M. Priede
Será en Octubre
- Desde
- 14 Sep 2011
- Mensajes
- 48.787
- Reputación
- 108.113
Ah, si fuera gringo. Entonces Garci, Herrero, Vidal y el de los Montes Universales andarían entusiasmados con su biografía. Pero no; era un 'pueblerino' georgiano que no hablaba inglés, y además comunista... Como por otra parte lo eran ellos en su juventud.
El repruebo que le tienen no se debe a que acabara cometiendo crímenes (será que Carlomagno y Julio César no cometieron genocidios), sino a que no hay manera de encajarlo en una mitología que humedezca el cachopo que por alma tienen nuestros devotos anglómanos (sostengo que los hombres son infinitamente más sumisos al fuerte que las mujeres).
Criminales sanguinarios eran Jesse James y la gente le adoraba. O Al Capone. Qué decir de los personajes de ficción como Don Vito Corleone. No hablemos de presidentes de EEUU. Qué decir de Hoover. Personajes que entusiasman a nuestros cinéfilos españolitos anglómanos de las ondas, a nuestros cowboys de medianoche.
¡Anda que no hay aquí una riquísima biografía de donde sacar material!: Si alguna vez amó con sinceridad, lo hizo cuando aún respondía al apodo de Sosso y su vida era la de un gángster que desvalijaba bancos por todo el Caúcaso para abastecer al partido comunista. En 1906, Iosif Visarionovich Dzhugashvili ha huido de su Georgia natal junto a su primera esposa, Ekaterina Svanidze, Kato. Es una joven fascinada por este bandolero con el rostro picado de viruela que mata a los agentes del Zar y que la conquista con hermosos poemas. Cuando accede a casarse con ella por la iglesia a pesar de su ateísmo, Kato no puede evitar construir castillos en el aire: quizás le espere una vida más plácida de lo esperado. Pero la realidad es tozuda y Stalin siempre antepondría la política a sus familias -a las varias que tuvo- y condena a Ekaterina y a su hija a seguir sus pasos de fugitivo lejos de una Tiflis a la que solo volverá para morir." [Qué malvado, oye, no ponerles un piso en la calle Serrano y un 'haiga' con chófer en la puerta]
"Pero Kato ya está sentenciada: contrae el tifus en el trayecto y llega agonizante al abrigo de su familia, que solo puede observar como las altísimas fiebres la devoran con rapidez. Stalin regresa a tiempo para que la joven muera en sus brazos, a los 27 años. "No he sabido hacerla feliz", llora en su funeral. "Esta criatura era la única que podía ablandar mi corazón de piedra. Ha muerto, y con ella ha muerto cualquier sentimiento de afecto para los seres humanos", dice. [Una escena única en la historia. Pero como era un pueblerino que ni siquiera hablaba inglés y el Wall Street Journal no lo valora...] Si lo tuviera, Stalin abandona también cualquier resto de humanidad en ese momento, [si lo dice él. Apostaría a que el redactor es psicoterapeuta, un matamolleras al uso] a la vez que deja atrás la fosa de Kato saltando por la tapia del cementerio, acosado por los agentes de la Okhrana."
Anda que no hay argumentos ahí para la novela y el cine. Y además reales.
Es que hasta la fisonomía del tipo (Stalin: que quiere decir, más o menos, 'de acero', 'acerado') se presta a ello. No cabe duda de que era atractivo, de que su aspecto correspondía con el personaje:
Stalin: el verdugo que amaba a jovencitas - Chic
Niuyor y la anglomanía:
José Luis Garci: «No volveré a hacer cine»
Dios, qué manía les acabé tomando. Veinte años siguiéndoles día a día. Cuánto tiempo me hicieron perder. No va a quedar de ellos nada. Ni televisión ni radio ni LD. Ya no son nada. Pelotas babosos del sionismo y de los EEUU.
El repruebo que le tienen no se debe a que acabara cometiendo crímenes (será que Carlomagno y Julio César no cometieron genocidios), sino a que no hay manera de encajarlo en una mitología que humedezca el cachopo que por alma tienen nuestros devotos anglómanos (sostengo que los hombres son infinitamente más sumisos al fuerte que las mujeres).
Criminales sanguinarios eran Jesse James y la gente le adoraba. O Al Capone. Qué decir de los personajes de ficción como Don Vito Corleone. No hablemos de presidentes de EEUU. Qué decir de Hoover. Personajes que entusiasman a nuestros cinéfilos españolitos anglómanos de las ondas, a nuestros cowboys de medianoche.
¡Anda que no hay aquí una riquísima biografía de donde sacar material!: Si alguna vez amó con sinceridad, lo hizo cuando aún respondía al apodo de Sosso y su vida era la de un gángster que desvalijaba bancos por todo el Caúcaso para abastecer al partido comunista. En 1906, Iosif Visarionovich Dzhugashvili ha huido de su Georgia natal junto a su primera esposa, Ekaterina Svanidze, Kato. Es una joven fascinada por este bandolero con el rostro picado de viruela que mata a los agentes del Zar y que la conquista con hermosos poemas. Cuando accede a casarse con ella por la iglesia a pesar de su ateísmo, Kato no puede evitar construir castillos en el aire: quizás le espere una vida más plácida de lo esperado. Pero la realidad es tozuda y Stalin siempre antepondría la política a sus familias -a las varias que tuvo- y condena a Ekaterina y a su hija a seguir sus pasos de fugitivo lejos de una Tiflis a la que solo volverá para morir." [Qué malvado, oye, no ponerles un piso en la calle Serrano y un 'haiga' con chófer en la puerta]
"Pero Kato ya está sentenciada: contrae el tifus en el trayecto y llega agonizante al abrigo de su familia, que solo puede observar como las altísimas fiebres la devoran con rapidez. Stalin regresa a tiempo para que la joven muera en sus brazos, a los 27 años. "No he sabido hacerla feliz", llora en su funeral. "Esta criatura era la única que podía ablandar mi corazón de piedra. Ha muerto, y con ella ha muerto cualquier sentimiento de afecto para los seres humanos", dice. [Una escena única en la historia. Pero como era un pueblerino que ni siquiera hablaba inglés y el Wall Street Journal no lo valora...] Si lo tuviera, Stalin abandona también cualquier resto de humanidad en ese momento, [si lo dice él. Apostaría a que el redactor es psicoterapeuta, un matamolleras al uso] a la vez que deja atrás la fosa de Kato saltando por la tapia del cementerio, acosado por los agentes de la Okhrana."
Anda que no hay argumentos ahí para la novela y el cine. Y además reales.
Es que hasta la fisonomía del tipo (Stalin: que quiere decir, más o menos, 'de acero', 'acerado') se presta a ello. No cabe duda de que era atractivo, de que su aspecto correspondía con el personaje:
Stalin: el verdugo que amaba a jovencitas - Chic
Niuyor y la anglomanía:
José Luis Garci: «No volveré a hacer cine»
Dios, qué manía les acabé tomando. Veinte años siguiéndoles día a día. Cuánto tiempo me hicieron perder. No va a quedar de ellos nada. Ni televisión ni radio ni LD. Ya no son nada. Pelotas babosos del sionismo y de los EEUU.
Última edición: