía enrolarse en el submarino o si era un machista. Yo que para entonces ya era un viejo lobo de mar con mucha paciencia y buen humor, le pregunté por su experiencia en la Mar Océana, si había leído los cómics del capitán Andrea Dodoria, y si había sufrido el estruendo infernal de los 40 Bramadores en el Estrecho de Magallanes. Tras unos segundos de silencio sepulcral, le invité a que pasara por las instalaciones para que viese en primera persona desde en qué consistía el trabajo hasta el Widowmaker.
La señora apareció una hora más tarde acompañada de su sobrina, que era quien conducía. Como si de ciclotimia se tratase, apenas una hora más tarde tras la conversación telefónica, la señora estaba apoteósica, entusiasmada y llena de energía.

Comenzó contando que era una excelente nadadora en el medio acuático y también en el mar, capaz de llegar sin flotador a Kamchacka en caso de naufragio por kraken. Llena de orgullo continuó relatando que pertenecía a una larga saga familiar de funcionarios, cuya plaza en propiedad acababa de abandonar por decisión propia porque ese estatismo la estaba matando, y tenía plena confianza en conseguir un trabajo en el barco. Quería vivir un gran periplo como el de Joselón y los Argonautas, poder contar a sus mascotas las aventuras polares allí vividas, ser recordada y hacer historia como la piloto de aeroplanos Amelia Earthart, Xena la princesa guerrera o Skie de la Patrulla Canina.
Mientras escuchaba su historia con la misma atención que presta un gato que mira como su dueño desvaina guisantes, intentaba encajar las piezas como haría un gran detective de televisión como Monk. Por un lado quedaba claro que la señora no mentía, pues pertenecía a una dinastía de funcionarios con un apellido inequívoco de rancio abolengo que hundía sus raíces en la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid, ciudad de Dabuti por cierto. La conocían y respetaban en los Cortes Ingleses y Galerías Preciados de media España, se graduó con honores en la Universidad de la Almunia de Doña Godina, ZGZ, y ganaba todos los años el concurso de belenes domésticos de su calle.

Cuando mencionó lo de la Almunia no la entendía muy bien porque comenzó a ponerse nerviosa y a expresarse en un inglés que no era el mejor. STOP! le dije, no vamos al espacio a por Especia Melange, esto sólo es un cangrejero gallego y lo único que nos preocupa es que por esas latitudes septentrionales se forme La Tormenta Perfecta y el cielo caiga sobre nuestras cabezas. Yo le expliqué que en un submarino ochentero se hablaba gallego, español y portugués. En la sala de calderas solía haber un carbonero guineano tirando de pala, porque no eran tan tiquismiquis con la roña. Así que el único extranjero que es Mufasa que habla español mejor que tú y yo. Y le pasé el link de su canal para que lo comprobase.
No obstante, continué, este año va a ser el primero en el que incorporaremos mujeres en la nave, está planeado un pequeño examen de inglés marítimo y de navegación, cuando lleguen el resto de candidatas, quería explicaros que sólo hay dos ofertas de trabajo disponibles: técnicos en comunicaciones bilingües en el puesto de mando. Llegamos a un impasse del que omitiré los detalles. La Señora se fue a comisaría en la furgoneta de atestados de la Policía Portuaria. El trabajo se lo quedó su sobrina Aninnik por su formación en lenguas esquimo-aleutianas

Nuestro objetivo de captura: abadejo, halibut, por succión y kril ártico por filtración. Lo de las centollas ya se vería. El tipo de aparejos, especies y procesado que utilizábamos estaba penado por la OTAN y SIMAGO. En el propio submarino mezclábamos el abadejo con el kril, doblando el peso de la masa para las barritas de pescado rebozadas tan populares en aquellos años. Se espolvoreaba el rebozado mediante un reactor soviético y finalmente se envasaban y ultracongelaban, subiendo los europalets a superficie mediante balones de aire, para ser recogidos y almacenados por un buque frigorífico con destino a Rotterdam, Ciudad del Cabo y Tallín. El halibut se mezclaba con el krill hasta darle una textura gomosa, y mediante los cuernos de unos narvales amaestrados se hacía un agujero en la masa para darle forma de aro de calamar. Pulverizávamos el rebozado con el reactor del Tupolev y finalmente se envasaba.
Esta salida prometía ser diferente a todo lo anterior sobre todo por las expectativas de tonelaje recolectado. Navegaríamos en un submarino de última generación, con capacidades de navegación fantasma, y con armamento real para plantar cara a los cefalópodos gigantes y a los piratas Somalís. Fabricado y comprado en España, navegaría al margen de la Autoridad Marítima radicada en Londres, bajo el desconocimiento de su existencia por parte de terceros países, multinacionales y enemigos. La nave estaba adaptada para diferentes tipos de pesca además de los mencionados, como Cabracho, Merluza, Bacalao para Cocochas, y era el primero en utilizar dos nuevas tecnologías; la succión de bancos de peces al completo y la absorción de Kril por filtración, como si una gran ballena azul o un cachalote abriesen la boca y ala! todo pa dentro!.

Ni Hulio Verne
 
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Cuando yo era un mastuerzo de vuestra edad me levantaba muy temprano, a las 9:00 para buscar empleo. Me aseaba, me ponía ropa limpica con suavizante, mi camiseta favorita la mangas verdes de la marca Heigh Ho, y me iba al polígono donde mas trabajo se movía con la bici de mi primo a desayunar tranquilamente.

Después, iba al puerto y esperaba en esos despachos de gotelé. Yo ya había goteleado con la tirolesa para Construcciones y Laberintos Peijoó en verano. Despachos donde siempre había un mapa en relieve de los distribuidores de Estrella Galicia y otro de la mar y los seres que habitan en sus profundidades. Un cuadro de un célebre mandatario, otro de Bud Spencer comiendo frijoles con la pelliza puesta. Ceniceros de bitter Cinzano, paquetes de Marlboronos de contrabando, Terry IV, una calculadora Seiko para echar las cuentas y un reloj de Renfe sin duda cedido por algún noble familiar ferroviaro. Una vez dentro de ese ambiente lleno de humo y olores similares a los de la casa de apuestas vietnamita de The Deer Hunter, lo primero que hacía era presentarme y saludar con un "¡Aaaaa los buenos días por la mañana!". Un saludo con clase abre más puertas que los de The Italian Job. Para quedar bien, le preguntaba al patrón si había algún camión de pollos que descargar y por último entregaba un curriculum que destacaba por encima de los demás. Cada ejemplar estaba redactado con el perfil que demandaba la empresa en ese momento: Churrero, enconfrador, camillero, equilibrista, decorador de interiores... Iba envasado con una tapa DinA3 a modo de cubierta, con mi nombre en un posit con clip y una mecha.

Pero había épocas malas, como los años posteriores a la crisis de 1973 causada por la jodía Guerra del Yom Kipur, o la crisis desatada por el gobierno en 1992, donde era dificil no ya encontrar trabajo sino mantenerlo. Lo de llegar una hora antes a la fábrica y ponerte a hacer como que barrías el almacén mientras empalmabas los Bisonte ya no servía, te despedían porque no había dineros en la Caja de la Inmaculada.

Una fría mañana invernal, en la que la desesperanza y la pesambre se condensaban y deslizaban en forma de gotas de lluvia por el cristal de la ventana de mi doritocueva, donde ni la programación de sábado con humor amarillo y pressin cach conseguian animarme, decidí prepararme un tazón de leche RAM con galletas panaderas A. Penela,Viuda e Hijos. Después, pensé en leer algo de provecho, tal vez literarura proceresca, o algo con rigor histórico como los Episodios Nacionales... pues un buen libro en un día de lluvia se disfruta más que nunca bajo el refugio del hogar propio o el de tus abuelos. Escogí un Don Mickey de la mesa del cuarto de estar de mi yaya y tras leer un rato las historietas me encontré con un anuncio publicitario que parecía serio, se trataba de un viaje que podría evolucionar a epopeya y pasar a la historia como lo hizo el H.M.S. Terror.
No era el típico timo catalán que vendía esos supuestos monos de agua en un sobre. Se trataba de una oferta de trabajo en una empresa de Pontevedra que buscaba marineros con experiencia o personas sin ella, pero con tatuajes marineros, para faenar en las gélidas aguas del Mar de Bering en busca de centollos. Tenía que inventarme una buena historia si quería conseguir al menos un puesto de grumete.



Al día siguiente de colocar las ofertas de trabajo en la prensa más popular del momento como Mortadelo, Pulgarcito y Don Mickey, a primera hora de la mañana mientras tomaba mi torrefacto Saimaza recolectado a mano en Colombia por Juan Valdés, y me fumaba un Bisonte de Recajo, sonó el aparato de telefonía modelo Teide de preserie. ¿Quién podría ser a estas horas?

¿Ese loco de Elda que llama todos los años pidiéndome que le describa al detalle cómo son físicamente los miembros de la tripulación?

¿Sería el chavalín tan salao que suele llamar preguntando “hola qué tal estáis” y cuelga riyéndose?

¿El del fin se acerca, será en octubre?

Al otro lado del teléfono apareció una voz de señora de avanzada edad, algo exaltada, más bien echaba humo, vamos que estaba hecha un Ecce Homor. De primeras, me soltó que los hombres sólo piensan en el ejercicio y en jugar al Crash Bandicoot, seguidamente me preguntó si podía enrolarse en el submarino. Yo que para entonces ya era un viejo lobo de mar con buen humor, le pregunté por su experiencia en la Mar Océana, si había leído los cómics del capitán Andrea Dodoria, y si había sufrido el estruendo infernal de los 40 Bramadores en el Estrecho de Magallanes. Tras unos segundos de silencio sepulcral, quedamos en mi despacho en una hora para la entrevista presencial. Llegó con su sobrina que era quien conducía y como si de ciclotimia se tratase, apenas una hora más tarde tras la conversación telefónica, la señora estaba apoteósica y llena de energía. Comenzó contando que era una excelente nadadora en el medio acuático y también en el agua, caso de naufragio por kraken. Pertenecía a una larga saga familiar de funcionarios, cuya plaza en propiedad acababa de abandonar porque ese estatismo la estaba matando. Quería vivir un gran periplo náutico como el de Jasón y los Argonautas, poder contar a sus mascotas las aventuras polares allí vividas, ser recordada y hacer historia como la piloto de aeroplanos Amelia Earthart o Xena la princesa guerrera.

Mientras escuchaba su historia con la misma atención que presta un gato que mira a su dueño desvainar guisantes, intentaba encajar las piezas al igual que un gran detective de televisión como Monk. Por un lado, quedaba claro que la señora no mentía, pues pertenecía a una dinastía de funcionarios con un apellido inequívoco de rancio abolengo que hundía sus raíces en la Real Audiencia de Valladolid, ciudad de Dabuti por cierto. La conocían y respetaban en las Galerías Preciados de media España, se graduó con honores en la Universidad de la Almunia de Doña Godina, y ganaba todos los años el concurso de belenes de su calle.

Tras unos minutos de conversación no la entendía muy bien, comenzó a expresarse en un inglés raro. Le dije, no vamos al espacio a por Especia Melange, esto sólo es un cangrejero. Lo único que nos preocupa es que se forme La Tormenta Perfecta y el cielo caiga sobre nuestras cabezas. Le expliqué que aunque buscábamos interpretes políglotas, había un puesto libre en la sala de calderas junto con Mufasa, un carbonero guineano que hablaba español mejor que tú y que yo, y le pasé el link de su canal para que lo conociese.

No obstante, continué, este año va a ser el primero en el que incorporaremos mujeres como técnicos de comunicaciones en el puesto de mando, por lo que habrá un examen de lenguas inuit-halibut. En este instante, llegamos a un impasse del que omitiré los detalles centrándome en el resultado: La Señora marchó esposada en la furgoneta de atestados de la Policía. El trabajo se lo quedó su sobrina Aninnik por su formación en lenguas esquimo-aleutianas

Nuestro objetivo de captura: abadejo y cocotxas marinas por succión, kril ártico por filtración, y cangrejos por seducción. El tipo de técnicas, especies y procesos que utilizábamos estaba prohibido por la OTAN y SIMAGO. En el propio submarino mezclábamos el abadejo con el kril, doblando el peso de la masa para las barritas de pescado rebozadas tan populares en aquellos años. Eramos pioneros en el rebozado reduciendo el tiempo a la mitad mediante un reactor soviético. El halibut se mezclaba con el krill hasta darle una textura gomosa, y mediante los cuernos de narval se hacía un agujero p para darle forma de aro de calamar. Pulverizávamos el aro con el reactor del Tupolev y finalmente se ultracongelaba.

Esta salida prometía ser diferente a todo lo anterior debido a las expectativas de tonelaje capturado. Navegaríamos sin bandera en un submarino fantasma de última generación, con armamento real para plantar cara a los cefalópodos gigantes y a los piratas somalís. Fabricado y comprado en España, navegaría al margen de la Autoridad Marítima de Londres, bajo el desconocimiento de su existencia por parte de terceros países, multinacionales y enemigos. La nave estaba adaptada para la succión de bancos de peces al completo y la absorción de Kril por filtración, tal como haría Moby Dick y contaba con el certificado energético clase A.

España debería tener más submarinos como esos y hacer la guerra centollil.
 
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